La perdida el el mejor amigo

Hace poco perdí a mi perro Max, y todavía estoy tratando de asimilarlo. Max era más que una mascota, era mi compañero de aventuras y mi confidente. Siempre estaba ahí con su cola moviéndose y esa mirada llena de amor incondicional.

Lo que más extraño son las cosas pequeñas, como sus ladridos de alegría cuando llegaba a casa o la forma en que se acurrucaba a mi lado en el sofá. Era mi sombra, siguiéndome a todos lados, y su energía llenaba la casa de vida. Ahora, la casa se siente extrañamente vacía y silenciosa.

Los paseos por el parque ya no son lo mismo sin él. Solíamos pasar horas explorando, y ver su felicidad al correr libremente era uno de los mejores momentos del día. Ahora esos paseos me recuerdan su ausencia y lo mucho que lo extraño.

A veces me sorprendo esperando escuchar sus patitas en el piso o verlo aparecer de repente. Pero sé que, aunque ya no esté físicamente, Max siempre estará conmigo en mis recuerdos y en el amor que compartimos. 

Es duro perder a una mascota, pero estoy agradecido por el tiempo que tuvimos juntos. Max me enseñó sobre la lealtad, la alegría simple y el amor verdadero. Siempre lo llevaré en mi corazón.

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