Lo que escribo para no decirte

Lo que escribo para no decirte

Clara Almeida

02/06/2018

Así fue que un día, sin buscar encontré aquello que tanto soñé…

Había jurado no sentir nada… pero ahí estaba: con el corazón que brincaba a una velocidad fuera de lo común, mis manos temblorosas, la risa nerviosa, no podía mirarlo a los ojos, pues me sonrojaba.

Y de pronto una duda corría en mí

¿Te conozco de otra vida?

Quizás perdí la memoria y no recuerdo que nos conozcamos tan bien, no me daban los cálculos, era imposible que sintiera eso, si hacía tan poco te conocía.

Si, definitivamente habré perdido la memoria.

¿Cómo algo tan bonito puede duplicarse en dolor?

¿A qué estás jugando? Me costó tanto quererme y aceptarme físicamente, para que me lo hayas quitado. Me sentí y me sigo sintiendo tan miserable, me da asco mirarme, odio todo mi maldito cuerpo, ¿sabes que es lo peor? Que me siento mal por ser como soy, me siento mal por no poder ser la que te gusta ni la que te gustaría que fuera, porque sigo enamorada. Me sigue doliendo tanto todo.

¿Por qué desde el principio no me advertiste? Como para no haberme permitido quererte tanto, ya sé, ya sé que pensaste que lo ibas a superar, pero no pasó y podrías haberme evitado sentirme como me siento.

Y ahí estás, haciéndome dudar todo, ¿Por qué me haces esto? ¿Fue necesario hacerme cómplice de tus dudas e inseguridades? ¿Por qué me dejaste para volver a estar conmigo otra vez? Y si, soy tan tonta que si, acepté… Para que sólo fuera menos que lo efímero.

Si bien pareciera que todo me importara una mierda, no hay milésima de segundo en que no piense en vos, qué loco no, te siento sin sentirte; será que te quiero tanto que te sigo sintiendo acá aunque no estés, y quizás tu risa se la roba alguien más. Sin embargo todavía siento tus abrazos, siento tus besos, escucho tu voz una y otra vez, mis labios aún sienten tus besos, te siento a vos conmigo, estás acá, no allí.

A veces pienso que solo me duele tu fatalista decisión al dejarme ir, solo por el hecho de que quizás cumplías con la persona perfecta para mí que me idealice todo lo que llevo de vida, por lo menos eso creí hasta que realmente conocí tu verdadero «yo».

Sé que un día dejaras de doler, pero en el ahora y aquí, aún no cicatrizo, todavía soy herida abierta, pero con algunos coágulos. Todavía tus recuerdos me pesan y lastiman, y sé que pronto recordarte me hará feliz, mientras solo sigo aguantando. Para ser sincera, he derramado algunas lágrimas en el proceso de estas líneas.

Quizás un día después de muchos años, encuentre esto que te escribo y sonría, sonría al recordarte y pensarte, pues entonces será muy probable que ya deje de sentirte y solo pueda recordarte.

Quizás un día después de varios años, vos encuentres y leas éste relato, y, a pesar de que existen dos posibilidades, prefiero quedarme con la que más me gusta, la de haberte provocado algo, algo bueno.

Y es tan raro como extrañarte con todas mis fuerzas, que si intentas regresar, no te abriría la puerta.

Se cumple un mes de aquella horrible charla en la que no supe más de vos, que no veo tus oscuros ojos que me gustaban tanto. Un mes de que ya no me haces reír, un mes sin tocarte, mes sin estar a tu lado.

Y aunque quiera no lo voy a negar, te extraño demasiado, extraño mucho tu risa, nuestras múltiples charlas, ir a comer juntos, caminar de la mano, robarte besos, abrazarte. Extraño que me cuentes cómo estuvo tu día, tus planes, tus anhelos, tus sueños. Pero por sobretodo, extraño lo que me hacías sentir cuando estábamos juntos.

Muero por volver a sentir que te interesa saber cómo estuvo mi día, por una llamada, quizás un mensaje: «Hola amor, ¿Cómo estás?». Duele tragar saliva, levantar la frente y mentir diciendo, -¡No me importa!- cuando estoy destrozándome por dentro.

Luego de unos días, pasé por varios lugares dónde supimos estar, nos vi ahí riéndonos como tontos, nos ví ahí diciéndote lo mucho que te quería (y quiero), nos ví ahí robándonos un beso. Me ví a mi, disfrutando felizmente de estar un ratito a tu lado. Me paralicé, se me detuvo el mundo, viéndonos; viéndome a mi con vos.

Semanas después de esos días, tuve una crisis y no estabas ahí para calmarme, pero después me di cuenta que puedo sola, es más siempre pude. Sólo que me gustaba que me ayudes. Me gustaba que seas mi tranquilidad, me gustaba que te preocuparas por mi. Me gustaba creer que de verdad te importaba.

Hoy, luego de 2 meses leí entre amigos ésto que te escribí, me temblaba la voz y las manos, se me empañaron los ojos… pero no lloré.

¿Pero por qué a solas te extraño y sí lloro? ¿Por qué te sigo extrañando? ¿Por qué sigo necesitando que me abraces?

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS