Una luz en mi pecho
siempre viva derramó
auroras destellantes
arreboles de color.
Siendo niño la veía
nunca, nunca me dejó
aunque solo yo estuviera
me abrazaba su calor.
Pero un día crecí grande
y mi ego la tapo
cual nube cubre el cielo,
como río sin control.
Pena, rabia y melancolía:
Así es la vida, pensé yo,
nada afuera me servía
nada afuera me llenó.
Pero un día toque fondo
y la noche me cubrió
como un barco naufragando
en un mar de confusión.
Solo en ese instante,
un haz me iluminó
era la luz desde mi pecho
que un día se me olvidó.
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