La montaña

La montaña

V.G

10/05/2023

Prologo

Siempre me han hecho presente, desde que tengo memoria, que es en los pueblos más pequeños donde suceden las cosas más extrañas e inexplicables. Sin embargo, nunca presté atención a esas palabras. Los pueblos siempre me han sido indiferentes. Para mí nacido y criado en grandes ciudades, nunca pude vislumbrar la imagen de un pueblo más allá de la imagen que se me presentó en los libros y las películas. Hasta que lo conocí a el.
Él sería lo más amoral y vertiginoso con lo que me toparía en mi vida. Y la historia que relataré aquí, no es algo de lo que pueda presentar un testimonio de veracidad, puesto que no presencie los hechos que ocurrieron en ese pueblo. Y que siendo honesto nunca hubiera querido presenciar. El solo pensar en eso me hace sudar frío y ver con temor y una repugnancia tal a las personas que me rodean, que las arcadas que me suben desde el estómago me seca la boca, dejando solo un sabor ácido en mis molares y en mi lengua que sé crespa como un gato montes.

Y aunque preferiría que nadie más supiera esto, es algo que me veo obligado a revelar. No por mi propia voluntad, claro está, pero el hombre que me contó esta historia, así me hizo cumplir su voluntad. Sé que él también hubiera preferido morir junto con esta historia…..pero así como a mí me sucede, no puedo apartarme de ella…. Se ha vuelto algo inmanente a mí y eso me aterra.
Tengo miedo. De las personas, de la tierra, de la vida misma y de mí mismo que soy humano… Así como del ser que pudo crear criaturas como nosotros, los humanos a conciencia de nuestra naturaleza…de nuestra…de nuestra … Ese ser es al que más temo…. Le temo de tal forma…que….
Comparto entonces esta historia que me fue encomendada por un hombre que después de terminar su relato nunca más he vuelto a ver y que sé, que nunca volveré a ver. Sé que él también lo sabía. Sabía que su destino ya había sido decidido, desde el momento en que sus labios se abrieron ante mí y así como yo también puedo sentir en este preciso instante, en cada folículo de mi cuerpo que yo también pronto desapareceré, fundiéndome con lo que está más allá de mi compresión. Y el miedo que me corroe, por ello, no es menor al de un condenado que espera la horca. Pero yo, envidio a los condenados que esperan sus horas finales, aun si saber, realmente que sucederá con ellos después del fatigoso alivio de la muerte. Ya que solo ellos poseen esa pequeña y ligera certeza o una pequeña esperanza, como lo denomino yo, que se arraiga en el corazón, de que, solo después de la tormentosa vida, solo les podría esperar entonces una paz tan dulce en el más allá, como la misma infancia ignorante en la que todos crecimos y que anhelamos en secreto, al ver a nuestras dulces madres, a nuestro hogar primordial o incluso con tan solo oler, los bocadillos y golosinas que compartimos entre amigos. ¿Y yo?, yo lo rehuyó y lloró amargamente, en mi pesar, a sabiendas de una verdad dolorosa, por la cual daría mi todo, si tan solo pudiera olvidarla y volver a soñar, con lo más mundano de la vida. Al pensar en ese ser, que sé que estará ahí, después de lo que sea que pase conmigo, después de transmitir esta historia… tiemblo y me orino de miedo, porque al ver a la humanidad…a la humanidad.. ..de la que soy parte, me revuelco en mis heces al pensar en ser que sé que me espera y al cual no puedo concebir. Ni a él, ni a mí, ¡a su creación! Como algo parecido, a algo más allá de una simple aberración echa de una terrible y sofocante naturaleza primitiva.
Vivo la muerte, todos los días. Sopla en mi nuca y besa mis labios antes de siquiera poder pestañear. Es como una amante golosa, qué bebe de mí y que me recluye con ella, a la vez que me susurra amor al oído con sus dientes rechinantes y sedientos de vida. Cada día me pide más y más, pero ya le he dado todo. Todo se lo ha llevado y ya solo me queda ella, que me aguarda para cobijarme en su seno, donde guarda lo más bello que poseí y que fue lo primero que me pidió al llegar. Mi ignorancia.

Lloro con ella, pero no me consuela, solo me canta en el oído un amor universal, que solo ella puede dar y que me ofrece abriéndome las piernas que me invitan a una felicidad que ya no puedo vislumbrar. Ojalá fuera ciego y mudo, para ya no llamarla, pero solo me queda ella, ¿cómo le rehuiría?. Rehuyó a mis semejantes y a los espejos que me muestran mi parecido con ellos y a veces despierto pensando que debo estar muerto, porque un mundo como en el que vivo de ninguna manera podría ser concebido por cualquier dios. Y esa maldita historia que no deja de reproducirse en mi cabeza cada segundo desde que soy consciente de mi existencia, en donde yo vivo, muero, renazco, duermo, despierto y no puedo hacer nada, porque nada se puede hacer, donde nunca nada hubo desde un principio. Creo que estoy loco y solo puedo preguntarme si me volví loco, o si siempre lo ha estado y apenas me he dado cuenta de ello. Ojalá alguien matara mi cerebro y me privara de esta razón humana, que hierve mi cerebro y que agita mi alma. Ya no quiero pensar, solo… solo… solo… vivir como un animal que dulce se abalanza en su ignorancia a la muerte y le besa los fríos labios con vehemencia. Pero soy humano y la razón me priva…..

Ya debo estar fastidiándote con mis quejas, pero no hay nadie más que me escuche. No, no es que no haya nadie, es que simplemente ya no queda nadie…… Solo yo….¿solo yo?….. tengo miedo… tengo miedo…tengo miedo. ..de estar solo….solo…solo…con él.

¡Que alguien me escuche!………….no estoy solo…no….no…¡no, aún hay alguien!…aún….aún , no estoy solo…..solo…..

Etiquetas: terror sicologico

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