La menta en el borde 
No puedo alejar las manos de mí, aunque ninguno de nosotros podamos hacerlo en realidad, no sin antes infligirnos algún dolor. Leí hace poco que esto tiene un nombre, por cierto.
Cuando las llevo hacia mi cuello tengo la sensación de que ya no están allí y mi cabello se vuelve incomodo. Eso esta bien, pienso que pueden estar en cualquier lugar, menos en mi boca alrededor de los dientes. Yo llevo ahora la menta en el borde.
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