Las casualidades existen

Las casualidades existen

Marta M

26/09/2024

Cansada de la rutina, Marta, decidió que era hora de una aventura, así que se buscó un viaje de coche compartido para viajar desde Málaga hasta Madrid. Esperaba que el trayecto de casi seis horas la ayudara a desconectar y, tal vez, conocer a gente nueva.

La mañana del viaje, Marta llegó al punto de encuentro y se encontró con sus compañeros de viaje: Alejandro, un joven arquitecto con un aire tranquilo y pensativo, y Clara, una estudiante de Erasmus llena de entusiasmo. El conductor, un hombre mayor llamado Fernando, los saludó con una sonrisa cálida y les pidió que se acomodaran en el coche.

Desde el principio, Marta sintió una conexión especial con Alejandro. Hablaron de todo, desde música hasta sueños y aspiraciones. Alejandro compartió su pasión por la arquitectura y cómo deseaba diseñar edificios que armonizaran con la naturaleza. Marta, por su parte, habló de su amor por la fotografía y su sueño de capturar la belleza del mundo a través de su lente.

Clara, siempre animada, propuso juegos y temas de conversación que hicieron el viaje más ameno. Fernando, con su vasta experiencia y anécdotas, añadió un toque de sabiduría y humor al viaje.

A medida que avanzaban por la autopista, Marta y Alejandro se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común. Ambos habían estudiado en la misma ciudad y frecuentaban los mismos cafés en Málaga sin haberse cruzado nunca. Fue como si el destino hubiera esperado hasta ese preciso momento para juntarlos.

Durante una parada en un área de descanso, Alejandro sacó su cámara y comenzó a tomar fotos del paisaje. Marta, intrigada, se acercó y le pidió que le mostrara su trabajo. Al ver las fotos, quedó impresionada por su talento y sensibilidad. Alejandro, al ver la reacción de Marta, le pidió que posara para una foto. En ese momento, algo mágico ocurrió; la conexión entre ellos se hizo más profunda.

De vuelta en el coche, la conversación fluyó aún más naturalmente. Marta y Alejandro se dieron cuenta de que sus vidas se habían cruzado en el momento perfecto. Cuando llegaron a Madrid, intercambiaron números de teléfono y prometieron mantenerse en contacto.

Pasaron los meses y, como suele ocurrir en las mejores historias, Marta y Alejandro se enamoraron. A menudo recordaban aquel viaje como el inicio de su destino juntos. La vida nos lleva por caminos inesperados para encontrarnos con nuestra alma gemela.

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