Madrugarle al Festival Altavoz, una costumbre que no se pierde

Madrugarle al Festival Altavoz, una costumbre que no se pierde

Andrea Rojas

28/08/2020

Durante tres días, el bombo y la caja del rap, las guitarras eléctricas del rock, las trompetas del ska, las baterías fuertes del punk, los guturales del metal, las guitarras suaves del reggae y los sintetizadores de la música alternativa sonaron fuerte en Medellín con la 16° edición del Festival Altavoz.

Que miles de personas disfrutaron la diversidad de un festival que ya es ícono de la ciudad lo sabemos, basta con ver las fotos y videos de las miles de almas que se dejaron llevar en un ritual de tres días, guiados por los artistas que, como todos los años, nos hicieron sentir que las montañas de Medellín retumbaban con cada acorde. Pero al Festival Altavoz no sólo lo hacen las bandas, sino también la gente que está alrededor de este. Los que asisten por primera vez, los que venden hamburguesas afuera, los que recogen las basuras o los que siempre, siempre le madrugan al festival. De estos últimos quiero hablarles.

Foto de María Isabel Arias

Como asistente recurrente del Festival Altavoz hace casi 10 años, podría decir que a medida que va pasando el tiempo uno le va perdiendo el encanto a madrugar a la Cancha Cincuentenario (o al Juan Pablo II, según la versión en la que nos situemos). Es como si con cada versión perdieras la capacidad de dejarte maravillar por bailar con el sol a tope en el cielo, o ver cómo la primera banda sortea la prueba de fuego de abrir un festival, o incluso prepararte para un día intenso comiendo algo en los recién abiertos puestos de comida. Eso y que además con el paso de los años quieres ir al festival ya no por la emoción de lo que tu género favorito tiene para ofrecerte con cada banda invitada, sea vieja o nueva, sino por las ansias de ver a los artistas internacionales que seguro estarán pocas veces en Medellín, sobre todo de forma gratuita.

Pero aún hay gente que le madruga al festival. Ellos, los que entran casi sin hacer fila, los que inauguran el pogo del día, los que pueden asegurarse un lugar bien adelante para recibir a los artistas más grandes; ellos tienen, cada uno, razones fuertes para seguir creyéndole a este festival desde el primer acorde de la primera banda; ellos nos generan curiosidad y por eso este año yo quise conocer sus razones.

Por un lado están los que madrugan por melómanos. Estefanía es de las que lleva bastante tiempo asistiendo al Altavoz y aún llega a escuchar desde la primera hasta la última banda. Sus razones tienen el entusiasmo de un asistente primíparo. Ella disfruta el ambiente que se vive en el lugar aunque lo haya sentido tantas veces, pero también ama conocer música nueva: “Me motiva mucho conocer nuevas bandas. Llego desde el principio y me ‘chupo’ todas las bandas y al final digo ‘esta sí me gusta, esta no, esta sí’… y así”.

También están los que no conocen muy bien los horarios, pero saben que viene una banda que quieren ver y, por las dudas, llegan desde temprano. Julieth y Laura no aparentan tener más de 16 años. Ellas tenían claro que querían ver a Margarita Siempre Viva, pero madrugaron porque, en sus palabras: “no conocíamos la programación porque no la vimos bien”. Esta respuesta resulta graciosa proveniente de dos centennials que habitan la era del internet salvando vidas y resolviendo dudas. Aun así, aprovecharon el madrugón para conocer música nueva.Tal vez la razón más lógica para madrugar es el querer separar un puesto para ver a la banda que se espera con ansias, quienes hacen parte de este grupo tienen una paciencia titánica. A Sara la conozco hace años y puedo dar fe de esta cualidad como parte de su personalidad. Ella quería ver este año a Inner Circle, pero no se conformaba con verlos desde lejos. Ella quería estar lo más cerca que se pudiera de la tarima y por eso estuvo desde el principio. Pero su madrugón en el Altavoz del 2019 no fue el primero, esta suele ser una costumbre para ella: “A mí me encanta madrugar a Altavoz porque puedo coger un buen lugar para escuchar a mis bandas preferidas y, además, puedo parchar toda la tarde con mis amigos”.

Foto de María Isabel Arias

Pero definitivamente la razón que más se repite y por la que probablemente madrugamos alguna vez todos los que hemos asistido al Festival Altavoz, es ser primíparo. Esa primera vez en que buscamos nuestra pinta más rockera (o rapera, o alterna, o rasta), cuando luego de un viaje en transporte público llegamos a ese lugar lleno de diversidad y queremos conocer cada rincón de este, cuando estamos descubriendo que nos gusta el cuento de los conciertos y que en la ciudad hay bandas que no hemos escuchado pero que nos dicen que debemos conocer. Esa primera vez es muy importante y por eso casi todos la madrugamos. Y así lo hizo Valeria, quien estuvo este año por primera vez en el festival y estaba encantada: “yo madrugué al Altavoz porque es mi primera vez y estaba muy emocionada por ver qué tal”. Tal vez este fin de semana Altavoz hizo de Valeria otra fiel asistente año tras año a los conciertos.Y bueno, finalmente estoy yo, que este año madrugué para poderle preguntar a la gente sus razones, pero este ejercicio me permitió recordar lo emocionante que era este ritual. Además, sumándome a las razones de Estefanía, como melómana tengo un encanto por conocer sonidos nuevos y eso me motiva a seguir madrugando. Ahora me hice la promesa de volver a tener esa costumbre y madrugaré en los festivales venideros. ¿A ustedes también les quedó gustando la idea?

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