La familia masacrada

La familia masacrada

Lola Páramo

12/03/2023

He dudado al escribir la palabra masacrada por la crudeza que implica ese término. Yo, desde muy pequeña, asocio, aún a mi pesar, imágenes a las palabras. Esas imágenes pueden tener o no relación con el significado de las mismas, pero ante la pronunciación de una palabra, inevitable, me asalta su imagen.  

Parece ridículo pero a mí, “masacre” me remite a un paisaje de América Latina que desde luego no he visto nunca. Hay una fuente de piedra y brilla el sol. Tampoco sé porqué la imagen se sitúa en América Latina… quizás lo asocie a los desmanes de la España colonial o a que debía de tener unos diez años cuando vi “El Dorado” de Saura. El caso es que brilla el sol y el paisaje es idílico.

Hoy me he atrevido a abrir uno de los álbumes familiares. Hay muchos. Más antiguos, más recientes, pero todos detenidos en un tiempo perdido que se esfumó sin saber cómo ni adónde. Y en todas esas imágenes fantasmas, en mi recuerdo brilla un rayo de sol aunque estén borrosas y a veces en blanco y negro. Hablan de un tiempo que parecía eterno, inmutable y del que no se sospecha nunca cuando empieza el final. Escrutando las fotos, intento encontrar algún indicio de naufragio en algún gesto, en alguna pose… pero ya no sé si lo son o si sólo son figuraciones mías.

En las fotos de mis padres jóvenes, cuando aún no se habían casado y todavía el futuro estaba por escribir, se observan ya diferencias de actitud y de entender la vida. En la mirada de mi madre veo una determinación y una fuerza que no veo en los ojos de él.

Las fotos de grupo son un auténtico espejismo. Cada persona está ahí en ese momento pero habría que ver dónde está su mente en realidad: qué problemas, reales o auto infligidos, qué angustias ocultan las sonrisas entorno a un pastel de cumpleaños, qué realidades paralelas coexisten bajo un mismo techo que se van instalando y enquistando hasta que terminan por convertir a una familia en un grupo de personas airadas, frustradas, enarbolando lo que dijo alguien, lo que hizo o dejó de hacer, las expectativas que tenía y no se cumplieron, lo que podía haber sido y no fue… cuando en realidad nada tiene por qué ser. Se nos da mal, en general, a la especie humana, movernos en el presente.

El presente, el pasado y el futuro, lo conjugábamos de memorieta en el colegio pero luego no sabemos usarlos al vivir. A lo sumo, sólo al hablar o sobre un papel.

Hay quien vive instalado en el pasado por miedo a repetir viejos errores o vivencias traumáticas. Hay quien olvida las enseñanzas del pasado para lanzarse a un carpe diem suicida, auto privándose de un futuro más o menos halagüeño, mientras que el resto, no vive el presente inquieto por lo que le deparará el futuro. Mientras trabajan como condenados a galeras, la vida se les escapa y un buen día se topan con una señal que les marca el final de su trayecto.

Entre los agravios del pasado y las inquietudes del futuro, ese invitado que se presenta sólo cuando lo estima conveniente y a su gusto, nunca al nuestro, perdemos lo único que en realidad tenemos. Es curioso. Es una lección de vida muy dura, el vivir con unas gafas distorsionantes y entender ya cuando no podemos volver atrás, que hemos vivido en un espejismo.

Deberían de crear un cheap que detectase los enredos mentales de cada cual y emitiese una señal de alarma cuando la intensidad de ese conflicto interno y silencioso empieza a rebasar lo soportable. Técnicamente se conseguirá, no lo dudo. ¿No existe ya un artilugio que hace lo que le encargues? Desde los deberes de los chavales hasta traducir un texto al idioma que le pidas o escribir un relato… pobre, pero relato, a fin de cuentas. Una tarea para la que hasta ahora se consideraba indispensable la creatividad y la implicación personal.

Pero desterrar determinadas maneras de pensar, filosofías inculcadas desde la cuna y la inmensa capacidad de frustración y de resentimiento que puede alcanzar el ser humano con o sin motivos, no se conseguirá mientras exista la especie.

Quizás a falta de una aplicación milagrosa o de que Elon Musk comercialice un ingenio a precio de bolsillo que nos permita leer la mente de quienes nos rodean o del señor que viene enfrente por si acaso resulta un psicópata o un violador en serie, debamos de sopesar lo que hacemos mientras estamos aquí y firmar la paz con los que todavía están para llorarlos un poco menos cuando ya no estén sin olvidar en ningún momento que antes podríamos irnos nosotros… en cualquier momento.

Hay que repasar los tiempos verbales. Desde luego, no son fáciles…

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