1.- PRÓLOGO


Soplaba un viento frio aquella noche de noviembre, mientras conducía en mi coche con unos amigos, decidimos aparcar en un pequeño restaurante de madera a un costado de la carretera, entramos entre bromas y carcajadas; al instante de cruzar la puerta era inevitable el percibir el aroma de la madera y la comida casera, el suave crujir de la leña en la chimenea al fondo del lugar; y un humilde señor quien nos daba la bienvenida con una gran sonrisa y mientras nos dirigíamos a nuestra mesa comencé a sentir como un estremecimiento al reconocer aquel pequeño lugar.

Luego de tomar nuestros asientos y colocar nuestros abrigos sobre las sillas por el calor que emanaba la chimenea, continuamos con nuestra conversación al poco tiempo nuestra orden había llegado. Tome la taza de café expreso que ordene, y me propuse a tomar un sorbo, mientras observaba a mi alrededor y mi mente se sumergía en mis recuerdos. Luego de pagar la cuenta por una deliciosa cena, nos levantamos de la mesa, tomamos nuestras cosas y decidimos tomar nuevamente nuestro camino. Me detuve frente a la puerta, nuevamente ese estremecimiento recorrió mi cuerpo, acompañado de una sensación rara casi de culpa la cual no pude contener más. Voltee mi cabeza hacia un costado y observe aquella mesa de madera desgastada por el tiempo, una sonrisa se dibujó en mi rostro, cerré mis ojos por un instante y atravesé el umbral, mientras me dirigía al coche. El recuerdo de esa mesa permanecía fresco en mi memoria igual que aquella mañana de noviembre donde todo comenzó.

En la vida todos tenemos un secreto inconfesable, un arrepentimiento irreversible, un sueño inalcanzable y un amor inolvidable. Todos tenemos ese secreto guardado bajo llave, en el ático del alma. Este es el mío.

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