Siempre he vivido en la misma calle ,en la misma casa, es más en la misma habitación, a veces pienso en cambiarme a la que solía ser de mi madre pero la verdad es que desde el día que se fue no he tenido tiempo, debo encargarme de todo yo sola.
Eso me hace sentir muy mal, todos los días recuerdo el día que se fue, tan ligera, sin pudor alguno mostraba sus blancas piernas mientras se iba en brazos de aquel hombre, no llevaba zapatos, no se despidió, No le importó dejarme, es más ni siquiera volteó a verme aún cuando yo gritaba. Pero eso no fue lo peor, lo más difícil fue cuando me di cuenta que el lugar donde había vivido toda mi vida era el peor lugar del mundo, se que es ridículo, debí haberme dado cuenta muchos años atrás por ejemplo cuando la señora de enfrente sacaba a sus hijos a gritar a la calle, Mamá decía que esa señora era una mala madre, no como ella que siempre me cuidaba !que afortunada me sentía! o quizá debí haberme dado cuenta cuando una pareja de hombres, de esos que viven sin vergüenza, entrenaron a sus feroces perros para atacarnos a mamá y a mi, !que hubiera sido de nosotras si mi madre no hubiera trancado las ventanas y dejado la basura en la puerta para alejar a los perversos!
Pero en fin, no, no me había dado cuenta sino hasta el día que la realidad del cruel mundo me golpeó, creo que en parte fue mi culpa, quizá si me hubiera quedado callada cuando se fue mi madre los perversos no se hubieran dado cuenta que yo estaba sola, que había quedado desprotegida, intenté que no me tocaran cuando entraron a casa, pero eran muchos y no pude más, recuerdo ver a los locos de mi barrio entrar a mi casa se parecían sorprendidos al ver nuestros tesoros, yo quería gritar que no los robaran pero la voz no me salía, han pasado 27 lunas desde ese día pero aún puedo ver a esos saqueadores, fueron directamente a tomar los frascos en los que mi madre guardaba nuestros preciosos cabellos, perdí lo más valioso ese día.
Mi madre siempre decía que soy tonta pero muy buena así que trato de evitar problemas, cuando desperté en ese lugar tan blanco y brillante me sentí perdida y muy desorientada, y lo único que atiné a hacer fue a actuar como mi madre me había enseñado, a obedecer, a hacer cuanto se me pedía y de pronto un día así como entre una mañana me dejaron salir y pude volver a casa.
Desde entonces estoy muy ocupada, les leo a las plantas, cierro las ventanas, pongo la basura en la puerta y guardo mis hermosas uñas para hacer mi propio tesoro, pero lo que me ocupa más tiempo es cuidarme de los locos de mi barrio…
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