En mi adolescencia siempre fui bastante transgresor y anti-sistema. Y aquello cuando surgió, representaba el punto más álgido del «ovejismo´´ societario. El seguir un orden establecido. Me acuerdo que cada noche que salía con mis amigos, siempre había alguno que comentaba algo al respecto. Que sí había visto lo que había subido, que si seguía a fulanito, que si las fotos salían mejor con el filtro de frío… Poco a poco iban cayendo todos. Pero yo me decía que no. Que no caería. Yo era más adulto, más maduro. No me dejaría atrapar. Cinco años después y como todas las mañanas, abro mi cuenta de Facebook. Todo sigue en orden. 836 amigos, 556 fotos, y un sinfín de interacciones sociales en su casi totalidad absurdas. Y bueno, ¿Qué pasa? ¿Nunca visteis a un e-pócrita?
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