La vela encendida

La vela encendida

Said Carrillo

19/07/2018

Ésta historia comienza en Florencia Italia, con una joven muy bella de tan solo quince años llamada Alessandra Ferrara D´angelo. Ella vivía con sus padres en una modesta casa, ella se la pasaba encerrada en su cuarto y la mayor parte del tiempo con un aparato electrónico y unos cables auriculares en sus oídos, siendo esta la causa principal de que Alessandra se comportara antisocial y antipática con sus padres.

En la escuela su comportamiento era distinto con sus amigas y amigos, con los que se llevaba bien, sin embargo todos ellos parecían estar siempre muy preocupados por las apariencias y el aspecto económico. Ella tenía un novio con el que siempre tenía muchas discusiones, en su mayoría peleas provocadas por inseguridades de ambos que atraían celos y reclamos absurdos, pero por alguna razón la relación estaba sujeta por la costumbre, que los hacía confundirse con sentimientos ya inexistentes.

Una mañana Alessandra despertó con la preocupación por darles a sus padres un aviso de la escuela que deberían firmar como permiso para una excursión a unas ruinas medievales. Como era de esperarse, sus padres se molestaron mucho porque les estaba avisando a última hora y aunque de igual forma ella fue a su excursión, ya había comenzado el día de mala manera. Una vez en llegando al destino, el grupo de alumnos se juntó para comenzar a recorrer un castillo en ruinas junto a un guía turístico. Esto realmente no le importaba para nada Alessandra y a su novio, por lo que discretamente se alejaron del grupo y se fueron por su cuenta para estar solos. Después de un par de minutos juntos comenzaron a discutir por uno de sus habituales y caprichosos motivos, en el que terminaron enojados y separándose, yéndose cada quien por su lado para buscar a su grupo de compañeros.

Alessandra entró al deteriorado castillo en busca de sus amigos, pero en el lugar que había entrado no había nada ni nadie mas que una habitación muy grande y una solitaria puerta al fondo. Ella sintió curiosidad por saber que había detrás de esa puerta y aprovechando que estaba sola fue para echar un vistazo. La puerta era de madera y se se veía muy vieja, sin una manija, mas que con una cerradura que abriría solo con una llave antigua, así ya no importaba, se daría media vuelta y seguiría buscando al grupo, de no ser porque al darle un pequeño empujón ésta se abrió.

Al estar ahí, frente a la puerta abierta ella comenzó a sentir algo extraño, casi como si tuviera la necesidad de entrar a averiguar que había dentro, así que abrió totalmente la puerta y se encontró con unas escaleras que bajaban a lo que parecía ser una especie de sótano. Comenzó a bajar lentamente iluminando su camino con la pequeña linterna de su teléfono hasta llegar a lo que era una habitación vacía, oscura y fría. Con su linterna pudo ver en el centro una vela tirada con una base de metal, muy curiosa, la levantó y con su luz la comenzó a observar, y no sería más que una vela antigua de no ser porque a un costado de su oxidada base de metal se leían las iniciales «A.F.A», muy sugestiva, Alessandra pensó en que era una coincidencia un tanto extraña el que se haya encontrado en esa vela sus iniciales después de haber sentido aquella atracción por entrar a esa habitación, aunque obvio, no le tomaría importancia, de no ser porque al ver debajo de la base de la vela observó un grabado en el metal de una corona; el miedo se hizo presente, pues no era cualquier corona, si no que ella tenía una manía por dibujar coronas, en una clase aburrida por ejemplo y para empeorar el asunto era el mismo estilo repetitivo con el que ella las dibujaba siempre, era como si alguien hubiera copiado uno de tantos dibujos que ella había hecho en aquella base. Asustada dejó caer la vela y fue a las escaleras para irse de ahí. Cuando iba subiendo sintió una ráfaga de viento frío que venía de abajo, volteó asustada pero no se veía más que la oscuridad, al apresurar el paso y justo antes de llegar a la puerta, ésta se cerró de golpe como si alguien la hubiera empujado desde afuera, trató de abrirla desesperada y gritando con la esperanza que fuera una broma de alguno de sus compañeros, «¡no es divertido!» gritaba, pero nadie respondía y la puerta que tan fácil pudo abrir con un empujón, ahora parecía estar sellada. Ya había perdido la calma y estaba muy asustada con la oscuridad detrás de ella, intentó llamar a su novio por teléfono pero sus llamadas no se completaban, intentó con otros contactos pero fue inútil, hasta que de repente vio una luz tenue que venía de abajo; muy extrañada y con miedo, bajó lentamente, su sorpresa fue enorme al ver que la vela que había dejado caer, ahora estaba acomodada en su base y encendida. El ambiente se tornó tranquilo y parecía que el tiempo corría más lento, pero en unos segundos Alessandra reaccionó y justo cuando estaba a punto de tener un ataque de pánico se escuchó un fuerte golpe, era la puerta, se había abierto y sin pensarlo dos veces subió corriendo y al llegar al último escalón tropezó y cayó, pero al menos ya estaba fuera de aquel lugar, se levantó rápidamente corrió fuera del castillo hasta el jardín y se sentó en una banca de piedra.

Muy asustada buscó su teléfono para llamar a alguien que fuera a buscarla, pero no encontró el teléfono, seguro se cayó al momento de tropezar, pensó, pero no iba regresar ni loca, entonces respiró y se limpió su vestido del polvo por aquella caída, pasaron unos segundo para que se diera cuenta que lo que estaba sacudiendo era un vestido blanco, ligero y de lana con adornos bordados de color azul, siendo que ella vestía unos pantalones ajustados y una camiseta deportiva; ¿cómo es posible qué traiga puesto esto? dijo Alessandra con mucha exaltación y gran confusión, se quedó de pie con el rostro desencajado y mirando hacia el suelo como si mirando el césped fuera a encontrar una explicación, pero al subir la mirada pudo observar que aquel castillo es ruinas ahora parecía ser el doble de alto, con ventanales coloridos, y al mismo tiempo que vio eso también cayó en cuenta que antes del suceso de la vela, no había ningún jardín con césped podado, arbustos con flores hermosas y bancas de piedra; tan solo dio un par de pasos cuando escuchó una voz fuerte y firme que le decía -¡Alessadra! te dije que estabas castigada sin salir del castillo, ve de vuelta a tu alcoba- aquella voz era de un hombre que montaba en un caballo blanco y enorme, este hombre vestía ropajes largos de seda y con una corona muy familiar bordada en el pecho.

Alessandra simplemente no daba crédito a lo que estaba pasando y aquel hombre del caballo le volvió a gritar que regresara al castillo, con el segundo grito Alessandra reaccionó, y sin decir nada, caminó hacía el castillo y entró.

Una enorme estancia con una chimenea , muros blancos, pinturas por todas partes pieles de animales en el suelo y unas grandes escaleras de fondo. Alessandra estaba parada en la puerta observando el interior del castillo con cara desencajada, cuando una mujer de avanzada edad seacercó y le dijo, – señorita Alessandra, ¿qué está haciendo ahí? su padre se molestará con ambas si la ve fuera de su alcoba, vamos la acompaño. Ambas subieron las escaleras y al pasar por varios pasillos largos llenos de ventanales y muchas puertas, la mujer se detuvo en una de las puertas y la abrió. Sin decir nada, Alessandra solo entró y cerró la puerta, ahí dentro había una cama muy grande, muebles de madera con un estilo inusual, una ventana grande con una gran vista al jardín donde se encontraba hace un momento y a lado de la cama un pequeño buró con una vela el el. Ella reconoció inmediatamente la vela, era la misma que apareció cuando todo lo extraño había comenzado a suceder, la tomó entre sus manos y comenzó a llorar. Llorando y con el fuerte sentimiento de incertidumbre, cerró fuertemente los ojos, tenía que averiguar que no fuera un sueño pero nada cambia al abrirlos y con lagrimas en sus ojos se acostó en la cama intentando darle una explicación a lo que estaba ocurriendo pero su mente simplemente no lograba encontrar lógica, entre llanto y miles de inciertos pensamientos llenos de angustia, se quedó dormida.

Alessandra despertó y notó que había anochecido, lo peor, que todo seguía igual, aún estaba en la misma habitación extraña, pero no se pondría a llorar de nuevo y quedarse ahí sin tratar de averiguar lo que sucedía, así que con una mirada determinante se levantó de la cama y justo un segundo antes de que ella pudiera abrir la puerta, ésta se abrió y ahí estaba aquel hombre que vio montado en su caballo, pero esta vez con tono amable le dijo – Alessandra, hija, no me gusta enojarme contigo, sin embargo tengo que ser duro a veces por tu bien, ojalá puedas entenderlo. ahora ven, ya es hora de la cena.

Bajaron al enorme comedor donde estaba servida la cena que parecía un banquete de película, en en la mesa solo estaban aquel hombre y la que parecía ser su esposa, una mujer bella de cabello largo y con una corona pequeña y muy brillante. Ambos comenzaron a platicar con ella acerca de su comportamiento y otras cosas que no podía comprender, pero solo le prestaba atención al hecho de que la llamaran hija, y lo familiar que le resultaba el momento, a pesar de que ella aún no comprendía absolutamente nada, podía sentir que estaba viviendo un día normal, con los regaños de sus padres y ella castigada. Al termino de la cena se levantó y fue a la habitación que se supone, era suya, se acostó en la cama y por fin se decidió a enfrentar la realidad en su mente, tratando de procesar lo que había visto hasta el momento para intentar comprender que le había ocurrido y así darse un poco de calma.

¿Qué pudo haber ocurrido? parece que estoy en otro tiempo, y las personas aquí parecen ser mis familiares, también pareciera que me conocen desde siempre, ¿qué significa esta maldita vela? es seguro que tuvo algo que ver en todo esto; todas esas ideas y preguntas pasaban por la cabeza de Alessandra, cuando recordó que al momento de encontrar la vela en un inicio, se encontraba en una especie de sótano, ahí comenzó todo y aunque el castillo ya no estuviera en ruinas, aquel lugar aún debería estar ahí. Salió de la cama, tomó la vela y se dispuso a encontrar el sótano de nuevo, después de recorrer el castillo unos minutos, no le fue difícil reconocer la gran estancia con la puerta al fondo a pesar de que ahora habían muebles y algunas espadas y hachas colgadas en los muros, ese era el lugar, así que utilizó una de las antorchas que iluminaban el castillo para encender la vera, y sin dudar, entró y bajó, notado que ese lugar era una especie de almacén donde se guardaban cosas. Con cuidado puso la vela en el medio del lugar, dio unos pasos hacía atrás y esperó a que ocurriera algo, sin embargo pasaron las minutos y nada, pasó una hora y nada, solo veía como se iba consumiendo la cera, así que salió de ahí, apagó la pequeña flama y regresó a su alcoba con lagrimas en los ojos, y sin esperanza.

Al día siguiente, vagó por todo el castillo, conoció a las y los empleados, que le parecieron muy amables, a los que son sus padres en aquel tiempo, y dejó a su mente y corazón descansar tratando de aceptar momentáneamente el que ella estuviera ahí. Pasaron los días, las semanas, ella se comenzó a familiarizar con todo, la visitaban amigos que ella tenía y no conocía, y así fue viviendo el reto de vivir socializando con la dificultad de fingir conocer ese mundo del que ella no sabía nada para no tener problemas, porque era evidente que nadie le creería si intentara contar lo que le pasó.

6 meses después, Alessandra había logrado una relación real de padre, madre e hija, se llevaba muy bien con los empleados y guardias del castillo y ahora sabía mucho del mundo que la rodeaba, como que sus padres eran reyes de aquella zona en Italia, era el año 1340. Alesandra tenía muchos amigos y amigas hijos de hombres ricos e importantes del reino que tenían permitido visitarla en el castillo y junto con ellos salían a escondidas al pueblo que se encontraba unos pocos kilómetros del castillo porque les agradaba la vida de esas personas humildes y también ahí tenía relaciones de amistad con algunos hijos e hijas de comerciantes y campesinos, pero muy seguido la descubrían y era castigada porque no era bien visto que la princesa estuviera rondando por ahí. Aún así ella se divertía mucho, incluso comenzó a enamorarse de un muchacho del pueblo al que veía cada vez que ella iba, a Alessandra le maravillaba la manera tan romántica y profunda de ser de aquel joven.

Una mañana, Alessandra se encontraba caminando por el jardín del castillo, se encontraba pensando en su vida anterior, y que cada vez parecía ser menos importante encontrar respuestas al por qué de repente su vida cambió, llevándola a esta época del pasado, es entonces que se dio cuenta de que no podría vivir tranquila jamás con esa sensación de preocupación al imaginar el dolor de sus padres que se quedaron en el presente, ya que no sabrán jamás por que desapareció su hija sin explicación, soportaría la tristeza por no haberse despedido, y la sensación de incertidumbre que seguro iba a estar presente por el resto de su vida. Alessandra recordó que en el pueblo al que iba de vez en cuando a escondidas, había un sabio muy reconocido y aclamado por los habitantes, incluso su padre, el rey, lo conocía y respetaba; sería una buena idea ir a visitarlo en un intento más de saber que le pasó con ella, así que sin que la vieran fue a las caballeriza, montó su caballo negro y fue galopando al pueblo. Luego de media hora llegó y preguntó por el sabio, una vez localizando su paradero, tocó la puerta de su humilde casa, un hombre de avanzada edad, con ropa gastada y una barba larga y blanca salió, la reconoció mediatamente y dijo – majestad es usted, que sorpresa, ¿dígame en qué le puedo ayudar? – Alessandra le dijo que necesitaba ayuda y que si podía platicar con él, el sabio la hizo pasar y se sentaron en una pequeña mesa Alessandra comenzó diciéndole al viejo que después de contarle todo, si él no creía en nada de lo que haya dicho, no se ofendería, que ni ella misma lo creería si los papeles estuvieran invertidos, después de eso comenzó a contarle todo. Mientras ella hablaba y tocaba los puntos más increíbles de su historia, sus ojos se llenaban de lagrimas por momentos y su voz se quebraba, el hombre simplemente la veía con una mirada atenta y escuchando sin decir nada hasta que ella terminó de hablar, y es entonces que el sabio se quedó en silencio por unos instantes pensando y después le dijo, – Alessandra, estamos viviendo una era en la que se habla de dios por todo, él es la respuesta a muchas de nuestras preguntas que nos hacemos, la iglesia se ha desviado de su misión original y hacemos cosas crueles, sin embargo yo creo que a esto que te pasó lo podemos atribuir a lo que tu quieras o a quién tu quieras, es decir, puedes creer que es obra de dios o del destino, pero lo que realmente importa es que representa una segunda oportunidad para ti, nada pasa por casualidad y probablemente tu nueva vida aquí sea un mensaje del universo que solo tú puedes leer. Pero, si tu mayor preocupación es regresar a tu mundo anterior, yo creo que puedes intentar ir al mismo lugar en el que estabas cuando llegaste aquí, me has contado sobre esa vela, y creo que cometiste un error al haber ido con ella encendida, puesto que originalmente estaba apagada según me has contado, así que no la enciendas, simplemente ve, ponla en medio y para ese momento tienes que desear con corazón lo que quieres que suceda, si es el caso, regresar a tu tiempo. y el puente que te trajo aquí tal vez se abra una vez más para regresarte. Ah, y no te preocupes por lo que dejaste atrás Alessandra, recuerda, que vienes de un tiempo futuro, toda tu historia aun no ocurre, simplemente eso no ha pasado aún, así que no te preocupes más por eso. El anciano sonrío y le dijo a Alessandra que ya era hora de que regresara a casa y que le deseaba suerte.

Sin decir nada y pensando en todo lo que el sabio le había dicho, Alessandra había regresado al castillo, y por suerte sus padres no se percataron de su ausencia, así que se dirigió al sótano, cerró la puerta y al no tener nada de luz bajó las escaleras con cuidado y tocando las paredes para guiarse, cuando llegó abajo buscó con sus manos la vela y la encontró en el mismo lugar donde la había dejado aquella primer noche que pasó en ese castillo, acomodó la vela parada sobre su base de metal, se puso de pie, cerró los ojos, y ahí estaba en la oscuridad y el silencio, comenzó a pensar en querer regresar a su tiempo original pero sin darse cuenta comenzó a recordar lo que había pasado esos últimos seis meses, donde por primera vez en su vida pudo llevarse bien de alguna manera con sus padres, ahora valoraba cada aspecto del amor a ellos, sus amigos la querían mucho, y aquel muchacho del que se estaba enamorando la hacía sentir en las nubes, realmente eran sentimientos sinceros, pensaba en lo mucho que le gustaba montar en su caballo por los alrededores del castillo, respirando el aire fresco y viendo hermosos y amplios paisajes verdes, en ese momento el corazón de Alessandra estaba latiendo fuertemente y con una sonrisa estaba perdida en sus pensamientos, cuando de repente sintió una ráfaga de viento, abrió los ojos y vio a la oscuridad irse, al ver la vela encendida, se había encendido sola, Alessandra miraba quieta y expectante, había mucho silencio, y después de unos instantes en calma, la vela se apagó de golpe, como si alguien le hubiera soplado con fuerza, y la puerta de arriba se abrió lentamente, en ese momento Alessandra sabía que era momento de salir, subió ansiosa las escaleras y al llegar afuera no quiso levantar la mirada, solo observó lo que llevaba puesto, vio un hermoso vestido de lana, con flores azules bordadas, al ver esto una lagrima corrió por su mejilla, alzó la mirada y vio a su madre y a su padre, el rey y la reina, observándola desconcertados por ver a su hija salir del sótano llorando, pero antes de que dijeras algo, ella corrió a abrazarlos y a decirles que los amaba, entendiendo que el sabio le dijo que al estar ahí, en ese lugar con la vela, tenía que desear de corazón lo que realmente quería ,y su corazón en ese momento le reveló aquel mensaje del universo, haciendo que comprendiera que sí era una segunda oportunidad de vivir la vida como realmente debe ser, valorando lo que tienes, a quienes tienes y lo que significa ser feliz.

Alessandra vivió muy feliz, construyó su historia en aquella época medieval y la lección que aprendió la tuvo siempre presente, de mantener consigo a los que ama, de mantener la humildad, de siempre escuchar lo que le dice su corazó manteniéndose atenta a él y de mantener… la vela encendida.

Fin.

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