Las pesadillas se hacen realidad

La noche se pone realmente pesada,

Cuando tu rostro lo debo ver a través de una pantalla, cuando tus caricias inexistentes en la actualidad, son puñaladas en mis recuerdos. Porque duele, realmente duele, el verte y no tenerte, el amarte y no besarte, y en especial ese maldito dolor, de tener que recordarte.

Extraño tu sonrisa, aunque a veces vea destellos de aquella que recuerdo, cuando te burlas de mí. Extraño hablar contigo, en especial cuando por instantes escucho tu voz, en nuestros lugares favoritos, aquellos que más tarde me pedirías no volver a visitar.

Extraño tanto tus mensajes de apoyo, que el bloquearte fue, es y siempre será una tortura para mí. Aún no logro comprender que ocurrió, ya que ni en mis peores pesadillas habría soñado semejante castigo, pero, aquí estoy sufriendo algo, que ni sobrepensando pude imaginar.

Cuánto desearía poder decirte lo mal que lo estoy pasando, lo mal que ve mi familia mi futuro y al igual que ellos, el corto tiempo que veo para mí. Después de ti, no he tenido nadie más que quiera escucharme, nadie más que quiera aconsejarme y nadie más que quiera amarme.

Sé que a lo mejor, debería ya soltarte, pero en este punto estoy más cerca de acabar con mi existencia, que de olvidarte.