Mark Strand : «Elegía a Mi Padre»

Mark Strand : «Elegía a Mi Padre»

De La Historia de Nuestras Vidas

Elegía a Mi Padre

Robert Strand 1908 – 1968

1EL CUERPO VACÍO

Las manos eran tuyas, los brazos eran tuyos,

Pero tú no estabas allí.

Los ojos eran tuyos, pero estaban cerrados y no se abrirían.

El sol distante estaba allí.

La luna suspendida en el blanco hombro de la colina estaba allí.

El viento en Bedford Basin estaba allí.

La pálida luz verde del invierno estaba allí.

Tu boca estaba allí,

Pero tú no estabas allí.

Cuando alguien habló, no hubo respuesta.

Las nubes bajaron

Y enterraron los edificios en la orilla del agua,

Y el agua estaba en silencio.

Las gaviotas miraron fijamente.

Los años, las horas, que no te encontrarían

giraban en las muñecas de otros.

No había dolor. Se había ido.

No había secretos. No había nada que decir.

Las sombras esparcieron sus cenizas.

El cuerpo era tuyo, pero tú no estabas allí.

El aire temblaba contra la piel.

La oscuridad se inclinó sobre los ojos.

Pero tú no estabas allí.

2RESPUESTAS

¿Por qué viajabas?

Porque la casa estaba fría.

¿Por qué viajabas?

Porque es lo que siempre he hecho entre el anochecer y el amanecer.

¿Qué llevabas?

Llevaba un traje azul, una camisa blanca, una corbata amarilla, y calcetines amarillos.

¿Qué llevabas?

No llevaba nada. Una bufanda de dolor me abrigaba.

¿Con quién dormías?

Dormía con una mujer diferente cada noche.

¿Con quién dormías?

Dormía solo. Siempre he dormido solo.

¿Por qué me mentiste?

Siempre pensé que decía la verdad.

¿Por qué me mentiste?

Porque la verdad miente mejor que nada y me encanta la verdad.

¿Por qué te vas?

Porque nada significa ya mucho para mí.

¿Por qué te vas?

No lo . Nunca lo he sabido.

¿Cuánto tiempo debo esperarte?

No me esperes. Estoy cansado y quiero echarme.

¿Estás cansado y quieres echarte?

Sí, estoy cansado y quiero echarme.

3TU MUERTE

Nada podía detenerte.

Ni el mejor día. Ni el tranquilo. Ni el océano oscilante.

Tú seguías con tu muerte.

Ni los árboles bajo los que caminabas, ni los árboles que te daban sombra.

Ni el doctor

quien te avisó, el joven doctor de pelo blanco que te salvó una vez.

Tú seguías con tu muerte.

Nada podía detenerte. Ni tu hijo. Ni tu hija

quien te alimentó y te convirtió de nuevo en niño.

Ni tu hijo quien pensó que vivirías siempre.

Ni el viento que agitó tus solapas.

Ni la quietud que se ofrecía a tu movimiento.

Ni tus zapatos que se volvían más pesados.

Ni tus ojos que rehusaban mirar adelante.

Nada podía detenerte.

Te sentabas en tu habitación mirando la ciudad fijamente

Y seguías con tu muerte.

Fuiste al trabajo y dejaste que el frío penetrase tus ropas.

Dejaste que la sangre calase tus calcetines.

Tu rostro se volvió blanco.

Tu voz se partió en dos.

Te apoyabas en tu bastón.

Pero nada podía detenerte.

Ni tus amigos quienes te aconsejaban.

Ni tu hijo. Ni tu hija quien te vio empequeñecer.

Ni la fatiga que habitaba tus suspiros.

Ni tus pulmones que se llenarían de agua.

Ni tus mangas que llevaban el dolor de tus brazos.

Nada podía detenerte.

Tú seguías con tu muerte.

Cuando jugabas con niños tú seguías con tu muerte.

Cuando te sentabas a comer,

Cuando te despertabas en la noche, empapado de lágrimas, tu cuerpo sollozando,

Tú seguías con tu muerte.

Nada podía detenerte.

Ni el pasado.

Ni el futuro con su buen clima.

Ni la vista desde tu ventana, la vista del cementerio.

Ni la ciudad. Ni la terrible ciudad con sus edificios de madera.

Ni el fracaso. Ni el éxito.

No hiciste nada sino seguir con tu muerte.

Pusiste el reloj en tu oído.

Sentiste que te escurrías.

Te tumbaste en la cama.

Cruzaste los brazos sobre tu pecho y soñaste con un mundo sin ti,

Con el espacio bajo los árboles,

Con el espacio en tu habitación,

Con los espacios que ahora estarían vacíos de ti,

Y seguiste con tu muerte.

Nada podía detenerte.

Ni tu respiración. Ni tu vida.

Ni la vida que querías.

Ni la vida que tuviste.

Nada podía detenerte.

4TU SOMBRA

Tienes tu sombra.

Los lugares donde has estado la han devuelto.

Los vestíbulos y prados pelados del orfanato la han devuelto.

El «Nuevo Hogar de los Chicos» la ha devuelto.

Las calles de Nueva York la han devuelto así como las calles de Montreal.

Las habitaciones en Belém donde las lagartijas

atraparían mosquitos la han devuelto.

Las oscuras calles de Manaus y las húmedas calles de Rio la han devuelto.

La Ciudad de México donde querías dejarla la ha devuelto.

Y Halifax donde el puerto se lavaría las manos de ti la ha devuelto.

Tienes tu sombra.

Cuando viajabas la blanca estela de tu transitar enviaba tu sombra debajo, pero cuando llegabas estaba allí para saludarte. Tenías tu sombra.

Los portales a los que entrabas elevaban tu sombra de ti y cuando salías, la devolvían. Tenías tu sombra.

Incluso cuando olvidabas tu sombra, la encontrabas de nuevo; había estado contigo.

Una vez en el campo el sombreado de un árbol cubrió tu sombra y tú no eras conocido.

Una vez en el campo pensaste que tu sombra había sido echada por algún otro. Tu sombra no dijo nada.

Tus ropas llevaban tu sombra dentro; cuando te las quitabas, se extendía como la oscuridad de tu pasado.

Y tus palabras que flotan como hojas en un aire perdido, en un lugar que nadie conoce, te devolvieron tu sombra.

Tus amigos te devolvieron tu sombra.

Tus enemigos te devolvieron tu sombra. Dijeron que era pesada y cubriría tu tumba.

Cuando falleciste tu sombra durmió en la boca del horno y comió cenizas por pan.

Se regocijó entre ruinas.

Velaba mientras otros dormían.

Brillaba como cristal entre los sepulcros.

Se componía a sí misma como el aire.

Quería ser como nieve sobre el agua.

Quería ser nada, pero eso no era posible.

Vino a mi casa.

Se sentó en mis hombros.

Tu sombra es tuya. Se lo dije. Dije que era tuya.

La he llevado conmigo demasiado tiempo. La devuelvo.

5DUELO

Hacen duelo por ti.

Cuando te levantas a medianoche,

Y el rocío brilla en la piedra de tus mejillas,

Hacen duelo por ti.

Te guían de vuelta a la casa vacía.

Llevan las sillas y las mesas dentro.

Te sientan y te enseñan a respirar.

Y tu aliento arde,

Quema la caja de pino y las cenizas caen como luz solar.

Te dan un libro y te dicen que leas.

Escuchan y sus ojos se llenan de lágrimas.

Las mujeres acarician tus dedos.

Peinan de amarillo de nuevo tus cabellos.

Afeitan el hielo de tu barba.

Amasan tus muslos.

Te visten en finas ropas.

Frotan tus manos para mantenerte caliente.

Te alimentan. Te ofrecen dinero.

Se arrodillan y te suplican que no mueras.

Cuando te levantas a medianoche hacen duelo por ti.

Cierran sus ojos y susurran tu nombre una y otra vez.

Pero no pueden arrastrar la luz enterrada de tus venas.

Hombre viejo, levantarse y seguir levantándose, no hace ningún bien.

Hacen duelo por ti de la forma que pueden.

6EL AÑO NUEVO

Es invierno y el año nuevo.

Nadie te conoce.

Lejos de las estrellas, de la lluvia de luz,

Yaces bajo el clima de las piedras.

No hay un hilo para guiarte de vuelta.

Tus amigos dormitan en la oscuridad

del placer y no pueden recordar.

Nadie te conoce. Eres el vecino de nada.

No ves la lluvia caer y el hombre alejándose,

El viento sucio soplando sus cenizas a través de la ciudad.

No ves el sol arrastrar a la luna como un eco.

No ves el corazón magullado arder en llamas,

Las calaveras de los inocentes convertirse en humo.

No ves las heridas de la abundancia, los ojos sin luz.

Se ha terminado. Es invierno y el año nuevo.

Los dóciles acarrean su piel al cielo.

Los desesperados sufren el frio con aquellos que no tienen nada que ocultar.

Se ha terminado y nadie te conoce.

La luz de las estrellas va a la deriva sobre el agua negra.

Hay piedras en el mar que nadie ha visto.

Hay una orilla y la gente espera.

Y nada regresa.

Porque se ha terminado.

Porque hay silencio en lugar de un nombre.

Porque es invierno y el año nuevo.

From The Story of Our Lives

Elegy for My Father

Robert Strand 1908 – 1968

1THE EMPTY BODY

The hands were yours, the arms were yours,

But you were not there.

The eyes were yours, but they were closed and would not open.

The distant sun was there.

The moon poised on the hill’s white shoulder was there.

The wind on Bedford Basin was there.

The pale green light of winter was there.

Your mouth was there,

But you were not there.

When somebody spoke, there was no answer.

Clouds came down

And buried the buildings along the water,

And the water was silent.

The gulls stared.

The years, the hours, that would not find you

Turned in the wrists of others.

There was no pain. It had gone.

There were no secrets. There was nothing to say.

The shade scattered its ashes.

The body was yours, but you were not there.

The air shivered against its skin.

The dark leaned into its eyes.

But you were not there.

2ANSWERS

Why did you travel?

Because the house was cold.

Why did you travel?

Because it is what I have always done between sunset and sunrise.

What did you wear?

I wore a blue suit, a white shirt, yellow tie, and yellow socks.

What did you wear?

I wore nothing. A scarf of pain kept me warm.

Who did you sleep with?

I slept with a different woman each night.

Who did you sleep with?

I slept alone. I have always slept alone.

Why did you lie to me?

I always thought I told the truth.

Why did you lie to me?

Because the truth lies like nothing else and I love the truth.

Why are you going?

Because nothing means much to me anymore.

Why are you going?

I don’t know. I have never known.

How long shall I wait for you?

Do not wait for me. I am tired and I want to lie down.

Are you tired and do you want to lie down?

Yes, I am tired and I want to lie down.

3YOUR DYING

Nothing could stop you.

Not the best day. Not the quiet. Not the ocean rocking.

You went on with your dying.

Not the trees

Under which you walked, not the trees that shaded you.

Not the doctor

Who warned you, the white-haired young doctor who saved you once.

You went on with your dying.

Nothing could stop you. Not your son. Not your daughter

Who fed you and made you into a child again.

Not your son who thought you would live forever.

Not the wind that shook your lapels.

Not the stillness that offered itself to your motion.

Not your shoes that grew heavier.

Not your eyes that refused to look ahead.

Nothing could stop you.

You sat in your room and stared at the city

And went on with your dying.

You went to work and let the cold enter your clothes.

You let blood seep into your socks.

Your face turned white.

Your voice ckaked in two.

You leaned on your cane.

But nothing could stop you.

Not your friends who gave you advice.

Not your son. Not your daughter who watched you grow small.

Not fatigue that live in your sighs.

Not your lungs that would fill with water.

Not your sleeves that carried the pain of your arms.

Nothing could stop you.

You went on with your dying.

When you played with children you went on with your dying.

When you sat down to eat,

When you woke up at night, wet with tears, your body sobbing,

You went on with your dying.

Nothing could stop you.

Not the past.

Not the future with its good weather.

Not the view from your window, the view of the graveyard.

Not the city. Not the terrible city with its wooden buildings.

Not defeat. Not success.

You did nothing but go on with your dying.

You put your watch to your ear.

You felt yourself slipping.

You lay on the bed.

You folded your arms over your chest and you dreamed of the world without you,

Of the space under the trees,

Of the space in your room,

Of the spaces that would be now empty of you,

And you went on with your dying.

Nothing could stop you.

Not your breathing. Not your life.

Not the life you wanted.

Not the life you had.

Nothing could stop you.

4YOUR SHADOW

You have your shadow.

The places where you were have given it back.

The hallways and bare lawns of the orphanage have given it back.

The Newsboy’s Home has given it back.

The streets of New York have given it back and so have the streets of Montreal.

The rooms in Belèm were lizards would snap at mosquitoes have given it back.

The dark streets of Manaus and the damp streets of Rio have given it back.

Mexico City where you wanted to leave it has given it back.

And Halifax where the harbor would wash its hands of you has given it back.

You have your shadow.

When you traveled the white wake of your going sent your shadow below, but when you arrived it was there to greet you. You had your shadow.

Even when you forgot your shadow, you found it again; it had been with you.

Once in the country the shade of a tree covered your shadow and you were not known.

Once in the country you thought your shadow had been cast by somebody else. Your shadow said nothing.

Your clothes carried your shadow inside; when you took them off, it spread like the dark of your past.

And your words that float like leaves in an air that is lost, in a place no one knows, gave you back your shadow.

Your friends gave you back your shadow.

Your enemies gave you back your shadow. They said it was heavy and would cover your grave.

When you died your shadow slept at the mouth of the furnace and ate ashes for bread.

It rejoiced among ruins.

It watched while others slept.

It shone like crystal among the tombs.

It composed itself like air.

It wanted to be like snow on water.

It wanted to be nothing, but that was not possible.

It came to my house.

It sat on my shoulders.

Your shadow is yours. I told it so. I said it was yours.

I have carried it with me too long. I give it back.

5MOURNING

They mourn for you.

When you rise at midnight,

And the dew glitters on the stone of your cheeks,

They mourn for you.

They lead you back into the empty house.

They carry the chairs and tables inside.

They sit you down and teach you to breathe.

And your breath burns,

It burns the pine box and the ashes fall like sunlight.

They give you a book and tell you to read.

They listen and their eyes fill with tears.

The women stroke your fingers.

They comb the yellow back into your hair.

They shave the frost from your beard.

They knead your thights.

They dress you in fine clothes.

They rub your hands to keep them warm.

They feed you. They offer you money.

They get on their knees and beg you not to die.

When you rise at midnight they mourn for you.

They close their eyes and whisper your name over and over.

But they cannot drag the buried light from your veins.

Old man, rise and keep rising, it does not good.

They mourn for you the way they can.

6THE NEW YEAR

It is winter and the new year.

Nobody knows you.

Away from the stars, from the rain of light,

You lie under the weather of stones.

There is no thread to lead you back.

Your friends doze in the dark

Of pleasure and cannot remember.

Nobody knows you. You are the neighbour of nothing.

You do not see the rain falling and the man walking away,

The soiled wind blowing it ashes across the city.

You do not see the sun dragging the moon like an echo.

You do not see the bruised heart go up in flames,

The skulls of the innocent turn into smoke.

You do not see the scars of plenty, the eyes without light.

It is over. It is winter and the new year.

The meek are hauling their skins into heaven.

The hopeless are suffering the cold with those who have nothing to hide.

It is over and nobody knows you.

There is a starlight drifting on the black water.

There are stones in the sea no one has seen.

There is a shore and people are waiting.

And nothing comes back.

Because it is over.

Because there is silence instead of a name.

Because it is winter and the new year.

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