Importante: lo que leerás a continuación no es una historia creada por mí, sino que es una adaptación (con algunas variaciones) de un Creepypasta conocido en EEUU como la estatua del ángel y en la Latinoamérica como el payaso en la mecedora.
Hace algunos años atrás en una antigua casa de Quinta Normal, vivía un joven matrimonio, tenían dos niños el mayor Julián de siete, y una niña Carolina de cinco años de edad.
Cierta noche el matrimonio debía ir a un matrimonio, curiosamente o quizás por una cruel jugada del destino, ningún familiar podía quedarse con los niños aquel fin de semana, por todos los medios posibles intentaron encontrar a alguien, familiares, amigos, vecinos, etc.
Pedro, abrumado por el problema que tenía salió a la calle a fumarse un cigarrillo, para meditar y pensar con mayor claridad una posible solución a aquellos que tanto aquejaba a él y a su esposa Marta
– Hola vecino, lo veo un poco complicado – lo saludo Patricio mientras pasaba por fuera de su casa
– Hola Pato, la verdad si, estoy en poco complicado
– Que mal… ¿Que le sucede?
– Pues verás – le dijo mientras le ofrecía un cigarrillo – el sábado debemos ir a un matrimonio y no tenemos con quién dejar a nuestros niños
– Ya veo, pero mi hija Laura puede cuidarlos
– ¿Enserio?
– Por supuesto que sí, te aseguro que tendrá toda la disponibilidad del mundo
– ¡Oh qué maravilla! Muchas gracias
– De nada vecinos, para eso estamos, apenas llegué bien de la u le diré que valla a tu casa para que conversen.
Aquella tarde, Laura fue a visitar al matrimonio, ella era la única hija de Patricio e Isabel, tenía alrededor de veinte años de edad y era estudiante de párvulos, y los fines de semana se dedicaba a cuidar niños, el trabajo perfecto para poner en práctica lo estudiado.
– ¡Hola tía! ¿Como está?
– ¡Laura! Tanto tiempo sin verte, ¿Cómo has estado?
– Bien, mi papá me contó que necesitaban que cuidara a sus hijos este fin de semana
– Si, bueno no sé si te habrá contado, pero este sábado tenemos que asistir a una boda, y nos fue imposible encontrar a alguien, entonces tu papá le dijo a Pedro que tú los podrías cuidar.
– Claro que sí, trabajo como niñera, y este sábado tengo libre, así que no hay ningún problema
– ¡Fantástico! – dijo Marta – ven te mostraré la casa y te presentaré a los niños.
La casa del matrimonio era una de las más viejas del sector, aquella casa que hace años había atemorizado a una pequeña Laura, ya no le era tan aterrador, a medida que avanzaba por los corredores y las habitaciones, recordaba cuando era pequeña y sentía miedo al pasar por el frente de la casa, ahora que era mayor, le hacía gracia recordar todo eso.
– Ellos son Julián y Carolina – dijo Marta – apuntando a los niños que venían llegando a la casa con su padre del supermercado
– Hola niños, Hola Don Pedro
– Saluden a Laura niños – indicó su padre a dirigiéndose a los pequeños
– Hola señorita – dijeron al unísono
– Antes que se vallan niños, ella los cuidará este sábado – intervino su madre
– Espero que no te causen problemas
– Oh no se preocupe don Pedro, estoy acostumbrada
– perfecto, ¿quieres quedarte a tomar once?
– No tía no se preocupe, me esperan mis papás en la casa
– Está bien, dale saludos a tus padres nos vemos en unos días.
La semana pasó con normalidad, llegó el sábado, a las 6 de la tarde Laura llegó puntualmente al hogar de Pedro y Marta, estaría con ellos hasta la madrugada, por lo cual le dejaron un número de teléfono en caso de cualquier eventualidad.
– Estás en tu casa, siéntete cómoda de comer lo que desees – dijo Pedro
– Muchas gracias
– Trata de que se vallan a la cama cerca de las 10
– No se preocupe por eso, ustedes disfruten la boda
– Está bien, ustedes niños, hagan caso en todo lo que ella diga – ordenó su madre
El matrimonio se despidió de los niños y se fue a la boda. En la casa, Laura, dio de comer a Julián y a Carolina mientras veían una película animada en el living de la casa, y exactamente a las 10 de la noche se fueron a dormir.
Laura por gran parte de la noche no tendría nada que hacer, así que se dedicó a ver una serie en Netflix, cada cierto tiempo, iba hasta el dormitorio de los niños, prendía la luz y verificaba que estuvieran durmiendo. Casi por finalizar el capítulo se volvió a levantar, y debió atravesar el oscuro y largo pasillo, de pronto algo sucedió un cierto temor recorrió su cuerpo, llegó a la pieza, encendió luz y verificó que todo estaba bien, recorrió la habitación por la pieza y al llegar a un rincón algo hizo que saltara de un susto, era una muñeca tipo Rosalba pero un poco más grande que la miraba fijamente. Aturdida por lo que acababa de ver, apagó la luz y se sentó a ver lo quedaba del capítulo, preocupada y un poco incomoda por lo que había visto decidió llamar al padre de los niños.
– Aló, ¿Laura, pasa algo? – contestó Pedro
– No nada, pero quería pedirles un favor…
– Dime
– ¿Podría tapar con una sábana la muñeca gigante? Es que me incomoda un poco
– ….
-¿Aló? ¿Don Pedro? …. ¿Me escucha?
– ¿Qué fue lo que dijiste? – dijo Pedro con una voz entrecortada
– Que si puedo tapar la muñeca que está en la pieza de los niños
– Laura… Nosotros no tenemos ninguna muñeca gigante
– ¡Como que no! La acabo de ver en la pieza de los niños, no juegue conmigo
– ¡Sal con los niños de la casa inmediatamente!
– ….
– Laura, ¿estás ahí? ….
La llamada se cortó, por más que Jorge y Marta lo intentaron no había respuesta, Laura no respondía las llamadas, ni los mensajes. De pronto el teléfono de Pedro sonó, en la pantalla apareció el nombre de Laura, sin embargo, esta vez no era ella.
– ¿Aló?
– Disculpe – dijo una persona con una voz ronca – ¿puedo cubrir a su niñera? Es que me incomoda
Luego de eso la llamada se cortó, el matrimonio se dirigió a su casa, al llegar las luces estaban apagadas, al encender las luces se encontraron con el horror, los cuerpos de los niños y de Laura yacían en el suelo sobre un charco de sangre. A pesar de que la policía investigó jamás se dio con el o la autora del crimen, solo se sabe que ha sido uno de los más macabros en la historia.
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