La venganza de Viola

Viola tenía veinticinco años, le gustaba andar por ahí vacilando a la gente, a sus amigos, a sus padres y a la vida. Vivía en una casa modesta, hija de una pareja trabajadora, que se dedicaba únicamente a eso al trabajo. Dos hermanos, una hermana y dos gatos. La vida de Viola hasta ahora se había caracterizado, por dedicarse a la escuela, tener novios y un poco de promiscuidad. Le encantaba el sexo.

Su primer encuentro sexual fue a la corta edad de 13 años, con un joven seis años mayor a ella. Casi la cachan o más bien sí que la cacharon, recibió una buena regañada. Sin embargo, continuó viendo al joven. Con el tiempo se esfumo y pasó de una relación a otra. Era una joven estándar, terminó la secundaria, la preparatoria y llegó a la universidad.

Años antes de concluir la universidad su hermana Susana, su mejor amiga, partió del país. Se unió a un grupo de exploradores que se dedicaban a secuenciar muestras de minerales obtenidos en el Polo Norte. Viola se quedó sola. Logró concluir la escuela, licenciándose en Contaduría. Esta licenciatura nunca le trajo demasiada alegría.

Más adelante se casó, tuvo dos hijos. Con el paso del tiempo Viola empezó a presentar signos de salpullido, ansiedad y anemia. parecía que la vida le cobraba la factura al no haberse realizado por completo. Se la pasaba fantaseando y anhelando otras vidas que no eran la de ella. Más adelante ya con sus dos hijos, Mirna de 4 años y Javier de 6 años, mientras ambos jugaban con las muñecas de Mirna, se percató de que Javier estaba montado sobre Mirna y hacía movimientos extraños. Ella inmediatamente quitó a Javier y le dijo que no era apropiado eso que hacía. Los niños continuaron jugando y ella se fue a su cuarto y se desplomó. El juego de los niños parece que le provocara sentirse triste y deprimida. Como un rayo de luz brillante que paso frente a sus ojos recordó un hecho, que llevaba acallado en su cuerpo.

Llegó la noche, dió de cenar a sus hijos, al esposo, que apenas centraba algo de atención en ella, la verdad era que ambos estaban algo aburridos uno del otro. El era un buen hombre y ella una buena mujer, sin embargo, en algún punto de la vida se desconectaron. Esa joven sexual y precoz se había quedado escondida en algún rincón, se había autocensurado, ya no jugaba, mantenía castigada a la pequeña Viola, que moría por salir a jugar y explotar en éxtasis y fluidos con su marido o con quien fuera.

Llego la época de la Navidad, el árbol, los niños felices, regalos y felicidad o se supone que eso era lo que debía sentirse. Hacía más de 10 años que Viola no veía a Susana, creía que ahora se debía encontrar en el Amazonas, analizando una nueva especie de araña que se suponía que su veneno ayudaría a desarrollar un analgésico de nueva generación.

Como siempre llego la cena familiar, la familia se reunió con los tíos, abuelos, primos, papás, y así. La cena transcurrió normal unas cuantas sonrisas, platica superflua, alcohol y aburrimiento. Viola e levantó e inició a levantar los trastos, posteriormente las demás mujeres la siguieron.

Siguieron con el ritual de la mujer donde, cumple con su papel de limpiar, dar de comer, limpiar y no hacer más. Mientras lavaba los platos de pronto escuchó que alguien entraba en la cocina. No prestó mucha atención y siguió lavando. De pronto sintió unas manos que rodeaban su cintura, sonrió y pensó que se trataba de su marido Juan. De pronto las manos la apretaron fuertemente como estrangulándola volteo de reojo y no pudo emitir un solo sonido. Era su tío, Ernesto. De pronto el recuerdo asestó como una fuerte ola que ahoga. Viola te extrañe, ¿cómo es que ya no le hablas a tu tío?, sigues estando muy bien eh. De su boca continuaron brotando palabras que se volvieron incomprensibles. Le tocó los pechos. De pronto se escuchó un sonido, alguien se aproximaba, el tío la soltó y se apresuró a salir.

Viola no hablo no dijo nada. Se tragaba el dolor, la angustia, el enojo, se tragaba todo. Había perdido su identidad. ¿Quién era ahora?, una esposa, mamá y niña abusada.

Los siguientes días transcurrieron, con pesadillas donde su tío aparecía. No entendía nada, su mente era un caos. Finalmente, terminó el tortuoso mes de diciembre, donde sobre todo tenía que tragarse un montón de mierda.

A inicios de año se le presentó la oportunidad de volver a trabajar. Esto sería el perfecto escape para iniciar una nueva vida.

Entro a trabajar a una compañía que se dedicaba a distribuir equipo para hacer deportes extremos como montañismo, paracaidismo, rapel, entre otros. Entro al área de contaduría como auxiliar de contaduría. No era el gran puesto, pero le gustaba la idea de estar al menos de cerca de algo emocionante como los deportes extremos. Esta etapa le permitió a Viola poder desarrollar nuevas relaciones, amigos, mejorar su matrimonio e inclusive su relación con sus hijos. Sin embargo, Viola aún escondía toda su frustración que crecía como una enorme montaña imposible de contenerse.

Pasó un año y medio todo iba muy bien. Tuvo la oportunidad de irse relacionando con más personas de la compañía y ascendió. Un día durante una junta noto que un hombre la observaba y se sintió apenada y ruborizada. Pero a la vez le encantó. Se aproximó el hombre y se presentó. Me llamo Hugo, soy el nuevo jefe del área de Mercadotecnia, comentó. Se trataba de un hombre canoso mayor a ella. No era muy agraciado, pero Viola agradeció la atención. Le recordaba a su papá, o su tío quizá. Le comentó que tenía una hija y que le recordaba a ella.

Nuevamente se acercaba el fin de año, otra vez la víspera de tragar y aguantar la mierda de los demás. También se acercaba la fiesta de la compañía, y tal vez la oportunidad de socializar con más personas y con Hugo. Tenía algo de misterio ese hombre.

El día de la fiesta llegó y como ella supuso se presentó la oportunidad de hablar en un ambiente más casual con él. Transcurrió, la noche, se repartieron los bonos de ventas, algunos regalos y llegó a su fin. Todos se despedían y en eso Hugo se acercó a ella, le comentó si le gustaría ir a tomar una copa, que le gustaría presentarle a su hija. Viola aceptó. Pensó que no era demasiado tarde y una copa a nadie le hacía daño. Tomaron un taxi juntos, hasta un hotel. Viola se quedo sin habla cuando bajaron del taxi y el dijo adelante después de ti. Hugo creí que sería una copa, para conocer a tu hija dijo Viola, esto es un hotel. El hombre contestó vamos solo es para relajarnos un poco, solo un rato y nos vamos, mi hija también vendrá. Inocentemente aceptó, pero por dentro sabía que no era verdad.

Entraron a la habitación, bebieron, el hombre se acercó la besó. Disculpa Hugo, pero creo que debo partir ya. Se paró fue al sanitario a orinar y justo cuando salía recibió un fuerte golpe en la cabeza, cayo en el piso como una madera hueca. Habrá transcurrido una hora y abrió los ojos. Estaba en la cama, sintió un fuerte pinchazo en un tobillo, se quitó la sábana que la cubría. Tenía el tobillo hinchado y algo deforme, se sentía mareada no entendía que pasaba. Notó que estaba en ropa interior. De pronto Hugo apareció. Hola Viola perdón si fui un poco violento, pero me pareció que lo necesitabas. Viola no entendía nada, se sentía asustada, era una niña otra vez indefensa, y eso en ciertas fibras de su cuerpo la erizaba y le excitaba. Bien dijo el hombre, pues ahora sí a lo que vinimos, espero que lo disfrutes, por favor no me obligues a volverte golpear. Se desabotono el pantalón y su panza flácida, quedó al descubierto, así como su encanecido miembro. Se montó en Viola e hizo lo que irónicamente su nombre sugería la violó. Hubo gemidos, placer, dolor, enojo, ira y un nuevo golpe que al final la dejo nuevamente inconsciente. Una hora más tarde se encontraba recibiendo asistencia médica del hotel. No parecía muy sorprendido el encargado que se encontraba en la puerta observándola, juzgándola y diciendo por dentro, te lo buscaste eres una puta, te lo buscaste. ¿O se trataba de sus propias palabras? El médico o lo que fuera vendó su tobillo y curo la herida en su cabeza. Partieron y no dijeron más.

Esta bien si pido un coche que te lleve a tu casa querida, supongo que si verdad, comentó su agresor, su tío, abusador, todo ellos juntos. Llego el coche, subió a él y llego a su casa. Su esposo y e hijos se encontraban dormidos.

A la mañana siguiente Juan asustado la despertó y preguntó que le había ocurrido. Viola no pudo más que llorar y decir la verdad. Juan la observaba con repulsión, después con lástima. Sintió como su mirada decía, te lo mereces, te lo buscaste. Y bien qué demonios quieres hacer, dijo Juan exaltado, quieres demandar al ojete, o que carajos quieres. Viola dijo no, nada, presentaré mi renuncia eso es todo.

La siguiente semana Viola presentó su renuncia. No dijo nada más del tema, vio a Hugo a lo lejos y el la despidió con un saludo amigable.

La primavera llegó, marzo de 1989. Parecía que sus heridas de alguna manera sanaban, o más bien eso le gustaba pensar. Era nuevamente una ama de casa, cuidaba a los hijos, limpiaba, cocinaba y nada más. Su relación con Juan no eran más que largos silencios en la cena y el fin de semana. Dormían, tenían sexo, pero Viola, no era más que un mueble, vacío, y algo corroído por el óxido y el tiempo. Algunas veces se acordaba de sus agresores, a veces fantaseaba, con ello, después se sorprendía arreglándose toda y poniéndose sexy. Posteriormente gritaba con rabia, se jalaba los cabellos, se golpeaba.

Habían pasado ya unos 13 años sin ver a su hermana, en una carta que le llegó le contaba que ahora se encontraba en Noruega, se había unido a una tripulación, que pescaba salmones. Se había enamorado del capitán del barco de la tripulación.

Que magnifico pensaba Viola, se imagino bailando como niña, con el capitán, con un vestido largo y con crinolina, ah, hermoso.

De pronto llego la hora de tener lista la comida, llegaron los hijos, les dio de comer, llego la cena, vio a Juan, no hablaron, solo miradas taciturnas y nuevamente llego la hora de dormir. Era una noche calurosa ambos daban vueltas en la cama y apenas y sus cuerpos rozaban. De pronto Juan dijo: Viola, tengo algo que decir. Mira Viola, yo te amo, amo a nuestros hijos, pero desde el año pasado no puedo olvidar lo que pasó. No puedo olvidar que me hayas traicionado, no puedo olvidar lo estúpida que fuiste, y que más patético aún, parece que pretendieras que nada te ocurrió. Vives como, ¡como si estuvieras en otra dimensión! Te violaron Viola, y pareciera que nada te hubiera ocurrido, ¿o qué? ¿lo disfrutaste?, ¿eso es lo que te gusta?, ¿golpes?, ¿odio? Disculpa, pero yo no soy nada de eso. Creo que no te conozco, y lo más triste es que  ya no me interesa descifrarte.

Viola permaneció callada. Di algo, dijo Juan, ¡háblame!, exclamó y la sacudió por los hombros. Empezó a sollozar, mira como me tienes, no hablas no dices nada. Viola empezó hablar y escuchó como la voz de una niña, indefensa. No sé Juan, se mordió las uñas, y le dijo: quiero un vestido con crinolina, y soñar que estoy navegando en el mar, y que un capitán, no, no, un príncipe sí, me rescata y bailamos juntos bajo la luz de la luna. Juan se quedó atónito, se volteó y lloroso dijo, quiero el divorcio Viola, estoy cansado ya, ya tampoco se quien soy yo.

A la maña siguiente Juan se bañó, y se fue rápidamente al trabajo. Viola despertó vistió a los niños, les dio de desayunar y los envió al colegio en el transporte, se sentía agotada. Es increíble pensó, pero que funcional, soy, soy la perfecta ama de casa. Empezó a danzar y a cantar, y a fantasear en su principie, tío, violador.

El caluroso mes de marzo, se despidió e inició abril, vibrante, más caluroso y lleno de color. Con abril llego también el acta de divorcio en la que Juan solicitaba quedarse con los hijos, y en la que prometía le daría una pensión a Viola. Alegó que Viola tenía un desequilibrio mental y que no se podría hacer cargo de los niños, así que los perdió a ellos también.

Viola parecía aturdida, incapaz de comprender nada. Accedió. Sus hijos se despidieron llorosos de ella, después de todo había sido una buena mamá, nunca les hice daño pensó. Tranquilos amores míos, dijo Viola, prometo que estaré mejor y nos seguiremos viendo los fines de semana.

Era increíble el silencio que se escuchaba en la casa, solo estaba ahí ella, con sus pensamientos, con sus fantasías. Se dirigió al baño y camino al bañó tomo un cinturón. En realidad, desconocía el cinturón, ¿de quien era?, ¿Juan?, ¿quién dejó aquí este cinturón? Para mí, preguntó ¿en serio?, se dijo a si misma. Ah muy bien abrió la puerta del baño, se quito el cordón de su bata, y se las arreglo para amarrarlo fuertemente al cinturón que era de tela, lo que permitía que fuera suficientemente flexible, como para lograr un buen amarre. Logró así crear una cuerda larga que amarró del tuvo de la regadera. Después tomo un pequeño banco, que tenía en el baño para alcanzar lo que Juan siempre dejaba arriba del mueble del espejo. Lo colocó dentro de la bañera se subió a él. Tomo el otro extremo del cinturón, lo pasó por su delgado cuello y lo apretó fuertemente. Se dejo caer, comenzó a asfixiarse, sus pies le hormigueaban, sus manos comenzaban a verse azulosas, los ojos le explotaban. Era un dolor muy fuerte, como todo ese enojo, dolor e ira almacenado. Si pensaba ella así se siente, lo merezco, merezco morir. El tubo de la regadera no resistió su peso, así que cayó al gélido piso. Logró aflojarse el cinturón, se tocaba el cuello, le ardía, quemaba, como si estuviera en llamas, se arrastró hasta el escusado y tomo con una de sus manos un poco de agua para que se deslizara por la garganta. Inhalo y exhalo, no podía creer lo que acaba de hacer. Pero que me pasa, ¿quién soy?, ¿qué pasa? No pudo dormir en toda la noche. Sabía que tenía que arreglar las cosas, poner la mierda en su lugar y tirar de la cadena para que se fuera al caño donde correspondía.

Se miró al espejo y por vez primera se reconoció, a diferencia de la franja roja en su cuello.

Tenía que hacer un plan, no podía vivir solo de la caridad de Juan ¡y no ver a sus hijos más que los fines de semana! Necesito demostrar que estoy cuerda que estoy sana, necesito sanar.

Ya habían transcurrido unos meses desde el episodio de la bañera y Viola se sentía más recuperada. Trabajaba ahora en una joyería, por comisión, era muy buena vendedora, llevaba un par de meses y las cosas marchaban bien. Veía a sus hijos los fines, a sus papás no los veía desde hace tres meses, le habían dejado de hablar, se avergonzaban de ella.

Como pasatiempo, Viola se volvió una especie de investigadora, investigadora de un hecho, de una persona, que le permitiría recobrar parte de lo que había perdido. Al menos así se decía para sus adentros, he dado con la caldera de oro al final del arcoíris. Ahora solo es cuestión de tiempo. Estratégicamente la joyería donde se empleaba estaba cerca de una colonia de gente adinerada y sabía que por ahí vivía aquél último agresor.

Un día común y corriente entró a la joyería una pareja Viola se encontraba concentrada puliendo unos anillos. La pareja parloteaba y el hombre decía que quería el mejor anillo para su prometida. Viola pensó excelente, es una buena oportunidad de venta. Levantó la mirada y se quedó atónita. Era Hugo, y llevaba de su brazo a una mujer unos 10 años menor a él. Maldito bastardo pensó para sus adentros. Aún así no hizo más que sonreír hola bienvenidos. Hugo nervioso pretendió no conocerla. Nervioso dijo am, si buenas tardes, quiero un anillo para mi prometida. Claro que sí dijo Viola. Permítame mostrarle nuestra selección. Se dirigió al mostrador, paciente le enseño todos los anillos a la bella joven. Estuvieron alrededor de 1 hora decidiendo, hasta que eligió. Más o menos estará listo a mediados de la siguiente semana, indicó, Viola “la vendedora”. Excelente contestó Hugo. Por favor caballero, llené aquí sus datos; teléfono y dirección, para hacerle llegar directamente a su domicilio el anillo si le parece bien, sugirió la vendedora. Oh, que buen servicio si de acuerdo. A unos metros, otra de las vendedoras, observaba extrañada a Viola. La pareja se despidió y salió de la tienda. Oye Viola comentó la otra vendedora no tenemos tal cosa como entregas en domicilio. Oh no te preocupes, yo puedo personalmente írselo a entregar, fue una venta grande, dio en un solo pago el preció del anillo, se llevo el de $80,000 pesos. Oh muy bien Viola si no tienes inconveniente me parece muy bien, muy bien hecho, sigue así, seguro para este año te llevas el premio a la mejor vendedora. Gracias asintió Viola.

En la siguiente semana Viola telefoneo al número que le indicaron. Contestó la señora que hacía la limpieza o eso parecía. Buenas tardes me puede comunicar con el señor Hugo Fuentes, hablo de la joyería “Mis sueños”, si permítame. Buenas tardes, señor Hugo Fuentes, si em, ¿Viola preguntó? Ah así que ahora si me reconoces, carraspeó Hugo que deseas, te iremos a entregar el anillo de tu prometida, si te parece bien, es parte de nuestro servicio. ¿a qué hora te encuentro? Ah muy bien puede ser mañana por la tarde, Ana mi prometida, em a esa hora no está. Viola contesto: excelente señor Fuentes a esa hora estaré por ahí.

A la mañana siguiente Viola despertó exaltada, había pasado toda la noche repasando su plan, repasando y ensayando la información, que todo este tiempo había llenado su cabeza. Desayunó algo ligero, un jugo, un café y un pan. Llego a la joyería, limpió el mostrador, acomodó unos anillos y a la hora de la comida, le indicó a la encargaba que aprovecharía para hacer la entrega al señor Fuentes.

Tomo un taxi y llego a la residencia, era una casa blanca, grande, como con la que alguna vez soñó que podría tener con Juan y sus dos bellos hijos.

Tocó y la recibió el señor de la casa, la jaló por los brazos, entra vamos. Cerró a la puerta, y dijo: y bien además de la entrega a que debo tu visita. Viola se desabotono la playera y le dijo creí que nos podíamos divertir un poco como aquella vez que me dejaste inconsciente. Hugo río y le dijo claro subamos al cuarto. El se desnudó y Viola se quedó en pantaletas. El se las intentó quitar, pero ella no lo permitió. Vamos Viola, o que quieres ah ya sé que te den una viola, violada, y empezó a reír. Si exacto comento ella. Cierra los ojos le dijo y cuidadosamente, saco una navaja de sus pantaletas y la escondió debajo del colchón. Se sentó en su miembro y la empezó a penetrar, gimieron, y continuaron fornicando. De pronto Viola sacó la navaja, y perforó levemente uno de sus testículos, Hugo gritó de dolor y estaba a punto de golpearla de un puñetazo, cuando notó que Viola volvía a presionar con la navaja su otro testículo. Con calma Hugo, yo lo tomaría con más calma si fuera tú… Maldita perra, esta bien esta bien, que carajos quieres. Volvió a sentir que su pelota derecha estaba por ser ponchada. Basta, basta, te lo suplico, empezaba a llorar. Viola empezó a reír. Que te pasa le dijo, creí que te gustaba el maltrato. ¿Qué te pasa, maldita lunática? Bueno Huguito te voy a decir como estará el juego. Nada mas quiero medio millón y tu automóvil. Hugo río burlonamente, estás estúpida. Bueno está bien si no me lo das, además de volarte los dos testículos, te denunciaré por violación. Además, te estuve investigando, se toda la mierda que has estado haciendo. Además, sé qué hace 20 años violaste a una niña en la preparatoria, me he contacto con ella y sé de tus contactos con la pornografía infantil. De hecho, compré uno de tus videos, no sabía que fueras estrella porno infantil. Era de imaginarse con ese pequeño prepucio, pues si que le entra una niña o niño verdad por lo visto. Luchó Hugo por zafarse a la amazona que tenía trepada, pero ella enterró la delgada navaja y empezó a sentir la cálida sangre que escurría por su escroto. Empezó sentirse mareado y dijo: esta bien. Perfecto que bueno que seas tan sensato. Te comento además que tengo copias de tu película, cerdo de mierda y te puedo incriminar hoy mismo si así lo deseo. Okay, de acuerdo maldita, como quieres el pago, en cash por supuesto indicó Viola. No tengo medio millón, vamos Hugo no me hagas volarte el pene también. Ok, ok, puedo conseguir la mitad hoy. Maldito inepto, exclamó Viola; 250 no me sirven, necesito al menos 400. Vamos sé que puedes lograrlo, se que el porno infantil esta en su auge, y además seguro tendrás amigos que te puedan ayudar. Vamos Hugo apúrate que va a regresar tu preciosa prometida. Esta bien asintió el Hugo. Viola se levantó, se limpió la sangre y los fluidos. De pronto parada frente a la cama sintió lástima, pero se sintió al fin poderosa, al fin era ella misma otra vez, era quien siempre deseó ser. Sacó de su bolsa unas gasas y le apretó las pelotas, el asustado gritó, y ella dijo calma, ratoncito, es para que no te me desangres en el camino. Te curaré, así como me curaron aquella vez en el hotel.

Bien ayúdame a levantarme, no intentes alguna estupidez lo amenazó con la navaja en uno de los ojos. Esta bien ya entendí, lo ayudó a caminar hasta el bañó, quitó el espejo y abrió una caja fuerte, aquí tengo, déjame ver tengo 150 mil, los 250 están en otro lado. Viola apretó sus tanates, el lloraba como un niño. Está bien vamos, vamos.

Salieron de casa de Hugo, se subieron al automóvil. Le indicó a Viola las direcciones a tomar, llegaron a la carretera, Hugo se desangraba. Pero Viola estaba preparada para que no muriera así. Paró y curó sus heridas. Llegaron a una casa de campo, donde Hugo guardaba su alter ego. Había casetes, tres televisiones, y varias videocaseteras, así como cámaras profesionales como de cineastas. Así que aquí produces todo tu material. Muy bien Huguito ya dame el resto del baro. Están en, el sótano. Bajaron ambos y en un portafolio, había mas o menos 500 mil pesos. Viola contó sus 250 mil, no necesitaba más. Gracias le dijo, cerró el portafolio y le asestó un fuerte golpe en la cabeza, cerro la puerta del sótano y se fue. Sabía que de una u otra manera lograría salir de ahí el bastardo.

Nuevamente llegó el fin de año, el resto del año Viola se concentró en recuperarse. Recupero la relación con su familia y denunció ante toda su familia en una comida lo que su tío Eduardo le había estado practicando por tanto años.

Con el dinero pronto pudo poner su propio negocio, era un video centro, especializado en películas de terror y de culto, para no olvidar esa época de terror que vivió y lo que le enseñó y al final la convirtió en la amazona que ahora es. Al fin se sentía bien, vibraba como nunca.

Desafortunadamente para ese entonces Juan, ya se había vuelto a casar, pero aún tenía a sus hijos. Le demostró que se encontraba, estable mental y económicamente. Pidió la custodia de sus hijos y la obtuvo. Le dolía no haber podido recuperar a su esposo, pero era un barco que había zarpado hace varios años.

En esa misma época recibió una carta de su hermana, donde le decía que todo había salido mal con el capitán, que recibía maltratos y que estaba embarazada. Parecía una nueva aventura para Viola, ir a la gélida Noruega y rescatar a su querida hermana.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS