La noche estaba oscura y fría. Lucas, un joven fotógrafo, había llegado al cementerio para tomar algunas fotos misteriosas para su proyecto final. Mientras buscaba la perspectiva perfecta, escuchó un susurro siniestro que parecía venir de detrás de una tumba.
Con curiosidad enfermiza, Lucas caminó lentamente hacia la dirección del sonido. De repente, una mano fría y huesuda se extendió hacia su tobillo y lo agarró con fuerza, arrastrándolo hacia abajo.
Lucas luchó por liberarse del agarre, pero era inútil. Mirando hacia arriba, vio a una figura oscura y sin rostro, con ojos vacíos y una sonrisa retorcida, tirando de él hacia la tierra fría y húmeda.
Aterrado, Lucas gritó y suplicó ayuda, pero no había nadie alrededor para escucharlo. Mientras era arrastrado hacia la tumba, se dio cuenta de que su destino estaba sellado. Había sido atrapado por un ser maligno que no tenía intención de dejarlo ir. La última foto que tomó era de sus propios ojos aterrorizados antes de que la oscuridad del cementerio lo tragase por completo y nunca más volviese a ser visto.
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