Libros de amigos

Libros de amigos

Dylan Arrieta

18/12/2019

A las 6:00 a.m. estoy llegando a la escuela todos los días, curso 5to de primaria, tengo 11 años y mis notas son las mejores, estoy primero en el cuadro de excelencia estudiantil, me destaco en biología, y ahí mis notas son impecables, mi papi siempre aprovecha cuando tengo tarea y me ayuda, disfrutamos de nuestra mutua compañía.

Él siempre es muy atento conmigo, me cuida y me consiente mucho, hasta duermo con él en las noches frías y nos acurrucamos el uno con el otro. También me lleva a la plaza de juegos un par de horas después de clases, me espera en su camioneta hasta que él crea que es momento de ir a casa a comer, yo ayudo a llevar la cena.

Hoy en la plaza, estaba leyendo de nuevo mi tercer libro mientras pensaba, quién podría terminarlo, cuando un hombre se me acercó, (creo que ya lo había visto antes rondando la zona), se posicionó en cuclillas a mi lado, era alto y corpulento, bastante mayor, con barba y un notable tatuaje en el cuello, como una especie de estrella dentro de un circulo, pensé: “qué tatuaje tan extraño”, cuando de su boca salió un:

– ¿Qué es esa lista de nombres que tienes allí, eh!?, yo respondí con cortesía:

-La lista de mis amigos que hacen parte de mí, y siguió preguntando

-ahh, que bien!, ¿Y qué estás haciendo?

-espero a papi, creo que demorará. -le respondí, entonces dijo:

-si quieres yo puedo cuidar de ti hasta que él llegue, pareces un buen niño, me gustaría ser tu amigo, ¿quieres ser mi amigo?

Le pregunté su nombre, y me dijo, Durango.

-Hola Durango, soy Josué, y claro que quiero ser tu amigo, ¿quieres leer conmigo? Nos sentamos en una banca y leímos juntos el listado de los nombres de mis amigos, era agradable, pero interrumpía mi lectura a cada momento, preguntándome cosas, o diciéndome cumplidos, le respondía cortante, a veces agregaba cosas como: -sabías que Josué es nombre bíblico, así me nombró mi padre, él es muy religioso. Hasta que dije que parara de interrumpirme y me dejara leer. Luego de pasar más o menos 15 minutos en silencio, trató de tomar mi mano, pero hice como si me rascara la cabeza o que seguía la lectura con mi dedo.

Se las ingenió para tomar mi mano, y empezó a rozarla con sus dedos, le dije que parara de hacerlo o dejaremos de ser amigos, y no lo agregaré a mi lista, creo que comprendió que quería algo de espacio, porque chequeó un poco su celular; observaba a las personas pasar, como si buscara a alguien que nos estuviera observando, era obvio que sí, todos allí lo sabían, sobre todo mi papi, él siempre me vigilaba, cada segundo, pero era lo que él no sabía.

Escuché la bocina de la camioneta de papá, era la hora de ir a casa a cenar, entonces escribí en mi lista de amigos, Durango, lo notó casi al instante y muy emocionado me invitó a su casa, dijo que había recordado que su hija cumplía años (me pareció algo extraño) dijo que se llama Sorey, y que habían muchos niños y dulces, además que tenía una gran colección de libros de aventura, fantasía, etc., lo típico, es lo que siempre dicen este tipo de personas, deducen qué te gusta y seguro tienen una gran colección de eso en sus casas o apartamentos, si te gustan los dulces, tienen cajas enteras de ellos, si te gustan los juguetes, tienen estantes llenos, y si son libros, tienen una biblioteca, y si son videojuegos, tienen la última consola en sus casas, en fin, dirán cualquier cosa para que te vayas con ellos. Así que con una gran sonrisa y emoción le dije que sí, entonces me tomó de la mano e íbamos camino a la salida de la plaza, unos cuantos pasos después, y no pude evitar que se me cicatrizara una gran sonrisa en el rostro, Durango lo notó, con su mirada desconcertada, me preguntó, -¿Por qué la sonrisa?, yo solo señalé al norte, el miró, y ahí estaba papi, delante de nosotros, él era mucho más alto que Durango y enseguida noté, que lo único que pudo sentir fue pavor, horror, papi al instante lo agarró y lo metió en nuestra camioneta.

En cuestión de minutos ya estábamos a kilómetros de la plaza, camino a casa, papi es excelente conductor, pues mi difunta madre le enseñó bien, fue lo único que hizo bien la mujer, que no sirvió ni de comida para los perros, pero los restos de Durango, mi nuevo amigo, le iban hacer compañía.

Con la cinta adhesiva en su boca, nos detuvimos, con nuestros cuchillos papá y yo, desollamos la piel de sus brazos y piernas, pues es la parte favorita de los perros. Una vez llegamos a casa, retiramos del cuerpo manos y pies, esas partes a nadie le gusta, mucho menos a los perros, es malo para su dieta; después hicimos un corte vertical desde el esternón hasta el final del abdomen, continuamos desprendiendo las costillas, servirán para un caldo, después el hígado, para hacerlo encebollado, es rico en hierro y otros nutrientes, el corazón y los intestinos para un asado y el resto de órganos para un estofado en la cena de hoy, y no puede faltar la piel que sacamos del resto del cuerpo, es excelente para hacer otras delicias, y con el cerebro, un verdadero manjar, a veces lo asamos al aire libre y lo bañamos en salsas diferentes.

Puede que sea de corta edad, pero puedo reconocer un maldito depravado, repugnante y degenerado. Sé que él es una verdadera escoria, por pensar en hacerme esas cosas innombrables que tenía premeditadas, siempre digo: espero que con esto haga del mundo un lugar un poco mejor, por esta razón es que siempre voy a la plaza, y las personas de ahí son amigos muy cercanos, a veces nos acompañan a comer en casa, y son ellos quienes siempre nos avisan cuando hay personas como esas, gracias a ellos, encontré quien terminara mi tercer libro de amigos, y les estoy muy agradecido, porque así, podré empezar el cuarto libro.

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