Realmente prometer algo, no es simplemente decirlo, hay que sentirlo y también cumplirlo y de eso puedo darme cuenta ahora mientras estoy contigo en este cuarto, trate de cumplir lo que no firmamos en un papel pues aquello que está pactado en tinta fácilmente se puede borrar, pero las palabras no se pueden olvidar.
Como comenzar a contarte esta historia, de cómo me enamore de ti por primera vez, tal vez tengo una idea y sumirme en la abstracción hará que pueda ser mejor expresarme. Tal vez recuerdes querido mío, el puesto de helados de aquella plaza en las afueras de la ciudad, era un día frío, pero algo en mí suplicaba por un helado, desee complacer ese infantil antojo sin pensar en que volvería a ser un niño, pues eras tú quien servía los helados, recuerdo tu sonrisa y tus ojos de color marrón, tal vez no lo sepas pero al instante de verte el frío exterior desapareció para mí, pues la llama en mi interior que había estado apagada, como por arte de magia, enardeció mi ser y sé que tú lo notaste, pues tu sonrisa pícara no se desdibujó durante toda la primera conversación.
Puedo confesarte hoy aquí, que no creía en las casualidades al igual que tampoco me gustaba el chocolate, pero no me sorprende pensar que me puedo equivocar. Como en los cuentos de hadas no lo dicen, puedo estar seguro de que el amor no es perfecto, las discusiones no faltaron, pero nunca dejamos de amarnos, y nunca dejaremos de hacerlo.
Un día te prometí, y tengo testigos de eso, en el altar, con muchas personas en el fondo, pero solo contigo de frente, que estaría contigo por siempre y para siempre, hasta el fin de nuestros días, sin saber que prometer es más que decir una palabra y más que firmar un papel. Pero estoy seguro de que lo cumplí, y hoy que estás aquí a mi lado, escuchando los ruidos incesantes de este hospital, que sé que no te han dejado dormir en días, puedo decir que fuiste el amor de mi vida.
Estaré contigo a donde sea que yo vaya, sigue tu vida, aunque yo no esté más en ella, no puedo decir que me he rendido, pero estoy cansado de hacerte sufrir con mi sufrimiento, que finalmente será en vano.
Sé que no puedes escucharme mientras estás dormido y no quiero despertarte. No me olvides amor de mi vida, porque yo te esperare donde sea que esté, sin importar tiempo y espacio. Me alegro mucho que lo último que pueda ver mientras cierre mis ojos sea tu rostro, limpio y sereno.
Adiós.
OPINIONES Y COMENTARIOS