Los milagros sí existen.

Los milagros sí existen.

Bárbara.

01/02/2020

Mi amigo Pablo está internado. Tiene una bala en la cabeza, del lado izquierdo. No sabemos bien qué pasó, nadie entiende nada.

Estuvo 6 días en coma. Un jueves despertó. Nos devolvió la esperanza. Le hicieron una tomografía y nos contaron los médicos de que tiene el 70% del cerebro normal, bien. También sus reflejos están bien, responde a todo tipo de estímulos. También ya come, ya habla. No sólo nos devolvió la esperanza, sino la paz y el amor.

Nosotros creemos que se va a mejorar porque siempre fue un guerrero y jamás conocí a alguien que se aferrara tanto a la vida como él.

Cuando estaba en coma, me dejaron entrar a verlo. Entré un poco nerviosa, pero tenía que mantener la calma. En la habitación estaba su mamá; estaba toda asustada, pobrecita. Nos pusimos a hablar y a transmitirle muchísimas energías positivas y le decíamos cosas lindas porque nos contaron que cuando está en coma, siente y escucha todo igual, aunque existe la posibilidad de que no recuerden nada cuando uno se despierta de ese estado tan horrible.

Con su mamá nos abrazamos con tanto amor que fue mágico. Yo la sentí. Pude sentir esa mezcla de angustia, de tristeza pero siempre con mucha más esperanza que cualquier otro sentimiento feo.

Me dejó sola con él. Lo hablé, le dije cosas lindas. Le pedí que se recupere porque afuera hay un mundo de gente que lo fue a ver y lo está esperando. Le recordé cuánto lo quiero y la falta que me hace para seguir hablando tonterías o cosas importantes como siempre. Todos estamos esperándolo. Le agarré la mano, le di un beso en ella y seguí con él. No quería irme. Tenía muchas ganas de quedarme. A los dos días se despertó.

Ese jueves muchos lloramos de la emoción cuando nos enteramos de que había despertado. Es que nosotros sabemos lo fuerte que es, pero no sabíamos que iba a despertar tan rápido. Fue la noticia más linda de todas.

Con Pablo nos conocemos del colegio, desde hace 10 años. Todos los recreos nos la pasábamos abrazados, todo el tiempo juntos. Me puso de apodo «chanchita», siempre estaba comiendo yo. Él no, pero pasó a ser el chanchito. Mi mamá estaba mal, estaba en terapia. Yo sentía que muchas cosas se estaban arruinando y acabando con ella, pero Pablo estaba ahí, conmigo. No importaba la hora, no importaba el lugar, él siempre estaba. Hablábamos hasta tarde por messenger en esa época o por mensajes de texto. Cuando no tenía plata, él estaba ahí comprándome algo para que coma, necesitaba verme bien. Siempre salía con cosas nuevas. Yo no sé de dónde siempre tuvo tanta imaginación. Siempre me hacía reír.

Al tiempo mi mamá mejoró, él siguió estando conmigo. Cuando murió mi hermana, me decía cosas lindas para que mi ánimo no se cayera. Me decía que yo me merezco ser feliz y que las cosas ya iban a pasar, pero que no tenía que perder la esperanza por nada en el mundo de que todo mejore. También me dijo que me merecía lo mejor siempre. Lo extraño mucho.

Las cosas venían bien cuando nos dijeron de que Pablo estaba mejorando y progresando, ahora le agarró neumonía y otro virus más, un virus intra hospitalario que todavía no sabemos cuál es. Hay que esperar 72 horas, pero él está un poco mal. Tengo miedo, pero sigo con esperanzas.

Juro que daría lo que sea necesario para que él esté bien. Hace varios días que no lo veo. Es que dice su hermano  que no está reconociendo gente y nos pidieron que tratemos de no entrar a la habitación para no confundirlo más. Siento una mezcla de emociones en el centro del pecho porque me muero por abrazarlo y decirle que todo va a estar bien. Todo tiene que estar bien.

Lo extraño. Lo extraño muchísimo.

Cada día que pasa es estar a la espera de una buena noticia, aunque sé que va a llevar tiempo que mejore del todo, pero sé que con todo el amor que le está esperando afuera, lo va a lograr. Pablo es fuerte, siempre me lo mostró y me enseñó a nunca bajar las brazos y sé que él no lo va a hacer por eso sé que los milagros si existen. 

Gracias Pablo. Gracias por quedarte. 

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