La Tienda de Don Chepe es un clásico para aquellos nocturnos que sabemos dónde podemos comprar a cualquier hora de la noche; pues él nunca cierra y pese a ser tan popular entre la gente de la colonia, él hacía mucho que había cambiado. Aquel hombre regordete y bonachón que amaba su negocio, no tanto como a su familia, ahora era un hombre maduro con un rostro arrugado que remarcaba su ceño y su mirada que para muchos era de enojo, pero al observarlo había cierta melancolía; dejo de amar su tienda y ahora el castigo que se impuso era estar allí siempre; pues nunca olvidaría aquel día en que se negó a cerrar para ir a una fiesta familiar y no supuso que ese día sería el último en que vería a su esposa y a su pequeña Alondra, pues ambas morirían de forma instantánea por el impacto entre un tráiler y el camión donde viajaban, a Don Chepe nunca se le vio llorar, pero jamás se le volvió a ver sonreír; hay más detalles que podría contar, pero ya viene con lo que le pedí, – ¿cuánto le debo Don Chepe? -.
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