Sheila estaba sentada en un café, con su libro favorito recién terminado sobre la mesa, repasando en su mente cada cita importante, porque su acompañante parecía no querer responder a sus intentos anteriores de entablar una conversación. No debía haber aceptado, pero tenía tan buenas referencias de la comunidad que… Qué más da. Era un martes de octubre y podía sentir el frío a través de la ventana abierta. Quizás, cuando dejase de alargar lo inevitable y se marchase podría releérselo, tumbada en el sofá y con una manta por encima. La idea parecía cada vez más tentadora, tras segundos en silencio.
— Lo que más me ha gustado es la diatriba entre los protagonistas, cómo todo iba a ocurrir de la misma forma sin importar lo que hicieran. No quiero ser cínico, pero la vida funciona de la misma forma. Esos personajes son solo un reflejo del pensamiento del autor — dijo su acompañante de repente.
— ¡No! — exhortó ella a voz en grito indignada por tal visión de una de las novelas que le habían cambiado la vida. —No sabes nada sobre el libro, ni siquiera creo que te lo hayas leído.
Iain sonrió con malicia, pero había algo en ese gesto que parecía formar parte de un juego del que era cómplice, ya que giraba en torno a una conversación tan inocente como podía ser una sobre una obra literaria.
— Cuéntame entonces de qué va. Venga, sorpréndeme — sus palabras estaban pensadas para dar comienzo a una defensa interminable de la que ya no quería participar al estar de pronto tan cansada, y si no le tan distante quizás se hubiera alejado alegando que ya tenía a demasiada gente como él en su vida. Personas que solo buscaban discutir por el placer de hacerlo.
— Vein es un monstruo, solo sabe destruir todo lo que toca y Mera le ayuda a salvarse de sí mismo. Si hubieran actuado de manera diferente el resultado no sería igual. No existe ese destino del que hablas. No, no puede ser cierto, ¿qué, vivimos en la Edad de Piedra?
— Interesante… — fue todo lo que dijo él, al principio. — Dale la vuelta al libro, en la contraportada está la foto del autor.
Sheila entrecerró los ojos y lo hizo sin saber por qué le estaba haciendo caso. Delante de ella estaba esa misma persona. No podía tratarse de R. J. Anderson, sino de cualquiera que hubiera pagado por parecerse a él.
— No te creo. Podrías estar mintiéndome.
— Si quieres puedo sacarte el carnet de identidad. De eso se trata, ¿no? Igual que Vein y Mera todos somos mentirosos en cierta medida, si no te fiarías de lo que te digo. No, espera, no es verdad, porque más que una actitud aprendida deber ser un instinto eso de desconfiar, al igual que todo lo demás. Lo que indica que hagamos lo que hagamos los resultados van a ser los mismos. Vivimos en el mundo de la tecnología y existen millones de programas capaces de anticipar nuestras respuestas, solo podemos reproducir patrones. De eso trata realmente el libro.
— ¡No! Aunque lo que digas sea verdad… No puedo creerme que vaya a caer en tus juegos, — musitó — Vein es mejor que todo lo que estás diciendo. Es un personaje real que se equivoca como todos nosotros, si no aceptara que no es perfecto y que puede cambiar, el final del libro no tendría sentido. Así que o eres un mal escritor y no sabes plasmar tus propias ideas, o eres un farsante. Dime la verdad, ¿A que no eres él?
El joven se echó a reír para sí mismo e hizo una mueca que bien podía haber significado que se sentía avergonzado o que le divertía la situación.
— Deberías haberte visto la cara… Claro que no soy R. J. Ese hombre vive encerrado en una cueva cerca del Sáhara. Puedes llamarme Iain. Me encargo de que la comunidad funcione, te vi entrar y el libro que habías leído y me dije, ¿por qué no? Ahora en serio, no deberías creerte lo que la gente te diga en cualquiera de los chats, todo el mundo podría ponerse su cara. No quieres saber quién está detrás de la realidad virtual. Así claro que podrían engañarte, otra vez.
Sheila se llevó las manos a los ojos para quitarse las gafas, pero él levantó las suyas en señal de rendición.
— No hace falta que salgas de la cuenta. Puedo irme si quieres.
Ella sopesó qué hacer y sonrió con la certeza de que el poder debía estar entonces en sus manos.
— Dime algo sobre ti, algo real, y me quedo.
— Voy a hacer algo mejor, te voy a contar dos mentiras y una verdad. Veamos, mi nombre real es Adrián, soy alguien que conoces en la vida real y ni siquiera me he leído el libro.
¿Cómo podría saber si las dos primeras respuestas eran reales? Podría estar mintiendo todo el tiempo.
— Digamos que me conoces, demuéstralo.
Él no sonrió esta vez, solo se cruzó de brazos y empezó a enumerar con desinterés varios hechos sobre su vida como si no estuviera desentrañando los hábitos de alguien real, más allá de aparatos y redes conectadas.
— Te levantas todos los días a las 7 para andar exactamente 4832 pasos hasta tu oficina en el centro. Te lavas los dientes con el pijama puesto y entras a la ducha justo después. Te creaste la cuenta el 2 de febrero pero has esperado 5 meses para conectarte por primera vez porque te da miedo encontrarte con alguien como yo — Iain, R. J. o quién quiera que fuese se encogió de hombros. — Estoy más cerca de ti de lo que crees, solo quería conocerte de verdad. No esperaba que llegásemos a esto pero parece que tú tampoco te quedas con lo superficial. Espera, — exclamó él y fue a buscar algo en su chaqueta dándole la oportunidad de reportar al usuario, con la esperanza de que no fuera, como había dicho al principio, un mediador o un técnico. Esas personas podían conseguir información sobre ti sin restricciones, ellos habían creado el mundo virtual desde sus inicios hasta en lo que se había convertido.
Bienvenidos a la comunidad lectora. Las reglas son las siguientes:
- Está prohibido insultar, increpar o el uso de lenguaje sexual.
- Toda opinión está aceptada.
- El respeto de todos es fundamental para el funcionamiento de la comunidad.
- Tres strikes suponen una expulsión directa.
Sheila24FG dejó el libro de vuelta en la repisa de su habitación antes de introducir usuario y contraseña. Las gafas de realidad virtual estaban lejos de su alcance porque todavía no estaba lista para conectarse, a pesar de que sus amigos ya lo hubiesen hecho, que su hermano hubiera interrumpido la película que estaban viendo para hablarle de la nueva comunidad. Era algo seguro, ¿verdad? Siempre quedarían cientos o miles de kilómetros entre los miembros y nadie podría hacerle daño. Sin embargo, no estaba segura de si debía dar el paso.
Su avatar era una imagen de sí misma con detalles personalizados: el cabello multicolor y sus gafas de pasta de un morado oscuro como las de uno de sus personajes favoritos, Mera. Llevaba tanto esperando para hablar con el autor que…
NOTIFICACIÓN: HAS RECIBIDO UNA PETICIÓN DE AMISTAD DE IAIN_2#
Sheila24FG se llevó las manos a los labios y suspiró antes de aceptar la petición. Estaba siendo ridícula. El software no tardaría en tardaría a trasladarla a la antesala del chat en cuánto se pusiera las gafas, y esta vez sí que lo hizo. Se sentía imparable.
— Sheila… — empezó a decir el joven que estaba delante de ella con una copia virtual del libro. No había nada en él digno de recordar, parecía una reproducción de todos los que, en las calles, se mimetizan con el ambiente. Todos en el mundo virtual querían ser alguien especial, pero él parecía inmune a esa necesidad. — Supongo que querrás hablar del libro
— ¿Qué haría aquí si buscase hablar de algo más? — le contestó ella ajustándose las gafas con los sensores de las manos. La realidad era mejor antes de las pantallas y los mensajes, pero ya no quedaba nada genuino que recuperar ahí fuera.
EL USUARIO IAIN_2# SE HA DESCONECTADO.
13/2/1812:56 a.m.
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