RRRRona iba de un lado a otro de la casa atareadísima mientras Zaso sólo había llegado a desempolvar un florero. Las miradas asesinas de Rona no se clavan, pero parece ser que provocan exceso de secreción de ácido úrico y luego duelen mucho las manos. Zaso, culpable ante las miradas de Rona, se quería dar prisa, no encontraba sucia la casa. La casa estaba limpia, es decir, como siempre, pero es que hoy Rona debe de ser RRRRona y, ay, esos días son temibles, y ya, desde ese momento, se puso en guardia. La catarata de encargos que recibe Zaso los días que Rona es RRRRona pocos se lo creerían. Los días que además es ¡Tatachán! ¡RRRRona!, debe cumplir con su débito marital de una forma un tanto extenuante. Hoy es sábado y eso quiere decir que puede aparecer en cualquier momento ¡Tatachán! ¡RRRRona! (ay, si, cómo recuerda los días en que es RonaRRRRona se ha despertado esta mañana con una actividad y unas devoraciones de todo, que se comía allí mismo a Zaso que estaba abrazado sabatina y beatíficamente a la almohada, cuando RRRRona le ha empujado de la cama para que se uniese en la batida, en la batalla, en la guerra sin cuartel ni decencia contra la porquería que, según descripción de RRRRona, les estaba devorando y debería llegarles hasta el mismo cuello. Zaso, tan insensible, no lo notaba, pero en pocos minutos se encontró con el delantal puesto y un plumero en 1a mano en su mañana de sábado, su mañana de sábado, su mañana de sábado, su mañana de sábado, su mañana de sábado, su mañana de sábado. RRRRona iba de un lado a otro de la casa atareadísima mientras Zaso sólo había llegado a desempolvar un florero. Las miradas asesinas de Rona no se clavan, pero parece ser que provocan exceso de secreción de ácido úrico y luego duelen mucho las manos. Zaso, culpable ante las miradas de Rona, se quería dar prisa, no encontraba sucia la casa. La casa estaba limpia, es decir, como siempre, pero es que hoy Rona debe de ser RRRRona y, ay, esos días son temibles, y ya, desde ese momento, se puso en guardia. La catarata de encargos que recibe Zaso los días que Rona es RRRRona pocos se lo creerían. Los días que además es ¡Tatachán! ¡RRRRona!, debe cumplir con su débito marital de una forma un tanto extenuante. Hoy es sábado y eso quiere decir que puede aparecer en cualquier momento ¡Tatachán! ¡RRRRona! (ay, si, cómo recuerda los días en que es Rona,
incluso cuando es sólo ¡Chán! Rona. Es emocionante entonces). Cuando Rona es ¡Tatachán! ¡RRRRona! Zaso se transforma en Oh-cielos-Zaso y se hace muy pequeño y cumple, por miedo a un pescozón, la larga lista de encargos: clava clavos, endereza estanterías, tapa agujeros, cambia de sitio, vuelve a cambiarlo, lo pone donde estaba. Ha de actuar a la fuerza y a la vez con una equilibrada dosis de prisa y pausa: si termina tarde puede ser que Rona deje para otro día lo de ser ¡Tatachán! ¡RRRRona! pero, ay, si termina pronto, a RRRRona se le olvida el agobio y se transforma en un abismo que le quiere devorar por todas partes y le exprime, es decir, a Oh-cie1osZaso, que a partir de ahí se transforma en Lo-sabía-Zaso. Pues bien. Aquí está ¡Tatachán! ¡RRRRona! que considera terminadas por hoy todas las tareas y persigue a Oh-cielosZaso por toda la casa. Pero he aquí que el número dos es tan misterioso que cuando Tatachán RRRRona cae sobre Ay-Ay-Ay-Ay-Zaso, todo se transforma y son como dos pajaritos, ahí los dos en el suelo, dulces, guapos, despacito todo. Después de estas cosas Rona es Rona y Zaso es Uf-Zaso.
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