La Lluvia

Caen gotas alrededor de un árbol seco, la brisa está muy fría, se van moviendo sus ramitas, al son del viento y el tintineo de las gotitas.

El silencio y el cantar de los grillos se apoderan de la noche del poblado. Un último resplandor, es una casa allá por la Lomita, se apaga, como cuando una vela concluye con su objetivo.

Todos duermen, las copas de los pinos y los siempre verdes en la plaza Belgrano se mueven y se mueven sin fin.

Un perro vagabundo, toma refugio debajo de una de las alas de la casona de piedra, está cansado.

Sus ojitos se cierran luego de su marcha en la lluvia desde la iglesia de Nuestra Señora de Nievas, hasta su ansiado refugio.

Un golpecito, lo alerta. Pero solo es la rama de un pino gigantesco que está a su lado, el pobre se recuesta a su suerte, hasta que el diluvió acabe.

Los truenos estridentes resuenan a la vuelta de la esquina y los relámpagos se adueñan de los cielos.

Se oye el caminar de un hombre por los charcos de agua.

La melodía era tan relajante que te podrías dormir de tan solo leer este fragmento.

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