Siempre crecí pensando que no tenia suerte en nada, con frecuencia me tocababa el camino más difícil por recorrer, ese con piedras y lodo, ese que ya estoy acostumbrada a recorrer.

Pero un bello día de Octubre, justo una semana después de mi cumpleaños apareció Dios en uno de mis sueños, arrancó una rosa de su jardín y me la dio por un corto tiempo, me dijo que te dejaría al lado de mi ventana, que te cuidara y procurara.

Y así lo hice, desperté y allí estabas, te puse en una maceta cerca de mi ventana, justo la que daba a la calle. Allí donde cualquier persona podía verte, olerte y tocarte.

Qué horrible tener que observar como el resto de personas que pasaban por la calle podían tocarte con sus sucias manos o arrancar tus pétalos sin darme tiempo de ahuyentarlos. Yo en cambio no hacia más que admirarte y quererte, porque enserio quería que te quedaras conmigo por mucho tiempo.

Regaba a diario tu maceta, me aseguraba que todos tus pétalos y tallo estuvieran lo más radiantes posible, así todos los días, así por varios meses.

Qué jodido sentimiento ese de sentir que nunca podrías quedarte siempre conmigo aunque yo me muriera de ganas de que así fuera.

– No, solo es un préstamo – replicó Dios en uno de mis más profundos sueños.

Sé y estoy segura de que también amaste que yo adorase tus espinas y aun así decidiera no tocarte ni arrancar tus rojos pétalos, todo con tal de preservarte un largo tiempo.

Sé que sentías lo mismo que yo porque cuando volvías al jardín de donde Dios te sacó para mí, el cuidador de flores me platicó como le contaste al resto de rosales lo hermoso que había sido estar conmigo y que ser admirado por tu belleza y no con morbo fue de las cosas que más disfrutaste en tu estadía en la tierra.

Sé que morías de ganas porque yo besase tus pétalos, mas siempre preferiste que solo me quedara al lado de expectadora, muriendo de envidia al ver que otros te tocaban con lujuria y nunca con ternura.

Sé que en esos 630 días te diste cuenta que yo era especial y te negabas a verlo porque en tu vida siendo una bella rosa, esto fue realmente inusual, y sin duda algo nuevo, entiendo que no sabias cómo reaccionar a tal atención y profundo sentimiento.

Aun conservo las fotos que nos tomamos juntos, en donde ambos parecíamos felices, o más o menos felices, porque ni a mi tus espinas me molestaban ni a ti mi ansiedad te alejaba.

La rosa y su más leal espectadora, la que no se atrevía a tocarte y en cambio prefería respetarte.

Recuerdo con alegría que una noche en la oscuridad de mi cuarto me ofreciste conocer al resto del rosal de donde te sacaron.

¿Acaso Dios te daría permiso de tal acto?

Siendo honesta, me emocioné muchísimo.

Ansiaba que llegara el día, en serio quería conocer al resto de ese rosal y conocer tu historia.

Pero ese día que volviste junto a los rosales, nadie me dijo que te irías.

¿acaso ya era hora de despedirnos?

Dios no me dio un tiempo definido, pero en otro sueño me reveló que tu ya no querías estar conmigo.

¿Qué te hice hermosa rosa? ¿Acaso ignoré tus necesidades?

¿Acaso hubo algún día en el que olvidé regarte?

No tenias por qué irte de un momento a otro.

¿Acaso hice mal por el solo hecho de admirarte?

¿Qué esperabas de mi hermosa rosa?

Ya no importaba ahora, Dios vino por ti una fría noche, y sin previo aviso te llevo de nuevo junto al resto de rosales.

Me dijo: – Debemos respetar las decisiones que toman las rosas, a veces no tiene que ver contigo si no con sus ideas mentales o sus cuidadores anteriores. Entender que a veces no te darán motivos y te dejaran solo, y es menester respetarlo porque no hay que insistir en donde con sus acciones te han dejado claro todo.

Qué desagradable tener que vivir sin ti, sin tu perfume, sin tu presencia, sin tu cálida y hermosa esencia.

Qué nefasto de tu parte dejarme queriéndote así, ojalá algún día te des tiempo para decirme por qué te alejaste de mi.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS