Era el viernes 13 de mayo por la mañana, la ciudad se encontraba vacía, todas la familias habían salido a vacacionar por feriado nacional, solo quedaba yo y el señor del puesto de periódico, a quien conocía, ya que llevaba 10 años saludándolo todas las mañana, el lugar estaba agradable, un frío rico, y una iluminación natural algo lúgubre, salía con rufus, mi perro pequeño quien es más tímido que yo y mi caracolito Ignacio quien ya lleva varios meses con nosotros, deje a Ignacio en el césped y jugamos con rufus a la traer la pelota, claro, con cuidado de no pisar a Ignacio, sería una tragedia, siempre quise un caracolito y por dramas vivenciales no había tenido la oportunidad hasta hace 3 meses, cuando lo vi en un árbol hermoso, de esos que botan florecillas rosas que al caer decoran todo el pavimento, estaba ahí, solo, tranquilo, lo mire y me movió la antenita, supe que seriamos amigos, ojala que el haya creído lo mismo, en fin lo lleve a casa, y no tiene problema en regresar luego de cada paseo, en realidad tampoco tiene opción, solo lo cojo y vamos, no habla, no tiene gestos ni extremidades con la que pueda comunicarse, espero de todo corazón que Ignacio sea feliz con nosotros.
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