CAPITULO 1: Amanece

«Despierta, despierta, tienes que levantarte y servir para mi» fue lo que escuche a lo lejos. Abrí los ojos, me encontraba recostado sobre algo y solo se veía un techo oscuro por la falta de luz, apenas se dejaban ver algunas lineas verdes en ciertas partes del techo, también podía ver una cuadrado resplandeciente muy cerca mio, estaba en mi pecho pero no pegado a mi, tenia alguna especie de símbolos que cambiaban constantemente, intente tocarlo pero me choque con algo, parecía cristal, fue en ese momento en el que me di cuenta que no sabia ni en que estaba recostado, vi a mi alrededor para después voltear hacia abajo, me di cuenta que sobre lo que estaba también era de una especie de cristal, note también que me movía en un liquido parecido al agua pero se sentía mas espeso. Comenzaba desesperarme por estar atrapado ahí así que empuje un poco y la tapa se abrió son mucho esfuerzo, salí de ahí, intente caminar pero las piernas me temblaban y mi cuerpo se sentía muy cansado, tuve que esperar un momento para recuperarme, cuando por fin me sentí mejor voltee a ver alrededor, era una habitación bastante grande, pero no tenia muchas cosas, solo estaba lo que parecía una cama de cristal y un cuadrado negro en la pared. Camine hacia el marco de una puerta que carecía de una, asome la cabeza y solo había un pasillo largo con mas habitaciones, luego recordé aquella voz que me llamaba, seguí por donde la había escuchado, camine por el pasillo hasta llegar a un gran salón, de frente había una puerta gigante que se mantenía cerrada, pero a un lado había una habitación de donde emanaba una luz verde, me asome por la puerta y ahí estaba la fuente de aquella voz, era una chica muy poco común, la primera razón por la cual di a esta conclusión fue porque estaba flotando, iba de un lado a otro tocando aquellos cuadrados negros que había visto, a diferencia de los que vi estos estaban proyectando una luz verde, la chica manipulaba a su gusto las cosas que la luz proyectaba, hacia figuras, símbolos, y cifras que no llegaba a comprender su significado. En cuanto a la chica, era esbelta, de una piel muy fina y de un color azul claro, tenia el pelo lacio y rojo, contrastaba mucho con su piel pero eso no hacia que se viera mal al contrario la hacia mas bella, hablando de eso su rostro era delicado y tenia un cutis muy bonito, se le notaban algunas pecas en la cara, con unos ojos grandes y azules como el zafiro, me quede largo rato observándola. Cuando ella me noto volteo a verme y dijo:

-Tardaste un poco mas de lo esperado, espero que te encuentres bien, vístete.- Me señalo unas ropas que se encontraban cerca de la puerta.- Y después ayúdame con algo.-

Me mire, al momento me sentí avergonzado, había estado solo con un pantalón que me llegaba a las rodillas, antes de hacer lo que me dijo le pregunte:

-Disculpa, ¿cual es tu nombre?.- Sentí mi voz quebrarse como si no hubiera hablado en mucho tiempo.

Ella se volteo a verme de nuevo, parecía sorprendida, pero me respondió.

-Angela… ese es mi nombre.-

-Yo soy Mag, Mag…- No sabia que seguía después de eso, sentí un dolor en la cabeza y deje de pensar en ello. -Solo me llamo así creo.-

Se veía aun mas sorprendida, pero después me volvió a decir que me vistiera a lo cual hice caso. Vi las ropas, las tome y salí al salón, me puse contra una pared para que ella no pudiera verme así me cambiare con mas comodidad. La ropa que me dio consistía en una camisa negra con lineas verdes en las costuras, unos pantalones negros con las mismas características, también había unas botas de cuero, todas me quedaban muy bien, era reconfortante tenerlas, ya no sentía tanto frió como antes. Volví a la sala donde estaba aquella mujer, la vi y ella volteo a verme, antes de que dijera algo le dije:

-Oye, ¿que es este lugar?, ¿porque estoy aquí?, no llego a entender porque estoy aquí, realmente no entiendo nada.- Cuando intentaba indagar en mi cabeza sentía un vació gigante, hacer eso me mareaba un poco asi que intentaba no hacerlo.

-Como empiezo esto…, la situación es esta, tu y yo hemos dormido durante quinientos años, yo servia a este templo, tu eras un soldado que protegía el antiguo reino, todo el mundo fue atacado por Krijeses, criaturas hórridas que atacan a quien se le cruce sin pensarlo. Estas cosas fueron lideradas por Mercur, un invasor de algún lograr desconocido, todo fue tan repentino que acabo con toda civilización que existía en aquel tiempo.- Ella se bajo al suelo y miro hacia un cuadrado.- Te traje aquí al templo porque me salvaste la vida, a costa de unas heridas terribles que te hicieron en la batalla, nos encerré aquí para protegernos pero ahora no podemos salir, no se que suceda exactamente afuera pero sera mejor mantenernos aquí, aun así no se cuanto tiempo pasaremos en este lugar hasta saber si es seguro .- Aquello ultimo lo dijo con un tono sombrío.

Me puse de espaldas contra la pared y me recargue, me deje caer hasta tocar el suelo y quedarme sentado, la voltea a ver y le dije:

-Ahh, mucha información de golpe, ¿no te parece?.-

-Bueno, mira el lado amable, recuerdas tu nombre, por tu longevidad deberías tener la inteligencia de un niño.-Dijo con una sonrisa media extraña

Por supuesto no me reconforto en lo absoluto pero lo tome como una forma en la que ella trataba de tranquilizarme. En resumen todo estaba lleno de bestias, el malo de todas las historias… ¿De todas las historias? ¿como se historias si perdí la memoria?. Suspire y me levante.

-Todo esto es tan confuso, no se hasta que punto pueda digerirlo todo pero hasta entonces, ¿puedo hacer algo para ayudar?.-Le dije mientras me acercaba hacia ella

-Supongo que primero deberías ver el lugar y después quizá te diga si necesito tu ayuda.-

Asentí y me disponía a irme de la habitación, no sin antes voltear y decirle:

-Gracias por salvarme.-

Ella solo sonrió, después de eso me fui.

Di un recorrido por todo el lugar, casi todo era igual, salas y salas vacías, algunas con las mismas cámaras como en la que desperté yo, pero sin nadie dentro. En el transcurso de aquello me fui dando cuenta de algo, parecía que no había mucha energía, lo notaba porque en algunas salas la luz era menor que en otras y en otras simplemente no había luz, así que se me vino a la mente que esa podría ser mi primer tarea. Con eso fui a una pequeña caja amarilla en un rincón del pasillo donde caminaba, mi plan inicial era abrir la puerta con delicadeza, pero no funciono así que solo rompí la tapa jalándola hacia atrás. Mientras veía la estructura y todos los aparatos que servían en aquel artefacto note que sabia exactamente que hacer y ya hasta sabia cual era el problema, no se que tipo de perdidas de memoria existen pero yo recordaba a la perfección aquel mecanismo, agradecí el hecho de que no necesitara un repuesto de algo porque no tenia ni la mínima idea de donde conseguirlo. La caja estaba compuesta a grandes rasgos de botones y luces de colores para ponerlo de forma simple, operaba con energía solar, pero había cosas que no estaban en su lugar, solo fue cuestión de quitar los estorbos y dejar fluir la energía.

Cuando termine la energía y la luz llegaron al instante. Me levante y me sentí muy satisfecho por mi trabajo, pero antes de salir de el pasillo Angela me corto el paso. Estaba asustada y nerviosa, pensé que algo había sucedido, pero justo antes de preguntarle dijo:

-¿Quien conecto la energía de nuevo?, ¿fuiste tu?, ¿¡Porque!?.- exclamo eufórica.- Esto tiene solución, déjame a mi.-

-¿Que he hecho Angela?.- pregunte preocupado

-No importa ya, rápido ve a la puerta principal y cierra la puerta con esta llave.- Me entrego una esfera verde bastante brillante.- Nos dará tiempo para escapar de aquí, ¡ve!, vamos ¡corre!.

No dije nada y solo salí disparado por el pasillo. Tenia la mente llena de preguntas, ¿que provoque con lo que hice?, rayos, solo quería ser de utilidad.

Llegue a lo que creo que es la puerta, era gigantesca, en las orillas desprendía una luz azulada que dejaba ver lo que había fuera, había un lago enorme y todo estaba rodeado de arboles, el cielo nocturno era hermoso y la luz de la luna iluminaba todo alrededor. Después de dejar de ver el paisaje , busque en donde debía poner la esfera, todo estaba desgastado y viejo así que no podía ver exactamente que era tal cosa. Después de mucho buscar no encontraba nada en forma circular, cada ves me desesperaba mas, y solo empuje la bola en una ranura hexagonal, pero la bola se transformo y se adapto a aquella forma. La ranura comenzó a brillar y supuse que debía presionar otra ves, pero antes de que lo hiciera escuche un grito de una mujer, en su grito pedía ayuda. Sabia que debía cerrar la puerta como me dijo Angela pero algo en mi me empujaba a ayudar, pero aleje mis pensamiento me concentre en la ranura… cinco segundos después ya había atravesado la puerta y seguía los gritos de aquella mujer, mientras rodeaba aquel inmenso lago divise una luz en el bosque, era ella, iba encima de una carreta tirada de dos caballos, se escuchaban disparos que provenían de la misma carreta, cuando intente acercarme algo salio del bosque y se abalanzo sobre los caballos haciendo que la carreta volcara. Corrí a toda velocidad para ayudar, y cuando llegue a la carreta había una chica, su cabello era castaño y tenia ropa sencilla, la cargue y me iba a dirigir hacia la parte trasera hasta que aquella cosa salio de la penumbra y la luz que llevaba la carreta me revelo su forma. Era parecido a un perro erguido en sus dos patas, tenia las piernas mas largas y robustas que los brazos los cuales eran cortos y algo delgados, a pesar de tener forma de perro carecía de pelo completamente, lo cual lo hacia parecer aun mas grotesco y aterrador, su mandíbula era tanto larga como gigantesca llegaba hasta su cuello mostrando unos dientes largos y finos perfectos para desgarrar carne con facilidad, tenia cuatro ojos, dos rojos y dos verdes, los cuales estaban intercalados unos de otros, todos miraban a lados distintos hasta que se fijo solo en mi, baje a la chica suavemente y no hice movimientos bruscos y cuando voltee la mirada ya estaba encima mio, tenia una fuerza increíble y unos dientes aun peores, gracias al tamaño de sus brazos logre sostenerle la mandíbula con mis manos antes de que pudiera morderme, solo nos quedaba forcejear hasta ver al ganador de aquel encuentro hasta que del silencio del bosque una explosión de una escopeta le dio directamente en el cráneo a aquella cosa. Me lo saque de encima y voltee a todos lados asustado, cuando me calme note a una chica muy herida con la escopeta en mano, cuando me vio se sorprendió y después dijo:

-Ayúdanos por favor-. Eso antes de que se desvaneciera y cayera al suelo.

Me levante para hablarle pero en eso un chillido salio de la criatura y después grito en una voz demoníaca:

-ESTÁN AQUÍ, VENGAN MIS HERMANOS, DEVORENLOS A TODOS-. Dicho eso se rió a carcajadas hasta que fue cesando poco a poco.

¿A quien le hablaba esa bestia?, me preocupo mucho así que intente cargar a las dos chicas lo mas pronto posible, pero antes de hacerlo logre escuchar pisadas muy fuertes en el bosque, se escuchaban como si fueran golpes hacia la tierra. Ahora sabia a que se refería, estaba llamando a mas de los suyos. Mis nervios subieron bastante en cuanto seguía escuchando las pisadas, sabia que no lograría llevarme a las dos sin que antes esas cosas nos alcanzaran, en aquel caso mire a la carreta por algo de utilidad y visualice una lanza de caballero en forma de hacha, en cuanto la tome sentí mucha familiaridad con el arma, el peso, los movimientos, hasta la posición de usarla, un bocado de nostalgia me golpeo. Mientras me distraía con el arma los pasos cesaron y el bosque quedo en un total silencio, moví a las chicas detrás mio y me prepare para lo peor. Estaba en medio de la oscuridad, solo la luz de la carreta me iluminaba pero por lo demás no podía ver nada, así que no podía saber de que lugar atacarían las criaturas me comenzó a dar algo de ansiedad y me temblaban las manos, pero me pare y respire hondo, cerré los ojos y solo me confié de mis oídos. No escuchaba nada hasta que… una rama se partió detrás mio, voltee rápido y una criatura salto desde los arbustos, antes de que llegara me agache y le clave la lanza en el pecho, lanzandolo de nuevo al bosque, después de el todos salieron de golpe, alcance a ver a cuatro que se quisieron abalanzar sobre mi, di un salto hacia atrás y le enceste un golpe a uno, otro llego por mi espalda y le di un golpe con la parte trasera de la lanza, aun de frente tenia otro queriendo darme un zarpazo pero lo bloquee con la lanza y después le degollé el cuello con la parte afilada de ella, me fije de nuevo al que había golpeado y justo cuando abrió el hocico le encaje la lanza, voltee a ver el ultimo que quedaba, para ser un monstruo parecía nervioso, en el dialecto deficiente que manejaba llegue a escuchar algo «mis hermanos.., debo avisarle a Dimarius» y después emprendió la huida, sabia que no era bueno que llamara a nadie así que calcule y le arroje la lanza sentándole un golpe en la cabeza.

Me quede viendo el panorama, estaba cansado a la vez que asustado, los cuerpos de las criaturas comenzaban a desangrarse. Me fije en las chicas, una ya estaba despierta y me miraba con asombro y miedo, era la de pelo castaño, la que cayo en la carreta, me acerque a ella y le dije:

-Las vengo a ayudar, las llevare a un lugar seguro, confía en mi por favor.- Le dije mostrandole la sonrisa mas sincera que puede haber en un momento como ese.

Ella solo asintió y le di la mano, puse su brazo sobre mi hombro y cargue a la otra chica, me gustaría decir que fue muy delicado pero gracias a que mi cuerpo no era muy robusto la cargue como si fuera un costal de papas. Caminamos despacio hacia donde salí, después de llegar al lago entendí que había hecho, el lugar se ilumino de un verde intenso, que se lograba ver desde lejos, pero la luz se extendía hacia arriba de una forma muy extraña, básicamente revele la posición de el refugio de Angela, me sentí sumamente estúpido ante ello así que camine mas rápido para poder enmendar mi error. Cuando llegue Angela me esperaba afuera, se notaba furiosa y preocupada.

-Te dije que cerraras la puerta no que trajeras mujeres.- Me reprocho.

-Están heridas, necesitan nuestra ayuda, por favor Angela-. Le suplique viéndola a los ojos.

-Necesitamos huir si nos quedamos nos encontraran-. Respondio

-Se como arreglar esto, ademas me deshice de algunos atras, por favor Angela-. Suplicándole de nuevo.

Duro un rato pensando hasta que por fin accedió dejándome pasar. La otra chica solo miraba asombrada todo, cuando entramos las deje en manos de Angela para arreglar lo que había hecho, corrí hacia la caja que había abierto y busque una pieza, era como una estrella de color morado, ese artefacto iluminaba y daba la localización, cuando por fin la encontré la arranque de golpe y salí corriendo de ahí, no le di explicación a Angela y me fui del templo, corrí a toda velocidad hacia un barranco que había visto antes, la luz del templo se había apagado pero aun podían saber donde estábamos, cuando llegue sostuve el artefacto con fuerza y lo lance lo mas lejos que pude, cayo muchos metros abajo, me quede parado viendo hacia donde iba, al perderle de vista me disponía irme, pero una luz en la lejanía me cubrió el cuerpo, era nítida, así con eso de frente fue cuando amaneció.

CAPITULO 2: Codicia

Me quedé parado contemplando aquel bello amanecer, el viento soplaba detrás mío y movía mi cabello, mechones de mi cabello se ondulaban, cuando los vi apenas caí en cuenta que tenía el cabello de color verde, un color peculiar me pareció, pero ¿qué sabía yo de eso?; me había dado cuenta de que necesitaba mucha información, pero no sabía dónde comenzar. Me di media vuelta y me disponía a irme, pero sentí la brisa mañanera por mi cuerpo y me pareció muy agradable, tenía los brazos sucios y supuse que la cara aún más, así que me acerque al lago y empecé a limpiarme, cuando acabe vi mi reflejo en el agua, mi cabello era de un color verde pasto y mis ojos igual, no recordaba cómo era mi rostro, pero era… bien parecido.

Deje de adularme y me pare, camine hacia el templo, Angela se asomaba por la puerta, tenía el ceño fruncido y creo que me esperaba. Cuando me acerque al templo ella vino hacia mí.

-Tus damas ya fueron atendidas señor, ¿algo más? – Me dijo Angela en tono irónico.

– ¿Porque estas molesta?, ¡las salvamos! – Le respondí con alegría

-Estuve resguardando este lugar durante años, no quiero convertirlo en un albergue. –

– ¿Y porque no?, hay salas y salas vacías, ¿porque no ayudar a los demás si lo podemos hacer? –

-Porque… no, la gente ahora solo piensa en ella, no sé de qué son capaces. –

– ¿Y yo?, ¿no confías en mí?, creo que, en tiempos como estos, donde esas cosas andan sueltas. – apunte hacia el bosque donde la luz de la mañana dejaba ver los cuerpos de las bestias. – deberíamos estar más juntos que nunca.

Angela suspiro y volteo a ver el lago mientras me hablaba.

-Los humanos… tan unidos, está bien hombrecito, tu gana. – Después de decir eso Angela soltó una sonrisa tan natural y hermosa.

-Sabes, deberías fruncir el ceño menos, tu rostro es muy boni….- Aquí me di cuenta de que estaba diciendo lo que pensaba.

– ¿Dijiste algo? – Pregunto mientras volteaba a verme de nuevo

-No, no, en absoluto. – Respondí ocultando mi nerviosismo, alegrándome por mis adentros que no estaba prestando atención.

-Bien, será mejor que tu hables con ellas, conmigo solo se quedan embobadas viéndome. –

-Si, está bien. –

Entramos en el templo y lo primero que veo es aquella chica que cayo inconsciente apuntándome con una escopeta, levanté las manos y le sonreí a Angela con nerviosismo y ella solo se veía tranquila. Cuando apenas iba a hablar, la chica tomo su arma, la volteo y me la entrego mientras inclinaba la cabeza.

-De donde vengo los guerreros que son salvados en batalla por alguien deben entregarle su arma en señal de agradecimiento, por favor, acéptala. – Me dijo la chica mientras me acercaba el arma.

Voltee a ver a Angela y me hacia el ademan de que la tomara. Supuse que si la rechazaba sería una falta de respeto hacia ella. Así que solo la tomé y le dije:

-Muchas gracias y no fue nada. –

Cuando la chica se paró pude verla mejor que hace un rato, era alta (al menos para mí), tenía el pelo castaño y ojos cafés, era de tez morena, llevaba una armadura de cuero con hombreras de metal.

– ¿Estas mejor?, ¿cómo está tu amiga? – Le pregunte a la chica.

-Si, estamos bien, ella nos curó. – Me contesto señalando con los ojos a Angela

-Mag, deberías ver que necesitan y hablar con ellas, yo por mi parte iré a ver unas cosas, con la energía de vuelta creo que me divertiré un rato con algunas cosas. – Dijo Angela mientras se iba flotando a la habitación de control.

Me quedé viéndola hasta que se fue, después de eso le hice caso y fui con ella a la sala donde estaban. Fuimos por el pasillo donde están todas las puertas a las salas, a decir verdad, la estructura del templo era… simple, tomemos como referencia la puerta principal, al entrar este algún tipo de estancia, en el suelo hay varios círculos con distintos diseños, de ahí a la derecha esta la sala de control, donde Angela se la pasa, después al frente de la puerta principal hay un largo pasillo lleno de salas, cada una igual. Y esa sería la estructura básica del templo, la gran mayoría de él es blanca, como el mármol, pero también compartía tonos azules gracias a esas líneas del mismo color, la verdad que parecía muy pacifico, además de sucio.

Cuando llegamos a su sala, la otra chica estaba jugueteando con las paredes y cuando nos vio se sentó rápido en la cama improvisada que tenían en el suelo, mientras la chica que estaba a mi costado meneaba la cabeza de lado a lado.

-Minerva, conserva la postura frente a quien nos ayudó, por favor. – Le dijo la chica que estaba junto a mí.

-Si, lo siento Lyra, muchas gracias por ayudarnos. – Me dijo mientras inclinaba la cabeza.

Solo sonreí y les dije que no era para tanto, pidiéndole que se levantara. Después de eso me presente ante ellas, y ellas a mí, la que estaba sentada se llama Minerva, era una chica como de mi estatura pelo rubio, ojos verdes, tez clara, llevaba ropa de algodón, una blusa blanca y una falda larga color naranja. Hablé con ellas durante un rato, y descubrí algunas cosas, como por ejemplo que ellas provenían de un pueblo pequeño al norte de aquí, de al menos quinientas personas. Lyra era parte de una legión de guerreros, entrenados para proteger a los ciudadanos. Minerva era una recolectora de partes para crear armas, ella se dedicaba a fabricar armas para los guerreros, así que simplemente venían de ver algunos lugares de interés cuando una de esas cosas las ataco, me contaron que esas criaturas se les hace llamar acechadores, se les dice así porque pueden durar días persiguiendo a alguien o algo. Les sorprendía mucho que yo pudiera con tantos solo, y más en la oscuridad que es cuando se vuelven más fuertes y hábiles, pero les sorprendían que yo estuviera con una Frix, una criatura mítica para ellos, una deidad para muchos, se suponía que eran una raza superior a los humanos y eran considerados seres supremos por los humanos, tenían tecnología superior, y habilidades fuera del alcance de los humanos, pero cuando Mercur venció al gran héroe ellos fueron los siguientes en caer, el destruyo la mayoría de las ciudades donde vivían y se rumoreaba que estaban extintos, por eso ellas se sorprendieron al verla.

Ahora que ellas hablaban de eso yo no había notado que ella no era humana, si, sabía que ella era muy diferente a mi o a ellas, pero jamás se me ocurrió preguntarle, no me parecía raro estar con ella. Con todo eso la palabra «humanos» que ella me había dicho antes y no tome importancia daba vueltas por mi cabeza. Que despistado era.

Continuamos hablando sobre sus viajes, cosas que habían visto, y en cierto punto de la conversación me surgió una duda, ¿quién era ese gran héroe del que ellas hablaban?, así que lo hice, les pregunte, pero cuando lo hice se me quedaron viendo como si fuera idiota, deduje que todos conocían a aquel tipo, todos menos yo. Les explique sobre mi letargo y como Angela me había salvado, primero pensaban que les tomaba el pelo, pero mientras más lo intentaba explicar y entre más me ponía serio ellas comenzaban a creerlo. Cuando lo hicieron comenzaron a surgir preguntas de cómo había sobrevivido tanto tiempo y quien era yo antes, les respondí solo lo que sabía, que tenía amnesia, que Angela me había rescatado, que estaba en una de esas cámaras en una de las salas. Ellas seguían escépticas hacia lo que yo les estaba contando, pero al ver las cosas alrededor y pensando en donde estaban lo vieron posible. Aclarado eso pudieron responderme mejor. Minerva quería explicarme, pero se trababa mucho y no sabía por dónde comenzar así que Lyra la detuvo y me contó la historia ella.

-Fue hace tiempo, existía una persona con capacidades excepcionales, nadie sabía con certeza si era un dios o había sido un humano común y corriente, lo que todos sabían es que no era de estas tierras, su nombre era Lebook. Se cuenta que tenía el poder de hablar con las bestias, cargar objetos mil veces su peso, habilidades mágicas que cualquier erudito en cien vidas llegaría a lograr y por último y más importante, un gran corazón. Un día como cualquier otro, el recibió un llamado, había unas criaturas desconocidas atacando el castillo, salió al combate en su fiel montura, un dracunicos, llego a toda prisa al castillo y destruyo sin problemas a los invasores, pero… fue ahí cuando el ataco, Mercur, se dice que el combate fue arduo, pero a través de una técnica desconocida para Lebook logro vencerlo. Nadie sabe de dónde llego Mercur, ni que quería de aquel encuentro, solo sabemos que desde que llego su ejército se esparció por todo el mundo y no solo su ejército, muchas razas se le unieron intentando obtener algo de todo esto .- Los ojos de Lyra miraban al suelo mientras contaba la historia – La derrota de Lebook marcó un antes y un después en la historia, desde entonces todos los que le han querido hacer frente a Mercur no llegan ni a la entrada de su fortaleza.-

– Y, ¿qué quiere Mercur? – Pregunte con curiosidad

-No lo sé, destruir todo, creo…- Me contesto Minerva

– ¿Y entonces porque no lo ha hecho?, tiene más de quinientos años, ¿porque no nos ha acabado? – le conteste

Minerva quiso contestar, pero prefirió seguir meditando la respuesta, y Lyra contesto:

– Nadie sabe, pero si sabemos que solo nos hace la vida imposible, cada vez hay más de esas criaturas. – Dijo furiosa, después soltó aire y respiro – Pero ¿sabes quién es nuestra esperanza? – Ella volteo a ver a Minerva. – Esta chica construye armamento muy letal, como esa escopeta que te di. Señalo el arma que deje en el suelo. – Penetra en los cuerpos de las criaturas como un cuchillo caliente a la mantequilla, gracias a ella las batallas con esas cosas van a nuestro favor.

Minerva solo jugueteaba con su pelo disimulando lo avergonzaba que estaba por los halagos que le hacía Lyra.

Seguimos hablando hasta que mencionaron su pueblo, decían de dificultades que estaban teniendo los últimos años, los acechadores se habían instalado muy cerca de su pueblo lo cual les generaba muchos problemas, no solo roban sino que también asesinaban a la gente y raptaban a las mujeres. Las dos parecían muy deprimidas por el tema, iba a decirles algo pero Lyra me gano la palabra, me estaba pidiendo ayuda en un plan que iban a llevar a cabo para acabar con los acechadores, Lyra me decía que con mis habilidades de combate iba a ser muy útil, que en su pueblo había muy pocos guerreros y mi ayuda serviría de mucho.

Lo primero que pensé es que era muy precipitado, acababa de despertar de un sueño de quinientos años para ir al combate tan pronto, pero debo admitir que una parte de mi quería ayudarlas, no solo por lo desesperadas que se veían sino que algo en mi me pedía ir, como si de alguna clase de instinto se tratara. Ademas, quería saber la opinión de Angela, no podía irme así como así, me había salvado la vida solo para irme de repente, agregando que yo tampoco quería dejarla aquí sola. La duda se debió reflejarse en mi rostro y Lyra me dijo que me lo pensara. Justo en eso Angela me llamo desde la sala de control, me levante para ir y antes de salir de la sala escuche a Minerva regañando a Lyra por la forma tan brusca de pedírmelo siendo que ellas estaban en deuda conmigo, solo sonreí ya que aquello me había dado gracia.

Cuando llegue con Angela en la sala había muchos escarabajos, parecían mecánicos y tenían líneas verdes en sus cuerpos, eran brillantes y estaban por todo el lugar.

-Ahora que hay suficiente energía pude despertar a estos pequeños amigos. – Decía Angela mientras sostenía uno de esos escarabajos y me lo pasaba.

-Son lindos, supongo… y ¿de qué sirven? – Le pregunte

-Limpian, reparan y son exploradores si se les da la orden, bastante eficientes la verdad. –

Mientras decía eso el escarabajo recorrió mi cuerpo, sus patas rozaban mi espalda y costados haciendo que me retorciera por las cosquillas que sentía, a Angela le pareció gracioso y comenzó a reír.

– Ya pequeño, deja de atormentarlo.- Dijo Angela quitándome al bicho.- No te llame aquí para que vieras este espectáculo sino para disculparme por mi comportamiento antes cuando regresaste la energía, estaba muy asustada por el santuario y por nosotros, yo soy la encargada de este lugar y no supe mantener la calma, en cambio tú, que te fijaste en cómo resolverlo, cuando saliste por la puerta para ayudar a las mujeres sentí que hice lo correcto al salvarte.- Me dijo bajando de apoco a mi altura.- Además, sin ti no sé cuánto hubiera tardado en reconectar la energía de vuelta.

Le quería decir que no era nada y que me sentía muy alagado, pero antes de que pudiera, todo se apagó, de un momento a otro ya no sentía mi cuerpo y todo estaba oscuro.

Me desperté, seguía en el templo, estaba boca arriba porque veía las líneas en el techo, mi cabeza estaba en algo suave, me levante y cuando voltee a ver en donde estaba reposada mi cabeza me ruborice al instante. Me había dormido en la pierna de Angela, ella estaba dormida también, pero cuando me levanté la desperté sin querer.

– ¿Dormiste bien? – Me pregunto Angela sonriendo

– Si, eso creo. – le respondí intentando disimulando mi vergüenza.

– Te quedaste dormido justo cuando hablamos, eso fue culpa mía, debí advertirte de los efectos del letargo, como dormimos mucho tiempo nuestros cuerpos se acostumbraron, así que cuando pasamos mucho sin dormir simplemente el cuerpo no lo soporta y se desmaya. – Se levanto y comenzó a flotar de nuevo. – Cuando te dormiste te fuiste encima mío y me tumbaste, no soy muy fuerte así que tuve que traer a los mecadrajos para levantarte y con ellos construí esa banca donde dormíamos.

-Lamento mucho dormirme encima tuyo, ha sido sin querer. – Literalmente. – pero ¿porque estabas dormida conmigo? –

-Ahh… Bueno es que te veías tan cómodo durmiendo que a mí también me dio sueño, así que me senté a lado tuyo y como la banca no se veía cómoda puse tu cabeza en mi pierna para que pudieras descansar después de lo agitado de tu despertar ayer. –

-Ya veo, muchas gracias. – Le conteste ruborizado

-Oh, por cierto, tus amigas fueron a conseguir algo de comer, les dije que no era necesario porque tenía raciones guardadas, pero por alguna extraña razón no quisieron, no sé a qué se deba la verdad, pero dime ¿quieres comer? –

Le conteste que sí y fuimos a donde ella tenía sus raciones, eran cuadros de distintos colores, sin olor, no se veían muy apetitosos y ahora entendía porque las chicas se habían negado. Fuera de los prejuicios antes dichos, la comida sabía bien. El cubo que me dio Angela sabia a una combinación de frutas frescas y pastel era muy delicioso, pero también muy llenador, no llevaba ni la mitad cuando sentí que iba a reventar. Angela me explico que se debe a que su raza come más que los humanos, y para no tener tanta comida la transforman en estos cubos.

Mientras comíamos le conté a Angela sobre el viaje que me proponían las chicas. Al principio se me quedo viendo extraño, como si le disgustara la idea, pero después su rostro cambio mostrando una cierta aceptación.

-Por un lado, no me parece bien que vayas, apenas acabas de despertar y tengo que cuidar de que no haya más efectos secundarios, pero por otro lado puedes socializar más con la gente. – Se quedo un rato pensativa. – Hagamos esto, quédate aquí tres días, veremos si tienes cambios, sino es así puedes ir, ¿te parece? –

Asentí, sentía que Angela me trataba como si hijo, pero en cierta forma me gustaba.

-Por la diosa, me sentí una madre por un momento, pero espero que entiendas porque lo hago. – Me dijo Angela mientras reía.

Por un instante creí que me había leído la mente, pero igual reí con ella.

Así termino eso, paso el día y las chicas volvieron, les conté sobre las condiciones de mi ida y aceptaron esperar, su viaje era de una semana y con esos tres días se completaría más o menos. El día siguiente ayude a Angela a reparar cosas por el templo, luces, circuitos, algunas cosas en la sala de control, conversábamos, y Angela me contaba que ella era la encargada de curar a los que llegaran al templo, por eso tenía poco conocimiento de los mecanismos. Al segundo día yo y las chicas junto a los mecadrajos reparamos la carreta y buscamos a los caballos. Al tercer día Lyra preparaba las cosas para el viaje y Minerva veía los materiales que Angela desechaba, buscando algo que fuera de utilidad en ellos, graciosamente tomo una tercera parte de los desechos. Cuando llego el cuarto día me prepare para irme, Angela me dio ropas negras casi idénticas a las que tenían, pero estas eran nuevas, me dio también una mochila de tamaño mediano, un mapa y botellas de con una sustancia verdosa, me explico que si me herían tomara eso y las heridas se irían en segundos, se despidió de mí y de las chicas, y partimos.

Fue difícil alejarme del templo y dejar sola a Angela, pero me convenció al decirme que sería beneficioso ya que vería yo más cosas y ella podría reformar el santuario a su gusto, fue cuando acepte ir. Vi a lo lejos a Angela y le decía adiós mientras nos íbamos y ella me respondía, sentía extraño, pero a la vez me emocionaba el viaje.

Fuimos por el camino y las chicas me explicaban algunas cosas, como por donde ir si vas en un camino, qué hacer con los bandidos, etc. Lyra me iba enseñando como recargar el arma que me había dado, era un proceso sencillo ya que eran solo dos balas, pero igual puse atención. A la mitad del camino, mientras yo dibujaba cosas en el mapa para tener referencias escuché algo entre los árboles, las ramas se movían y agitaban, no parecían pájaros pues lo hacían muy brusco, no quería alarmarlas, pero igual estuve alerta. No pasaron ni dos minutos que había escuchado el ruido cuando de los arboles cayo una figura humana enfrente de nuestra carreta. Me fui hacia adelante para poder verlo, era una especie de humanoide, pero tenía alas de insecto, parecidas a las de las libélulas, su cuerpo era de un color negro brillante y sus ojos eran de color azul zafiro, parecidos a los insectos igual a pesar de que su cabeza si parecía humana, viendo su cabeza tenía protuberancias picudas en la cabeza, le salían por los lados como si fueran picos y tenía manos con tres dedos solamente, de la misma forma eran los pies. La criatura que había caído no parecía querernos hacer daño, de hecho, él ya estaba herido, tenía su mano puesta en un costado y sangraba, era una sangre amarilla y espesa, se iba acercando poco a poco a nosotros.

– ¡Un Libano!, ¿qué quieres de nosotros insecto asqueroso? – Exclamo Lyra desenfundado su arma y apuntando hacia él.

– Vengo a pedirles ayuda. – Decía el libano entre tosidos, hablaba entre cortado y con un tono de zumbido. – también a advertirlos.

– ¿De qué? – Le pregunto Lyra apuntándole aun

– A mí y los míos nos atacó unas cuchillas negras. – Le respondió

– Un espantapájaros…- susurro Minerva

Sin previo aviso Lyra bajo la carreta fuera del camino hacia los arbustos y nos pidió que le ayudáramos a esconderla. Minerva lo hizo al instante, pero yo aun no sabía que sucedía, no podía quedarme ahí parado y fui por el libano, lo ayude a bajar y de mi mochila saque los frascos que me dio Angela. Lo recosté y estaba por darle de tomar uno de los frascos cuando me dijo:

– ¿Que eso? – Me pregunto

– Medicina. – le respondí

– No lo parece, más bien veneno dirás. – Me dijo con tono de enojo

– Si te fuera a matar te dejaría ahí tirado, pero si no lo quieres tomar por mí no hay problema. – Le dije mientras guardaba las botellas.

– Discúlpame por favor, estoy muy alterado, lo beberé todo. –

Se lo empecé a dar y el solo lo bebía, cuando lo bebió todo fui con las chicas a ayudarles y preguntarles sobre lo que pasaba, llegue cuando ellas ya habían terminado, las dos parecían nerviosas, les pregunte que era aquello de lo que hablaban, Minerva me volteo a ver y me comenzó a contar. Según ella no era una criatura sino más bien eran parecidos a los mecadrajos con mecanismos, pero era muy letal y sanguinario, mata cualquier criatura pensante que vea, no solo humanos; se dice que cumple la orden de matar cualquier raza desarrollada, esa era la razón por la cual iba destruyendo todo y acabando con todo.

Nos quedamos ahí en los arbustos esperando y no había ruidos aparentes, todo parecía tranquilo, pero eso era lo malo, un bosque sin ruido significa que algo está pasando, así que estuve aún más alerta. Lyra estaba enfrente mío en un arbusto vigilando y Minerva estaba a mi lado, parecía algo asustada y le temblaban las manos, no quería imaginarme lo temible que debe ser esa criatura para ella estuviera así. Después de unos minutos eternos Minerva vio algo, era otro Libano que iba saliendo de los arbustos, estaba despavorido, quería salir a ayudarlo, pero antes de que saliera el Libano volteo la cabeza hacia atrás y una cuchilla gigante salió del bosque y lo partió en dos, solo vi como la sangre amarilla manchaba el camino. Cuando esa cosa salió del bosque lo vi, era un mecanismo, parecía desgastado y tenía cables por fuera, se paraba erguido y era delgado, en su color predominaba el castaño oscuro por lo oxidado que estaba, en su forma, tenía ganado el nombre de espantapájaros, además de ser delgado su torso era en forma cilíndrica, y su cabeza era ovalada, tenía un solo ojo, ese mismo se alejaba y acercaba como si enfocara algo, sus manos estaban compuestas por 4 cuchillas negras, era lo único que no parecía deteriorado.

– Necesito eso…- Escuche decir eso a Minerva por detrás de mi hombro.

– ¿El que? – Le pregunte.

– ¿Ves eso que tiene detrás de su cabeza? – Me señalo un artefacto que brillaba de un color verde, estaba salido por fuera de su cabeza. – Eso me permitirá darles poder a todas mis armas, pero es una misión suicida, sus cuchillas son lo más afilado que existe y no ha habido nadie que le gane a su velocidad.

Me le quede viendo un rato y por lo que había visto antes no discutía sobre su velocidad, eso había salido como un destello. Minerva me dijo que debíamos alejarnos un poco como lo hacía Lyra, asentí con la cabeza y nos movimos con sigilo, mientras nos movíamos escuche algo por detrás mío, eran gritos de un Libano, lo reconocí por el zumbido que producían al hablar. Voltee a ver y estaba peleando contra el espantapájaros, llevaba una maza con púas a los costados, iba directo hacia el cuándo el espantapájaros lo pateo haciéndolo volar por el aire y cayo justo encima de Lyra haciendo que ella gritara, cuando esa cosa los descubrió fue corriendo hacia a ellos una gran velocidad, corrí hacia ellos y tome la maza del Libano, cuando el mecanismo llego dejo caer su mano encima de nosotros y la detuve con el mazo, mis brazos gritaban por el tremendo impacto, agradecí que el mazo no se había roto, les grite que corrieran y eso hicieron. El mecanismo levanto su mano y con la mano que tenía libre me ataco de forma horizontal, me agache y justo cuando lo hice su otro brazo se metió adentro de su hombro y el metal de su pecho se abrió y la mano salió por ahí, logre esquivarlo apenas pero me corto por el hombro, su brazo se quedó atascado un momento y fue cuando aproveche a atacarlo en donde se veía más deteriorado, para mi sorpresa le rompí el brazo en dos, y el mecanismo empezó a hacer ruidos extraños y aproveche el momento para hacerme hacia atrás.

– Corre, ahora que esta confundido. – Me grito Minerva mientras iba hacia atrás.

Lo vi mientras corría y su ojo estaba fuera de control, y aun no se recuperaba, por mi mente paso lo que había dicho Minerva antes y no podía dejar de imaginarme esas armas, y decidí que no podía quedar así.

– Lyra, a mi señal dispárale en el ojo a esa cosa. – Le grite

– ¿Que vas a hacer? – Me grito con preocupación

No le conteste y corrí hacia donde estaba el brazo cortado, lo saque del suelo y empecé a darle vueltas, cuando el mecanismo se recuperó le grite a Lyra que le disparara, ella saco una pistola que tenía en el cinturón y le dio, cuando lo hizo lo aturdió de nuevo y yo le lance el brazo en la cara, dos de las cuchillas se le incrustaron en la cara, se tambaleaba y el brazo le colgaba, me acerque y trepe por él, subí a su cabeza y jale aquel artefacto verde arrancándolo, caí de espaldas al suelo con el artefacto en las manos, el espantapájaros sacaba chispas por todos lados y cayó hacia un lado haciendo un gran alboroto. Las chicas tardaron mucho en dejar de ver aquella cosa, pero después vinieron hacia mí.

– Eres un estúpido, te amo. – Me grito Minerva mientras me abrazaba

– Estas loco chico, pero eres un loco con habilidad. – Me dijo Lyra mientras me tocaba la cabeza.

– ¿Porque regresaste?, podías escapar sin problemas. – Me pregunto Minerva al mismo tiempo que tomaba el artefacto.

– Bueno, quería ver qué tipo de armas podías hacer con eso. – Le respondí

– ¿Solo fue por deseo?, concuerdo con Lyra, eres un loco. – Me contesto Minerva

– Pero por extraño que parezca yo veo esa codicia como ambición, y eso te llevara muy lejos. – Lyra me miraba a los ojos cuando dijo eso. – Vámonos, aún queda mucho camino por recorrer.

Me levante con el artefacto, voltee a ver lo que había hecho y si creo que si era algo codicioso…

Capitulo 3: Calma antes de la tormenta

Después de lo ocurrido me quede ahí viendo el desastre que quedo, no solo el gigantesco mecanismo que estaba retorciéndose en el suelo, sino al Libano que había matado esa cosa antes, me sentí un poco mal de no haberlo ayudado, pero fue tan rápido que simplemente no se podía hacer nada. Como no podía levantar los brazos por lo adolorido que estaba tras recibir el golpe del mecanismo, así que tuve que apoyarme de Lyra quien me ayudo a levantarme poniendo mi brazo en su hombro. Mientras caminábamos hacia la carreta Minerva se puso a lado mío y dijo:

-Ahora que nos ocupamos de esa cosa, ¿qué haremos con los Libanos? –

– ¿Deberíamos hacerles algo? – Le respondí.

-Mag no lo entiende. – Dijo Lyra uniéndose a la charla. – Los Libanos no suelen ser amables con nosotros los humanos, a lo mucho comerciamos, pero de ahí en fuera yo no los consideraría más que ladrones. Son una raza muy agresiva, hasta con ellos mismo, sus pueblos están en guerra con regularidad y a veces nos llevan a nosotros.

-Así es. – Intervino Minerva. – Además, por sus constantes guerras siempre andan escasos de recursos, por eso roban.

Nos callamos porque ya estábamos cerca de la carreta, no me había fijado pero el Libano que cayó encima de Lyra era más robusto que el que estaba herido, y se nos quedaba viendo mucho. Vi la carreta y luego al Libano robusto.

-Suelta eso, no es tuyo. – Le dije al Libano

-No sé a qué te refieres. – Dijo poniéndose nervioso

Lyra se estaba poniendo tensa ya que el Libano se sentía hostil, pero en eso hablo el Libano herido diciendo:

– ¿De verdad quieres robarle al tipo que acaba de matar un mecanismo?, eso sería muy tonto, hasta para ti. – El Libano herido se levantó y le quito de las manos la bolsa que tenía, y la volvió a poner en la carreta. – Muchas gracias por ayudarnos, a los dos. – Miro con mala cara al otro Libano.

-Yo… Lo siento, mi familia está pasando un momento difícil, siento mucho robarle a mi salvador, pero mis hijos están heridos y vi como estas pócimas curaban…-

-Tómalas. – Le dije antes de que pudiera acabar.

– ¿Como dices?, ¿lo dices enserio? – Me dijo asombrado

– ¡Mag!, ¿cómo sabes que no está mintiendo? – Me reprocho Minerva que estaba a lado mío.

-Si está mintiendo al único que le pesará la conciencia será a él. – Le respondí. – Ahora tómalas y cuida a tus hijos. –

-Muchas gracias, de verdad. – El característico zumbido de los Libanos parecía quebrado en la voz de él.

El otro Libano se rió y dijo:

– ¿Hasta dónde llega tu benevolencia humano? –

Solo sonreí y me puse encima de la carreta. Después de eso los dos se fueron, cada uno por distintos caminos, pero ya casi cuando nos íbamos el Libano más robusto regreso con una lanza en las manos. Lyra estaba desenfundando su arma y yo solo lo veía.

-Esta arma es de uno de mis hermanos caídos por el mecanismo, quiero que la tomes en señal de respeto. – Me dijo mientras extendía la lanza hacia mí.

Con mi mayor esfuerzo levanté los brazos y la sostuve, era una madera bastante dura, y en la punta tenía algo parecido a un cristal de color rojo, parecía bastante afilado a simple vista. Le agradecí por el regalo y luego de eso extendió sus alas y se fue volando. Cuando los dos se habían ido Lyra guardo el arma y se sentó en el suelo, miro al cielo y dijo:

-A veces pienso que eres muy ingenuo, pero la verdad es que falta más gente como tú en este mundo tan caótico. – Me volteo a ver y sonrió.

-Ay, que linda eres Lyra. – Le dijo Minerva que estaba al lado de ella

Lyra se sonrojo por eso y Minerva comenzó a reír por su expresión y fue hacia ella para abrazarla. Yo solo sonreí de verlas así, nadie pensaría que una era una guerrera y la otra una inventora. Minerva camino, vio los restos y dijo:

-Quiero todo eso en mi taller. –

Lyra y yo volteamos a vernos porque sabíamos que nos iba a tocar todo el trabajo y sonreímos por no llorar. Lyra comenzó a subir lo que era de mayor importancia y cuando mis brazos se recuperaron yo me le uní. Era sumamente difícil quitar algunas piezas por lo bien construido que estaba a pesar de lo deteriorado que se encontraba.Cuando ya íbamos cargados intentábamos convencer a Minerva que los caballos no aguantarían y era mejor regresar después, fue difícil hacerlo, pero termino accediendo. Todos subimos a la carreta y Minerva no podía dejar de ver el artefacto verde que le quite al mecanismo, le daba vueltas y vueltas como esperando a que aquella cosa le dijera algo, para sacarla de su trance Lyra le pellizco la mejilla, pero aun así no reaccionaba.

-Espera un poco…- Me dijo Lyra

Después de un tiempo Minerva grito como si apenas lo hubiera sentido. Lyra y yo reíamos por los quejidos de Minerva y lo mucho que había tardado en reaccionar. Minerva siguió viendo el artefacto y decidimos mejor que continuara viéndolo. Como Minerva estaba ocupada se pasó a la parte de atrás para revisar todo, así que me quede con Lyra charlando adelante.

-Quien lo diría, eres muy fuerte, ¿no será que dormir 500 años da fuerza sobrehumana?.- Dijo Lyra mirando al frente.- Es que bueno, levantaste el brazo de esa cosa sin problema, y encima se lo tiraste, no es algo que se vea todos los días, en el pueblo hay personas así, se les llama zveris, son personas que supuestamente tienen el espíritu de una bestia y eso les otorga una fuerza increíble, pero no creo que sea tu caso, es decir, ellos son tipos muy grandes, tu sin embargo apenas creería que puedes levantar una caja.-

Me vi las piernas y me toqué el pecho, y después le dije:

– ¿Tan flacucho me veo? –

-No, no lo decía por eso. – Soltó una risita. – Solo que no te ves capaz de algo así.

-Bueno, ni yo mismo me explico a ser sincero, solo pensé en que podía hacerlo y así lo hice. –

– ¿Con que mental?, mi maestro, quien me entreno nos decía que todo estaba en la mente, el dolor, la fuerza; que debíamos mentalizarnos para saber lo que íbamos a hacer. – Aquello lo decía con mucha seriedad.

-Hablando de eso, ¿creo recordar que me habías dicho que eras parte de un grupo élite?, o algo así. – Le pregunte

-Así es, soy parte de los Naolin, somos personas escogidas por tener habilidades especiales, por ejemplo, yo tengo una puntería incomparable. – me volteo a ver y me guiño el ojo.

Lo triste es que tenía razón, aquel tiro al ojo del mecanismo siendo que se estaba moviendo de forma errática logro darlo justo en el centro, así que mejor no la cuestione sobre eso.

-Los demás. – continuo ella. – tienen mucha fuerza, resistencia, velocidad, así sucesivamente.Nos dividimos en dos partes, los guerreros y los guardianes. Yo pertenezco a los guerreros porque mi precisión sirve más en batalla, pero a todos nos entrenan de la misma forma. Los guardianes por otra parte protegen el pueblo además de cumplir ciertas peticiones de este. Alguna vez fui guardián y la verdad es un trabajo más exhaustivo que ser guerrero, siendo guerrero solo vas a la batalla y se termina el trabajo, en cambio los guardianes tienen que estar disponible a cualquier hora, ese trabajo exige mucho y no es para todos.

-Pero ¿qué no ser guerrero es más peligroso? – Le dije por curiosear un poco

-No necesariamente, si es verdad que los guerreros se llevan más gloria, pero los guardianes tienen que vigilar el pueblo de cualquier amenaza. – Se puso más seria y continuo. – Una vez cuando yo aún era una novata, existió un grupo de guardianes quienes habían completado el entrenamiento en un tiempo muy corto, todos en el pueblo estaban asombrados, hasta el mismo maestro lo estaba, era un grupo excepcional y es por eso por lo que formaron un equipo. Sus nombres eran Will «el cazador», Math «el tirador», Bruno «la bestia» y finalmente Denna «la bailarina de espadas». Esos nombres les fueron dados gracias a sus distintas habilidades, no era para menos cada uno desempeñaba muy bien su trabajo, tenían una formación perfecta para defender y contraatacar, los veía practicar todos los días, simplemente eran magníficos. Su formación era simple pero eficaz, Bruno y Denna iban al frente mientras Math disparaba desde atrás, al mismo tiempo que Will acaba con los más fuertes desde sus puntos ciegos. Estos individuos defendieron muchas veces el pueblo en aquel tiempo, pero una noche se enfrentaron a su mayor reto. Era una noche tormentosa, llovía a cantaros y el viento era terrible, nosotros los novatos nos quedábamos en el edificio principal por el entrenamiento mientras que los guardianes cuidaban los alrededores. El centinela aviso que se acercaba algo, pero debido a la lluvia y la noche no podía identificar que era, todo paso muy rápido, pero más tarde que temprano nos dimos cuenta que era un ataque, eran alrededor de treinta acechadores, cuando apenas íbamos por nuestras armas los guardianes ya estaban en el calor de la pelea, muchos acechadores los rodeaban pero aun así les hacían frente, por otro lado los novatos nos encargábamos de rescatar a la gente debido a que faltaban los guerreros que estaban explorando. Todo iba bien hasta que llego su alfa, era un acechador más grande y fuerte que los demás.- Lyra agito la cabeza y siguió relatando la historia.- Aún puedo recordar a ese horrible monstruo, mato a muchos de mis compañeros y me hubiera matado a mí de no ser por los guardianes, fueron contra el sin vacilación ni miedo, fue ardua la batalla pero al final termino ganando el alfa, aun así los guardianes consiguieron ahuyentarlo, a un costo muy alto, a cada uno de ellos les dejo heridas fatales las cuales provocaron su muerte, no solo me salvaron la vida sino que habían salvado a todo el pueblo, aquel día se habían llevado mi completo respeto y admiración.-

Después de eso nos quedamos callados, no porque se volviera incomodo, sino porque yo no sabía que decir ante aquella historia y ella ya no tenía más que decir. Decidí mejor ver el paisaje y esperar a llegar, el templo realmente no estaba tan lejos del pueblo al ver el mapa, ya que una vez Lyra me indico donde se encontraba el pueblo me di cuenta que solo eran unas 3 horas caminado, supongo que el camino se me había hecho largo debido al desagradable encuentro que habíamos tenido antes pero después me surgió una duda, ¿porque si estaba tan cerca nadie se había percatado de que había un templo ahí?, cuando le pregunte a Lyra me dijo que antes de que yo saliera de esa puerta ese lugar parecía solo una gran roca. Fue ahí cuando pensé que el templo tenía alguna especie de camuflaje o algo parecido, quizá cuando active la energía el templo volvió a sus funciones, revelando así nuestra posición en medio de la noche, puede que Angela estuviera enterada de los peligros del exterior y por eso se alteró tanto. Me sentí mal por aquello, eso me pasa por meterme en donde no me llaman.

Para cuando había dado cuenta Lyra me estaba hablando, habíamos llegado al pueblo. Miré hacia adelante y es difícil describir lo que vi.Aquello no parecía un pueblo, me imaginaba algunas casas y un ayuntamiento, pero esto era completamente distinto. Para empezar todo el pueblo estaba en relieve de depresión, en el centro de la depresión se alzaba un edificio hecho de piedra y en la ladera que rodeaba el edificio había espacios lo suficientemente horizontales para las casas, de las cuales también estaban hechas de piedra sólida. En lo más alto del pueblo se encontraba un lago donde estaban conectados distintos canales que rodeaban el pueblo e iban descendiendo hacia todo el pueblo. Las granjas también estaban en lo más alto, un poco cerca del lago para así alimentaran los cultivos.

Todo el lugar era impresionante, las estructuras, los canales, hasta las granjas eran impresionantes. Cuando vi aquello lo primero que se vino a la mente es que era un imperio y no un simple pueblo. Estando por llegar Minerva salió de la parte de atrás y se puso enfrente con nosotros.

-Nuestro hogar, al fin. – suspiro Minerva a lado mío.

-Se siente como si hubieran pasado meses. – Menciono Lyra.

– ¿Porque decían que esto era un pueblo? – Les dije asombrado.

-Pues, porque…- Lyra se quedó pensando un rato la respuesta. – Es extraño, ¿cómo clasificas un pueblo?, no es una pregunta que me haga a menudo.

-Es un pueblo porque somos pocas personas. – Intervino Minerva. – Si fuéramos más quizá podríamos ser una ciudad, pero somos muy pocos porque…- Su tono se ensombreció.

-Porque morimos más de los que nacemos. – termino la oración Lyra. – Los acechadores nos tienen en una muy mala situación desde hace unos años, nos atacan de a poco y secuestran a las mujeres, ellos aumentan en número y nosotros descendemos.

– ¿Porque llevarse a las mujeres? – Les pregunte intrigado.

-Entre los acechadores no hay hembras, usan mujeres para reproducirse. – Me contesto Minerva.

– ¿Y los guerreros no pueden contra todos? – Volví a cuestionar.

-Ese es el problema. -Me contesto Lyra. – Los acechadores son muy fuertes, solo dos de ellos podrían con cualquiera, además de que nos atacan de que nos atacan cuando estamos solos, entrenar a un guerrero es tardado y es por eso por lo que te pedí tu ayuda; tu solo te encargaste de cuatro de ellos y sin ningún rasguño, yo sé que pedirte tu ayuda fue precipitado, pero de verdad estamos en un mal momento. –

Minerva me tomo la mano y me vio a los ojos.

-Pero no te preocupes, con lo que conseguimos les haré armas muy poderosas para que acaben con esas bestias malvadas. – Exclamo ella alegremente

Yo le sonreí y solo le asentí. Me quede pensando un rato luego de lo que hablamos, ellas intentaban disimular, pero las dos parecían tristes, pero Lyra, su rostro refleja una gran furia, no sé cómo lo sé, pero si la veo a los ojos es lo primero que siento, no era para menos por la historia que me había contado antes, aun así, eso me alegro de estar aquí para ayudar.Además, me llamo la otra cosa, a pesar de que se perfectamente que voy a luchar no estoy nervioso ni asustado, me da a pensar que hace tanto tiempo si era un soldado, me resulto reconfortante por alguna razón.

Finalmente habíamos llegado a orillas del pueblo y para bajar había una escalera hecha de piedra, me preguntaba como bajaríamos con la carreta hasta que Lyra me dijo que bajara a ayudarla, acepte, aunque no sabía bien a qué. Baje y di la vuelta hacia atrás de la carreta, Lyra tenía una caja de madera bastante grande, en ella íbamos a poner todos los materiales, obviamente no todos iban a entrar así que Lyra dijo que iba por otras, cuando voltee a ver hacia donde iba me sorprendió ver una casa a la cual entro Lyra como si nada, de ella salió un hombre de mediana edad y gran barba, saludo a Minerva y después me miro a mí, se quedó gran rato mirándome con asombro, me preguntaba por qué hasta que note hacia donde veía, estaba viendo mi cabello, supuse que el color verde no era muy común debido a la reacción del señor, luego de un rato Lyra salió con otra caja, el hombre le pregunto por mí, y ella le contesto que era un amigo fue ahí cuando me saludo. Comenzamos a poner todo en las cajas, Lyra y Minerva iban acomodando todo en las cajas de forma que lo frágil estuviera bien protegido, yo por mi lado llevaba las cajas llenas a aquella casa, poco a poco la carreta se iba vaciando; solo entraba y dejaba las cajas, pero al poco tiempo se volvía monótono, en mi encantador trabajo note que algunos si se divertían. Se escuchaban las risas de Lyra y Minerva mientras bajaban las cosas, jugueteaban con las piezas y creo haber escuchado algunas bromas, se veían muy lindas las dos, me daba un cosquilleo en mí no sé qué, en ese lugar de quien sabe dónde, que me hacía pensar que era algo más.

Todas las cosas ya estaban en cajas y en su sitio, cuando estaba volviendo a la carreta Lyra me detuvo para decirme que sería mejor que fuera con ella, que me encantaría ver lo que haría, Minerva me empujo para ir así que mejor hice caso. Cuando estábamos en la casa el hombre con barba quito algunas tablas de la pared revelando unos huecos cuadrados, me preguntaba para que era, pero en ese momento me dijo Lyra que fuera a la parte trasera de la casa, asentí y cuando llegue vi tres enormes rampas que iban a distintas partes, pero todas coincidían en que terminaban en una edificación distintas a las otras casas. Minerva salió y se puso a mi lado, me dijo que las rampas iban a tres distintas edificaciones, la primera era su taller, donde se construían las armas, la segunda era un almacén, ahí van distintos recursos, por último, en la tercera era una sala de armas. Dos cajas salieron de la nada a gran velocidad, una detrás de otra, me emocione mucho al verlas tanto que Minerva se río de mí, le pregunte que como se detendrían si iban tan rápido, me respondió que casi al final de la rampa a los lados hay unas pieles que van deteniendo las cajas y al final hay más pieles para amortiguar. Muchas cajas más pequeñas salieron con bastante velocidad hasta que se acabaron, Lyra salió de la casa con una gran sonrisa, me grito que si había visto eso a lo cual le respondí que sí, se quedó un rato viéndonos y a mi lado escuche un suspiro, voltee a ver a Minerva, le sonreí mientras entrecerraba los ojos, cuando se percató que la veía me pregunto qué porque ponía esa cara, no le respondí y solo fui con Lyra.

Después de hacer aquello por fin nos pusimos en marcha hacia el edificio central, fuimos bajando por aquellas largas escaleras de piedra, estaba viendo todo a mi alrededor y era, como describirlo, armónico; me refiero a que toda la gente se ayudaba entre ella, hablaban, reían, parecían todos muy contentos, además que el día ayudaba también a ello, era un día soleado y hermoso, la risa de los niños se escuchaba mientras jugaban con agua, todo eso me parecía demasiado lindo, pero por otra parte algunos adultos parecían preocupados, padres de familia colocaban refuerzo en sus ventanas, también las señoras cuidaban constantemente a sus hijos, se turnaban para cuidar de ellos, fue bastante triste ver eso, me hizo pensar lo que ha sufrido esta gente para llegar a este extremo.

Finalmente llegamos al edificio principal, era bastante más grande que lo parecía, el edificio daba una gran impresión. Para entrar había unas grandes escaleras de piedra, las subimos y mientras lo hacíamos a mis lados había estatuas de distintas deidades esculpidas en piedra, no sé como pero algunas las reconocía, por ejemplo a Zer, es el dios del tiempo, pero sin duda la más impresionante era Nika, quien era la diosa del todo, ella estaba posicionada en el medio de las escaleras en donde tenía un hueco en donde la habían esculpido, se le representaba como una mujer alta, con tres ojos que se decía podía ver todo, con guantes en las manos para esculpir el mundo, o por lo menos eso contaban…

Cuando llegamos a lo más alto pude ver un gran salón, en aquel lugar no había puertas, solo tres pilares enormes que sostenían la entrada, entre ellos estaban las aberturas por las cuales se podía pasar, al entrar se podía observar una mesa muy grande de piedra en el centro del salón, en las paredes del salón había dibujos de bestias peleando contra hombres también de deidades entre otras cosas. Sentado en la mesa había un hombre viendo un mapa, era de tez morena curtida por el sol, llevaba una capa negra y una túnica con ribetes además de unos pantalones negros; volteo a vernos, tenía unos ojos claros de color azul, su mirada parecía cansada con algo de irritación, sospeche que era por mi culpa.

-Buenas tardes chicas. – Aquel hombre se puso de pie, ya de pie parecía un gran roble, y aquella capa le ayudaba a ser muy intimidarte. – ¿Como les fue en la recolección? y, me vas a explicar quién es este muchacho tan extravagante. – Me miro de cabo a rabo, me dio nervios tener su mirada tan fija en mí.

-Es nuestro amigo, pero deje le explico algunas cosas. – Se lo llevo Lyra al fondo

Mientras conversaban el hombre se notaba sorprendido, pero mientras más hablaban cambio su rostro a irritación todo esto sin quitar su seriedad. Dejaron de hablar bajo y el hombre se fijó en mí.

– ¿Me estás diciendo que este chico tiene quinientos años de antigüedad?, por favor Lyra, ya estamos muy mal como para tener que aguantar este tipo de bromas. – Exclamo molesto

-Sirius por favor, no es broma, él hizo todo lo que te dije. –

– ¿Vencer a cinco acechadores?, ¿acabar con un mecanismo?, vamos ¿qué tan crédulo crees que soy? –

-Pero señor…-

Antes de que Lyra hablara entro un hombre al salón, los dos se callaron y agacharon la cabeza al verlo, también Minerva lo hizo, yo me quede de pie sin saber qué hacer. Aquel hombre caminaba un poco jorobado, caminaba despacio, su piel era morena, tenía los ojos cansados y le faltaba algo de pelo, no parecía nadie importante, ni sus ropas imponían, solo llevaba una camisa blanca y unos pantalones cortos.

-Sirius, me decepcionas, ¿yo te enseñe a juzgar así a las personas? – Hablo el hombre, cuando escuche su voz todo mi cuerpo se puso en alerta, su voz era tan potente sin siquiera levantara, era como si te golpeara directo en el alma.

-No maestro, es solo que me deje llevar…-Le explico Sirius

-Lyra, ¿podrías decirme en que se equivocó Sirius? – El maestro interrogo a Lyra.

Nunca había visto la cara de Lyra tan nerviosa.

-Pienso que Sirius no analizo bien la información, además de que se llevó dejar por el físico de Mag. – Dijo con seriedad

-Estas en lo correcto, no sé si lo recuerdes Sirius, pero en los manuscritos hablan sobre personas de cabello verde, esos manuscritos tienen más de setecientos años, por lo cual la veracidad de su argumento es válida, pero, aun así, falta comprobar si la fuerza de la que habla Lyra es verdad, para eso lo probaremos con los guerreros, de ser verdad gustoso te aceptare para ayudar muchacho, después de todo necesitamos toda la ayuda posible. –

-Tiene usted razón maestro, he cometido una equivocación, ¿pero de verdad dejara que se una a nosotros? – Le cuestiono Sirius

-Por supuesto, es amigo de Lyra, además, solo con mirarle la cara me doy cuenta de que no podría hacer nada malo, parece demasiado ingenuo. – Respondió el maestro mirándome con ojos cansados.

No sabía si sentirme halagado o insultado, de igual forma no le tome importancia. Todos se quedaron callados un buen rato hasta que…

-BUENO SEÑORES QUE ESTÁN ESPERANDO, A TRABAJAR. – Grito el maestro haciendo que todos entraran en marcha.

Lyra se acercó conmigo y me dijo que me pondrían a luchar con algún guerrero para demostrar si era capaz de ir con ellos. Me hablo sobre algunos guerreros y sus capacidades, pero la interrumpió el maestro, me dijo que lo acompañara junto a Sirius, fui con ellos hacia unas escaleras que descendían, antes de eso Lyra me deseo suerte ya que no me acompañaría, de la misma forma Minerva me animo, así pues, seguí a los dos. Descendía junto al maestro y le pregunté por su nombre, debió de ser demasiado informal ya que Sirius me regaño, pero el maestro dijo que no había problema, así fue como me enteré de que se llama Serxio, el me pregunto el mío y le respondí, no dijo nada al respecto así que solo seguimos bajando.

Al llegar me encontraba en un gran salón rodeado por pinturas que representaban la guerra, estaba sostenido por cuatro pilares muy grandes y en ellos se encontraban armas de todo tipo, en ciertos lugares de las paredes había ventanas así podía entrar el aire y mantener el lugar fresco. Allí había muchos guerreros que me miraban con recelo, todos eran de distintos tamaños y formas, ninguno se parecía a otro, pero todos daban la impresión de ser muy capaces en su oficio. El maestro anuncio que abría un combate explicándoles que me uniría a ellos si daba un buen desempeño, pero necesitaba un voluntario, todos rieron al escuchar que la pelea seria contra mí, pero el maestro los hizo callar a todos de forma abrupta, y volvió a preguntar, un hombre alto y fornido se ofreció, el maestro se lo negó de inmediato a lo cual el hombre le respondió:

-Si ese chapulin quiere unirse a la batalla lo principal que debe tener es fuerza y yo soy un buen representante de ese título. –

-Te dejas llevar rápido por la ira, eres incontrolable en batalla, por eso no puedes pelear contra él, si te dejas llevar podrías hacer un verdadero daño. – Explico el maestro al hombre

-Eso es verdad maestro, pero en estos tiempos la fuerza vale más que otras habilidades, sino la tiene no será de ayuda, además de no poder aguantar un combate contra mí que hará contra esos monstruos. – Todos los guerreros le dieron la razón y exigían que lo dejara.

El maestro se froto la barbilla y al final de mucho pensar acepto. Sirius me llevo a un circulo que había en el centro del salón, me dio a elegir entre dos armas, garrote y un bastón largo, escogí el largo porque me pareció más útil, mi oponente no escogió ninguno según él sus únicas armas eran sus brazos y manos. Todos los guerreros se pusieron alrededor del circulo observando, el maestro estaba parado en un banquillo en donde podía ver desde lo alto. Me sentía nervioso, pero tenía cierta confianza, no me explico porque, pero los oponentes grandes no me asustaban en lo más mínimo, me pareció excelente ya que con mi estatura la mayoría de las personas era más alta que yo. El maestro anuncio el inicio del combate, el hombre que ahora conocía su nombre dado a que la gente lo gritaba, se llama Marcus, no llevaba ningún tipo de armadura, solo una camisa de algodón y unos pantalones del mismo tipo, también iba descalzo. Estaba parado con los brazos hacia los lados y tenía un el pie izquierdo delante mientras que el derecho lo mantenía detrás, derribarlo sería difícil; me mantuve caminando mientras sostenía el bastón, él se desesperó y fue directo hacia mí, aproveche que ya no estaba bien posicionado logrando asestarle dos golpes en la cara con el bastón, llego tan a la orilla que los espectadores empujaban a Marcus dentro del círculo, en su ataque no logro tocarme pero siguió acercándose hacia mí, intentaba golpearme pero el me parecía sumamente lento, como resultado cada intento de golpearme conllevaba tres golpes con mi bastón, al estar en la orilla del circulo él extendió sus brazos y quiso abalanzarse sobre mí, di una voltereta hacia un lado de él logrando esquivarlo, todos los espectadores gritaban eufóricos ante mi hazaña, cuando lo tenía de espaldas le di muchos golpes con la punta del bastón, volteo furioso, corrió hacia mí y cuando quise golpearlo tomo mi bastón con ambas manos, acto seguido lo rompió, la situación no se veía nada bien, sin mi bastón ya no podía golpearlo sin exponerme, el me miro y me sonrió, pensaba lo mismo que yo, me puse en posición de combate, me lanzo un puñetazo pero pude bloquearlo con mis dos brazos, fue un golpe muy potente, estúpidamente olvide su otro brazo pero cuando acorde me había dado un puñetazo justo al costado, sentí mi cuerpo torcerse por completo, salí volando al otro extremo del círculo, sentía caliente mi costado y escupí un poco, ahora Marcus se veía más grande, un solo golpe me desoriento mucho, no debía dejar que me diera otro. Cuando intente pararme sentí que me levantaban, voltee para toparme con el golpeado rostro de Marcus, me puso de cabeza sosteniéndome con sus dos brazos, después me abrazo con mucha fuerza, pero logre soltar mis brazos, ya sabía que quería hacer, luego de eso se dejó caer para aplastarme contra el suelo, puse mis manos delante y sostuve nuestro peso un momento, mis brazos se tensaron, pero no se comparaba al golpe del mecanismo. Para liberarme le patee la cara, me soltó cayendo yo al suelo, me levante de inmediato para irme contra él, no lo deje responder dado que mis golpes eran muy rápidos, pensé que mis golpees no surtirían efecto pero subestime mi propia fuerza, pude notarlo por las caras que ponía, no fue hasta que vi que puso sus brazos alrededor mío, en un movimiento muy rápido sus manos se dirigían a mis costillas, tenía que detenerlo de otro modo me las rompería, lo único que podía hacer era detener sus brazos con mis manos y así lo hice, sentí el estruendo en mis brazos pero los espectadores dieron un grito ahogado, Marcus se quedó con la cabeza agachada mucho tiempo, era mi momento, puse toda mi fuerza en una de mis piernas y le propine una patada en la barbilla, fue tan fuerte que su cabeza se fue hacia atrás cayendo como un gran árbol, me quede de pie mirando a Marcus, pero después note que todos me miraban asombrados, luego escuche la voz del maestro detrás mío.

-Bien señores, fue un gran combate debo decir. – Grito el maestro, después le hablo a dos tipos de atrás para que llevaran a Marcus a la enfermería. – Ahora señores, ¿alguna objeción sobre nuestro nuevo aspirante? –

Nadie dijo nada.

-Si es así, podemos decir que… ES UNO DE LOS NUESTROS. – Aquello ultimo lo dijo en voz alta, pero sin gritar, todos gritaron alabándome, yo solo los salude.

Después del combate iban a llevarme a curarme, pero antes quería hablar con las chicas sobre mi ingreso y triunfo. Como estaba herido le pedí al maestro que me ayudara a subir las escaleras, no sé si fue mala idea porque todos me vieron como si estuviera comiendo estiércol, Sirius estuvo a punto de regañarme pero justo antes el maestro acepto y me tomo del brazo, le di las gracias por la ayuda, mientras subíamos me dijo que debíamos hablar sobre mi pasado, él había escuchado la conversación de Lyra pero aún no le quedaban claro algunas cosas, también me dijo que mi forma de lucha era vieja por así ponerlo, esta forma la usaban viejos caballeros en la antigüedad, por lo cual le era creíble mi historia.

Llegue arriba y las chicas estaban sentadas, cuando me vieron las dos se levantaron preocupadas, Lyra fue la primera en acercarse a mí.

-Mira cómo te dejaron, juro que al que te hizo esto le daré una pali…- Exclamo Lyra con enojo, pero no la deje terminar.

-Gane. – Le dije mientras sonreí.

Minerva celebro y Lyra me dio un abrazo, lo cual fue muy doloroso, platicamos un rato, el maestro ya se iba, pero antes de salir dijo:

-Bien chico, descansa, disfruta esta calma antes de la tormenta, porque se vendrán cosas muy difíciles. – Sin más salió por una puerta.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS