No te quiero más,
ni a vos,
ni a tus ojos,
esos dos océanos del café más amargo del mundo.
Ni a tus pestañas,
resecas de nunca llorar.
Ni a la comisura de tu boca,
que sonríe de costado,
que nunca dice te amo,
esa maldita que nunca extraño mis labios.
Tampoco a tus brazos,
esa cárcel a la que siempre intente volver,
pero casi nunca estaba abierta.
Ni a tu piel,
lija piedad,
que me ajaba las manos después de acariciar.
Ni a tu pelo,
donde el bucle abrazaba mi dedo,
y lo hacía llorar.
No, no te quiero más,
pero el olvido es soledad,
y tu recuerdo,
a diferencia tuya,
no me quiere dejar.
OPINIONES Y COMENTARIOS