Capítulo 1: El Encuentro
La ciudad de luces y ruido era un nuevo comienzo para Grace. De pie, en medio de las calles repletas de gente desconocida, se sentía una extraña en su propia vida, buscando algo que ni siquiera sabía que había perdido. El viento frío le enredaba el cabello mientras caminaba sin rumbo, sin saber que esa noche, su vida cambiaría para siempre.
Fue en un pequeño café, escondido entre callejones. Tomás estaba sentado en la mesa del rincón, mirando a través de la ventana empañada. No era el tipo de hombre que destacaba a simple vista, pero había algo en él, una presencia silenciosa que llamó la atención de Grace al instante. Quizá fue la forma en que sus ojos oscuros parecían absorber todo a su alrededor, o tal vez la serenidad con la que sostenía su taza de café, como si el caos del mundo no pudiera tocarlo.
Se miraron por primera vez cuando Grace pidió su orden en el mostrador. No había palabras, solo una conexión momentánea, como un susurro que la llamaba a acercarse. Después de unos segundos de duda, tomó su café y se sentó frente a él, sin saber qué esperar.
—¿Te molesta si me siento aquí? —preguntó ella, intentando sonar casual, aunque sentía un leve temblor en sus manos.
Tomás levantó la vista lentamente, como si hubiera estado esperando ese momento desde el principio. Sonrió, una sonrisa tranquila, casi enigmática.
—No, en absoluto. Me gusta la compañía.
Y así comenzó todo.
Capítulo 2: Amor a Primera Vista
Las semanas que siguieron fueron como un sueño. Grace se despertaba cada mañana con mensajes de Tomás, pequeños detalles que la hacían sentir especial. Nunca había conocido a alguien como él: atento, apasionado y siempre presente. Había algo casi magnético en su relación; la forma en que él la hacía reír, cómo sabía exactamente qué decir para calmar sus dudas o temores.
Salían a caminar por los parques de la ciudad, hablaban durante horas sobre sus sueños y aspiraciones. Grace, a menudo tímida y reservada, sentía que con Tomás podía ser completamente ella misma. Él parecía entenderla de una manera que nadie más lo había hecho.
Pero había algo más en él. Algo que ella no lograba descifrar del todo. Había momentos en los que la mirada de Tomás se oscurecía, como si sus pensamientos se volvieran un lugar al que Grace no podía acceder. Pequeños gestos, como cuando él ignoraba ciertas preguntas o cambiaba de tema abruptamente, pero Grace lo atribuía a la misteriosa naturaleza que tanto la había atraído desde el principio.
«Es parte de su encanto», se decía. Después de todo, nadie es perfecto. Y ella estaba enamorada, perdidamente enamorada.
Capítulo 3: Primera Sombra
El primer indicio de que algo no estaba bien llegó una noche, después de una cena en su departamento. Tomás estaba callado, más distante de lo habitual. Grace intentó bromear, hacer que hablara, pero él parecía inmerso en pensamientos que no compartía.
—¿Te pasa algo? —preguntó ella, intentando mantener su tono ligero.
Tomás la miró, sus ojos fríos, como si la estuviera viendo por primera vez. Luego sonrió, pero era una sonrisa vacía, carente del calor que solía tener.
—No es nada. Solo cansancio —respondió él, besándola en la frente y cambiando de tema rápidamente.
Grace sintió un nudo en el estómago. Esa noche, mientras él dormía a su lado, ella no pudo evitar sentirse inquieta. Algo había cambiado. Quizá no era más que una intuición, pero esa sensación de estar en el borde de algo oscuro se hizo más fuerte con el tiempo.
Capítulo 4: La Mentira
Una tarde, mientras revisaba algunas fotos en su teléfono, Grace encontró algo inesperado. Era una imagen de Tomás, pero no la había tomado ella. Estaba con una mujer que Grace no reconocía, y aunque la foto no era incriminatoria por sí sola, había algo en la forma en que él la miraba que encendió una alarma en su mente.
—¿Quién es ella? —preguntó Grace, mostrando la imagen a Tomás cuando llegó a su departamento esa noche.
Por un segundo, su expresión cambió. Fue tan rápido que Grace no estaba segura si lo había imaginado. Luego, Tomás rió.
—¿Esto? Es una vieja amiga, nada más —respondió con desdén, apartando el teléfono y cambiando de tema con la misma facilidad que siempre. Pero algo en su mirada, en su tono, la dejó intranquila.
Esa noche, Grace no pudo dormir. Algo dentro de ella se rompía lentamente, una grieta que amenazaba con convertirse en un abismo si seguía cavando.
Capítulo 5: Oscuridad
La relación comenzó a desmoronarse, pero de una manera tan sutil que Grace apenas lo notaba. Tomás se volvió más controlador, más distante. Comenzaba a hacer preguntas sobre dónde estaba ella, con quién hablaba, y cada vez que Grace intentaba confrontarlo, él la hacía sentir como si todo fuera su culpa.
—No confías en mí —decía él, su voz siempre suave, pero cargada de un veneno sutil—. Si confiaras, no estarías haciendo tantas preguntas.
Grace empezaba a dudar de sí misma. ¿Era ella quien estaba viendo fantasmas donde no los había? Sus amigos intentaron advertirla, pero ella los rechazaba, cegada por el amor que aún sentía.
Capítulo 6: Lejos de la Realidad
El aire en el departamento de Grace se había vuelto pesado. Cada día que pasaba con Tomás, sentía que se hundía más en una niebla densa, donde ya no podía distinguir lo que era real de lo que no lo era. Sus conversaciones, que antes fluían con naturalidad, ahora estaban llenas de silencios incómodos y respuestas evasivas.
Una tarde, mientras revisaba documentos en su computadora, notó algo extraño: una serie de correos electrónicos entre Tomás y una empresa de la que nunca había oído hablar. Los correos eran breves, pero las palabras que aparecían una y otra vez no dejaban de resonar en su cabeza: «transferencias», «proyectos», «cierre urgente». Algo en esos mensajes le daba mala espina, y aunque Tomás siempre había mantenido su vida laboral en secreto, ahora Grace no podía evitar sentir que estaba relacionado con algo mucho más oscuro.
Esa noche, Grace decidió confrontarlo de nuevo. Necesitaba respuestas. Cuando Tomás llegó a casa, la atmósfera ya estaba tensa.
—Vi tus correos —dijo ella con voz firme, aunque por dentro temblaba—. ¿Qué es todo eso de «transferencias»? ¿Por qué nunca me hablas de tu trabajo?
Tomás la miró con esos ojos penetrantes, pero esta vez no había ninguna dulzura en su expresión. Había algo amenazante en su postura, en la manera en que la observaba, como si fuera un obstáculo más que una persona que amaba.
—Grace, te dije que no te metieras en mi trabajo. Hay cosas que no entenderías —su tono era calmado, pero sus palabras cortaban como cuchillos.
Grace lo miró, sintiendo que por primera vez estaba viendo al verdadero Tomás. Él no era el hombre que la había enamorado, ese hombre que parecía ser su refugio en un mundo caótico. No. Este era alguien más, alguien que había estado manipulándola todo este tiempo, envolviéndola en una red de mentiras.
—No, Tomás. Ya no creo en ti. Dime la verdad, ¿quién eres realmente?
Tomás rió, pero fue una risa vacía, fría. Se acercó a ella, sosteniéndole la barbilla para que lo mirara a los ojos.
—¿La verdad? —dijo en un susurro—. Soy exactamente quien siempre he sido, Grace. Solo que nunca quisiste verlo.
Capítulo 7: El Desenlace
Las palabras de Tomás resonaban en la mente de Grace mientras corría por las calles vacías. La noche era fría, y la lluvia golpeaba su rostro, pero apenas lo sentía. Solo había una cosa en su cabeza: salir de allí, escapar de Tomás.
Había pasado semanas recopilando pequeñas piezas del rompecabezas, pequeñas mentiras que habían ido encajando hasta formar una imagen aterradora. Tomás no era el hombre perfecto que ella creía conocer; estaba involucrado en algo mucho más oscuro. Quizá eran negocios turbios, o tal vez había más personas que, como ella, habían caído bajo su control.
Finalmente, después de días de dudas, Grace decidió acudir a la policía. Les mostró los correos electrónicos que había encontrado, y aunque al principio no la tomaron en serio, un detective comenzó a investigar. Lo que descubrieron fue peor de lo que ella imaginaba. Tomás no solo estaba involucrado en negocios ilegales, sino que había estafado a varias personas, dejando un rastro de víctimas emocionales y financieras.
Una noche, mientras estaba en su departamento, la llamada del detective llegó. Todo se confirmaba: Tomás estaba bajo investigación. Grace sintió un peso liberarse de sus hombros, pero sabía que el enfrentamiento final aún no había llegado.
Y llegó antes de lo esperado.
Tomás apareció en su puerta. Sus ojos oscuros ya no contenían ese brillo de misterio que una vez la había cautivado; ahora solo había furia. Ella no sabía cómo había descubierto que lo habían delatado, pero lo había hecho. Grace retrocedió cuando él avanzó, su cuerpo temblando.
—¿Pensaste que podías escapar de mí? —Tomás habló en voz baja, pero sus palabras estaban cargadas de veneno—. Siempre fuiste débil, siempre tan fácil de controlar.
Grace respiró hondo, reuniendo todo el coraje que le quedaba. Ya no era la mujer ingenua que había caído bajo su hechizo. Ahora sabía quién era Tomás, y más importante, sabía quién era ella.
—No soy débil, Tomás. Y ya no tienes poder sobre mí.
Tomás dio un paso hacia ella, pero antes de que pudiera acercarse más, las sirenas de la policía rompieron el silencio de la noche. Grace había llamado en secreto antes de que él llegara. Tomás se detuvo en seco, sus ojos destellando con una furia contenida.
—Esto no ha terminado —dijo él antes de dar media vuelta y desaparecer en la noche.
Pero para Grace, sí había terminado. Al menos esa parte de su vida. Mientras veía las luces de la patrulla reflejarse en las ventanas de su edificio, sintió que finalmente estaba despierta, de nuevo en control de su realidad. Sabía que tendría que sanar, que habría días difíciles, pero por primera vez en mucho tiempo, se sentía libre.
Tomás había sido un espejismo, un reflejo distorsionado de lo que ella había deseado. Pero ahora lo veía todo con claridad. Estaba lejos de la realidad que había construido en su mente, pero más cerca de encontrar su verdadera identidad.
Fin.
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