Los hijos de la guerra

Los Hijos de la guerra

Somos esos niños que corrían por las praderas sin miedo a tropezar con las armas de la muerte, solíamos divertirnos como locos por esos valles de pastales verdes, de aromas difuminadas por el acto bondadoso de la naturaleza pura y sincera.

Esos campos que habían dejado los abuelos para nuestro crecimiento plácido,

y que hoy los vemos convertidos en armas de la discordia,

del poder enfermo, de la furia indebida de los “superiores”,

de sus desabrigadas mentes.

Hemos visto tantos mutilados por las minas antipersonas

que decidimos ya ni salir más a disfrutar del suave aire

y el canto alegre de los pájaros al amanecer.

En el recuerdo ha quedado el tranquilo paseó

con los abuelos a ordeñan las vacas en la madrugada,

apartar la leña para avivar el fuego de la hornilla,

y recoger frutos maduros de los árboles.

Ahora sólo somos prisioneros en una jaula de puertas abiertas.

Somos los hijos de la guerra.

Huérfanos de un estado beligerante,

para ellos somos nadie, aunque nadie, no exista.

Sentenciados a tristes desavenencias,

por hilos edificados de torpeza,

vértices desvanecidos en selvas desoladas,

analogías de sus aborrecimientos,

de sus luchas necias, delirantes, vanas.

Somos víctimas de egos sin escrúpulos,

se lucran a nuestro nombre.

Algunos dicen “la fiesta de los niños” cuando en realidad;

somos la apología desmesurada de sus alforjas,

consumidores en una pobreza existencial.

Nos han cambiado tiempo en familia por ropa y zapatos,

abrazos por juguetes, travesuras de la calle,

por juegos tecnológicos, un té amo, por un celular.

Somos los hijos de la guerra.

Nadie, nos pregunta si estamos conformes con las decisiones que nos involucran.

Hijos de la ambición, se vende nuestro cuerpo,

trabajos por migajas, cargamos armas en vez de cuadernos,

vendemos drogas en vez de ilustrarnos.

esclavos de leyes que nos beneficia y al mismo tiempo vulnera,

maltratados, abandonados, segregados.

Trafican con nuestra inocencia.

Somos los hijos del hambre.

Hemos visto a muchos de los nuestros morir por falta de salud,

agua y alimento.

De tristeza por falta de valores que no alcanzamos a conocer.

Hijos de otras tantas soledades,

la guerra nos ha quitado a nuestros padres.

Somos huérfanos de un futuro incierto, y me pregunto

¿Cuándo dejaremos ya de ser niños?

¿Cuándo dejaremos de ser,

los hijos de la guerra?


El clamor de un niño de guerra.

Ya, no cargaré más fusiles a mis espaladas,

veré el amanecer como los niños que suelen

soñar con un futuro distinto,

conservaré mis ilusiones en una maleta

para sacarlas una por una y disfrutarlas,

no seré más esclavo (a) de la guerra,

cargaré en mi mochila provisiones para recrearme

educarme y no para defenderme.

Seré libre, tal vez, me guste la medicina,

la ingeniería civil, la arquitectura, la publicidad o literatura.

Soñaré ponerme una prenda diferente,

sin el camuflado de la indiferencia,

sin las vestiduras de la soledad que me confunde.

Contemplaré a los pájaros desde mi ventana

y no desde la selva,

pelotearé un balón y no una piedra,

usaré guayos, no, pantaneras,

cenaré con mi familia, no con mis compañeros,

amaré a quien quiera, no a quién me impongan,

jugaré a esconderme, no me esconderé para ampararme.

Respiraré tranquilo aunque con algunos temores;

el de volver a cambiar un lápiz por una carabina.

al fin he dejado atrás las huellas que laceraron mi alma

hoy es momento de perdonar, de perdonarme ¡perdonaré!

Remendaré nuestras heridas con esperanzas por un, mañana mejor,

sabiendo que he nacido de nuevo

porque creo que las personas vuelven a nacer después

de una muerte existencial,

estando vivos sus cuerpos y sus espíritus muertos,

sí, naceré nuevamente por la gracia divina de la paz.

Soy la consecuencia de una guerra inexistente

aquella que nos dejo huérfanos en el universo.

aquella que hoy dejó atrás

colgada en las enredaderas espesas del monte

a donde jamás volveré a transitar,

aquella que sólo será un mal recuerdo en mi memoria,

aquella que un día hubiese querido jamás conocer,

aquella que robó parte de mí, parte de mi infancia,

aquella que llego un día sin esperarla

y que hoy marcha con la misma voluntad.

Quiero seguir soñando.

¡Hazme libre, mundo!

No es necesario condicionar la guerra para lograrlo,

suéltame las cadenas invisibles que me atan,

déjame colmar mi existencia de sosiego,

déjame respirar el néctar de las flores,

la brisa, el sol brillar, el cielo, la gloria.

Quizás, no sea mucho pedir querer vivir una infancia digna,

sin lazos que no me corresponden,

quizás, quiero sólo ser parte de un pasado que me hará grande.


Castro oso polar y la nieve

¿Quién te ha quitado la simetría de tus glaciales?

Que ni el tiempo congela un instante su reloj para venerar-te,

tú que abres tus alas blancas para proteger a la tierra del astro rey,

y darnos un techo.

¿Porque razón sufres?

Exclama un pequeño oso polar

Tus cimientos escarchados se debilitan lentamente,

por la polución que amenaza destruirte y destruirme.

¿Culpa de quien, me pregunto?

¿Acaso del carroñero, ese que llena su alforja destruyendo recursos naturales?

¿Quién piensa en ti?

¿Quién piensa en mí?

¿Quién se apiada de tu dolor?

¿Acaso él? ¿Acaso yo?

¿Acaso son aquellos que le quitan el aire y la fuerza a sus tierras

talando árboles, emponzoñando sus minerales para fortalecer sus imperios?

¿Porque tu sufrimiento?

¿Porque el mío?

¿Porque razón tus lágrimas diluidas al océano?

¿No es acaso aquel a quien tanto proteges, quien debería cuidarte?

¿Con esa cúpula de piedad, como tú lo haces con él?

¿Cómo lo haces conmigo?

¿Por qué, sufres?

Dice un pequeño oso polar a la nieve

Tú que inspiras el amor y alegría,

tú que adornas la naturaleza,

y holgada de pureza estás sobre las puntas del planeta tierra.

¿Por qué lo toleras?

Solía verte majestuosamente, imponente, con seguridad,

como una mama que no se derrumba,

hoy, no sé, te desvaneces como el viento, y yo contigo.

¿Quién te ha robado la lozanía, la escultura, la pulcritud?

¿Quién se ha de ensañado con tus altozanos de nieve?

¿Con mi habitad y mi descendencia?

Con tus cimientos que engalanan los extremos terrenales.

¿Por qué sufres?

¿Quién te ha despojado la sensibilidad?

¿Quién te ha dejado en el limbo?

¿Quién nos dejara en el limbo?

¿Quién?



URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS