—No me mires de esa manera, ¿acaso yo he sido quien mató a la vieja? ¡Ojalá haberlo hecho! Pero, pero… nunca tuve el valor de hacerlo. Nunca supe el cómo hacerlo, después de tantos años. ¿Es acaso alegría o sencillamente un sentimiento de alivio? Tantas cosas tuve en mi cabeza a pesar de saber que nunca lo haría. Además, mira el alrededor, son personas completamente vacías que desconocen por completo mi existencia. ¿Sabías que nunca tuve el placer de conocerla? Solo crecí bajo aquella ausencia presente, puesto que su cuerpo nunca estuvo, pero su nombre sí. Aquí nadie sabe quién podría ser yo, incluso me ha parecido sorprendente el verle aquí, porque realmente no lo esperaba… nada esperaba al final.
» Mire simplemente el alrededor, esas caras tan precisamente llenas de una ausencia increíble. Son tan cruelmente normales que su único destello de razonamiento es elevar excesivamente el goce de la bebida. ¿No piensa lo mismo? No sé qué piensa sobre la situación y me gustaría conocer su opinión sobre la situación. ¿Sabe? La vieja tenía una manía bastante curiosa y única, la que era apropiarse de la propiedad privada, además que hallaba siempre la manera de esquiar desde las grandes montañas nevadas en las noches de la cosecha. Curiosa manera para llamar la fiesta de los sábados en el primer antro para luego ingerir la blanca nieve con el dinero de simples ancianos desprotegidos. La vieja… ¡Vaya ser! No consideré verme aquí a mis casi 47 años, después de tantas cosas, después de tantas tormentos que tendían a no desaparecer en el alba, sino que acompañaban con el frecuente graznar de las lunas. Ver que, después de tantas cosas, desapareció en su recognita realidad, el falsear una moralidad y colorearla con crayones; infantilizar la vida hasta que la niñez no rompa con la escasa burbuja de la existencia consciente de una sociedad. ¿Recuerda aquellos días de conversas? Tocó un tema particular que ponemos como ejemplo, la vieja iba a ver las casas, analizar el espacio que converge y esperar a aquella víctima que salga de casa para saber la hora de salida y de llegada. Su principio era observar y esperar, siempre a la sospecha de movimientos; sola, ella. Su papel en el equipo de actuación era claro, cada paso en falso que daba una persona que ha llegado a una instancia económica que sospecha inesperadamente el hurto de sus pertenencias y del dinero que hay guardado sin haber dicho palabra a Hacienda. ¡Querida Hacienda..! Ella solo esperaba; sola, ella. Y, claro que sí, tiene toda la razón, no hay más vida que esa que se quiere vivir.
»Seamos honestos, su muerte ha llegado aún así muy tarde; trayendo un sentimiento encontrado entre la alegría y el alivio. Sí, sé que suena cruel y no es necesario que me mire de esa manera, aunque también tiene que entender que mi alma ha suspirado. Sé que cree que la he asesinado; no fue, ojalá, pero no pudo ser. No hará falta, pues tampoco estuvo para producir una ausencia; su ausencia fue ella misma. Se divertía correr en las autopistas, incluso pisando casi 250km/h para estar dentro de una mala película hollywoodense de acción de sábado por la tarde; le gustaba ser actriz. Recuerdo su papel protagónico, una vieja que quiso intentar robar a la hermana de su exmarido; él, aquel que todos conocían por el puerto y le tenían gran aprecio. La señora, nunca tuve el placer de conocerla. Siempre decía que era una anciana muy simpática, pero al tiempo antipática. Una mezcla curiosa y especial para una de la alta sociedad. Comentaba muchas ocasiones que había una caja interna, la cual poseía gran cantidad de joyas, relojes y ciertos toques dorados que llamaban elocuentemente la atención. Ese mismo color que tiende a brillar tanto a los ojos humanos, reflectores que atraen como luciérnagas. La luz brilla en tanto que el sol se esconde. ¡La vieja…! La vieja seguía su papel tan bien, que cada ocasión se ganaba tantos premios como seguidores, apasionados de sus habilidades, el conocerlo todo pero no poder hacer nada; ella, sola. Mire esas personas, siguen impostadas, no ha habido ningún tipo de vida. ¡vaya calor que está haciendo!
»¡La vieja..! ese papel tenía el reflejo marcado de la sociedad, incluso se podía desarrollar con mucha más grandeza, ya que tiene la mirada hacia el personaje que puede entablar un diálogo con la invisibilidad de la moral y el silencio completo de una conciencia; saber tanto y no poder hacer nada. ¿Alguna vez lo ha visto? La vieja estaba siempre observando todo el escenario para poder actuar, puesto que era importante tener en cuenta la hora de salida y la hora de llegada, determinando así el factor de la relevancia del tiempo; la inexistencia de su constante presencia en números y líneas en movimiento. En ocasiones podía estar allí horas y repetir el mismo procedimiento días contiguos. Ver para creer. Solo compartí con ella un ínfimo segundo. Mi presencia no se nota en el vago silencio, puesto que son tantas las ausencias… ¡Quién diría verle aquí! Toda una sorpresa. Lo quise hacer, pero nunca lo hice.
»Su presencia era un sinsentido completo, porque al final su actuación se convirtió tan cierta, como alejada de toda razón. Su vivencia se convirtió en un irrevocable cuestionar para entender lo inentendible. Miraba a las personas con grandes tonos de jusgo. El personaje sigue desarrollándose en el proceso interno, el cual ella no está presente en un acto visual conciso, sino que su imaginación toma a ser parte de su conocimiento. Pasan y pasan los instantes como nubes; ella, sola. Una vez comentó que su última víctima era un anciano que había recogido gran parte de dinero en el pasado, pero que su problema era el nunca haber dado un duro a nadie y tenerlo todo guardado bajo la cama. Un panorama bastante particular para un personaje cuyo propósito solo era entretener. Desde aquí, se lo digo, puede apreciar que el personaje tiene rasgos de la culpabilidad, aquella que los nazis tuvieron al solo observar, ser conscientes, pero hacer caso omiso de la injusticia. El anciano se planeaba amenazar con la pólvora para que dijera el paradero del dinero. Ella; sola. Siempre en su papel. Dormía en su trabajo y raras veces se observaba, siendo su ausencia el mayor atributo.
»Una vez fue, una vez bastó, pero nunca fue. No la maté, pero me hubiera gustado. Sé que me hubiera gustado hacerlo. Ya se lo dije, aquí estoy a mis casi 47 años con un sentimiento desconocido, aunque placentero. ¡La vieja! La vieja siempre se excusaba por todo lo que hacía, puesto que no ponía manos, sino pies para correr y esquivar los coches. Tenía el sueño de permanecer a las carreras de Fórmula 1. Lamentablemente nunca lo alcanzó. Su personaje amenaza también, a veces se percibe en acción. Sí, ocasiones varias fueron las que sentenció la existencia de aquel señor y las posibilidades de ganancia. Nunca logré entender la completa inexistencia de una moralidad y la voz de una conciencia. La mía no se calla. Créame al decirle que no lo hice, lo quise, pero no lo hice. ¡Ojalá! Las cosas nunca volvieron a ser iguales desde aquel entonces. El tiempo volvió a girar. Llevamos dos horas en completo desconocimiento. No hubo aliento más estupefacto. Sepa que los ojos a veces hablan más que la boca. ¡La vieja..! ¿cómo poder matar algo que ya estaba muerto?
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