Cuando llega el final del día es el momento de hacer balance y sacar conclusiones, a veces no es fácil porque nos coge muy cansados, otras porque no nos apetece o bien porque no tenemos costumbre de hacerlo. 

Pienso que sería un buen hábito para reconducir nuestras vidas, para hacer que lo bueno sea más bueno y rectificar aquello de lo que no acabamos de librarnos y que nos está dañando a nosotros y a los demás.

Podríamos pensar que la carrera por alcanzar la meta, la de cada uno sería fácil y no es así, al igual que a los futbolistas, ciclistas, atletas, nos puede dar la famosa pájara, como la que le dio a Perico Delgado en su momento o a Miguel Induráin y que les llevó a abandonar sendas vueltas. 

O la que le da a algún equipo de futbol que después de ir ganando un partido por 2-0, al final lo pierde por 3-2 porque les da una pájara y en cinco minutos le empatan el partido y en el descuento les vuelve a dar otra y le remontan el partido.

Ciclistas  y equipos importantes con pájaras, por falta de concentración o de preparación, confiados en sus propias fuerzas, «relajados» en sentido negativo. 

Y ves cómo se derrumban y se desaniman porque para ellos era importante el logro personal en lo deportivo o en lo profesional, por falta de concentración, por tener la mente dispersa o puesta en logros importantes a veces inalcanzables. 

Y puede que nos olvidemos a veces de esos pequeños logros personales a otro nivel que nos ayudan a cumplir otros objetivos menos vistosos o llamativos, el de ser personas, buenas personas.

Los éxitos o fracasos en lo deportivo pasan con el tiempo, hoy eres el número uno y dentro de unos años viene otro, mejor que tú y te lo arrebata porque es más joven, mejor preparado físicamente, con más agilidad y a quien no le dará la pájara, de momento. Le llegará su hora.

Hay cosas en este mundo mucho más importantes que ser los números uno en las diferentes disciplinas, deportivas o profesionales. 

Tenemos que intentar ser el número uno en cuestiones más de tener los pies en la tierra, también requiere esfuerzo y preparación pero a diferencia con el deporte o lo profesional, ocurre justo al contrario, cuanto más nos ejercitamos, mejor persona seremos. 

Puedes ser un gran deportista o tener muchos éxitos profesionales, pero si no eres buena persona de nada sirve.

No depende solo de nosotros los demás también cuenta, sus respuestas a veces pueden ser un obstáculo, una pendiente del 10% que debemos superar, con más esfuerzo, si queremos llegar a la meta. Apoyarnos en los demás, en el equipo para subirla evitará que nos de la pájara.

Nos podemos empeñar en demostrar que es posible llevarse bien, caminar por la senda del bien, de la serenidad, del cariño, de la generosidad, del respeto mutuo, del amor, de la lealtad, de la honradez, pero la gente tiene su libertad personal que le lleva a escoger lo que quiere de verdad, deciden colaborar o no en la subida de la pendiente. Depende de cada uno. 

Es ese 10% de personas que no siempre piensan en los demás.

Cada persona es dueña de sus propios actos pero también responsable de ellos y de sus consecuencias en los demás, especialmente en los más cercanos, hijos, padres, familiares, amigos, etc. Te pueden acompañar y relevar en la subida de la pendiente o dejarte solo para que te de la pájara y abandones la carrera.

Llego a la conclusión de que hay que dejar que la gente haga lo que crea conveniente, no somos dueños de nadie; solo si aquello que hacen te afecta, directa o indirectamente, o a personas a las que quieres mucho, muchísimo, podrás actuar, deberás actuar con cariño, con claridad y a veces con contundencia, tenemos que defender lo más sagrado que cada uno tenga, con uñas y dientes, con valentía, pero sin hacer daño a nadie.

Nos pueden dar muchas pájaras a lo largo de nuestra vida pero no por ello debemos abandonar el camino marcado.

Debemos llegar a ese «vive y deja vivir», que también es aplicable a otros muchos campos de nuestra vida, «quiere y deja querer», etc…

Qué importante es el amor y que devaluado está porque no se entiende bien, «es el gran incomprendido».  O en otras palabras » el mal entendido por muchos» o «el gran desconocido para una gran mayoría»

Decía un autor espiritual del siglo XX lo siguiente; «Donde no hay amor, pon amor, y sacarás amor», creo que fue la Madre Teresa de Calcuta que sabía mucho de ayudar a los despreciados por la sociedad, que cada uno lo interprete a su manera, creo que es un buen consejo para acabar esta parrafada.

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