La familia, capitulo 1

La familia, capitulo 1

ig.nacho 98

28/08/2019

Febrero de 1973

Santiago, Chile

Adán y Mónica un joven matrimonio de 13 años, se trasladaba desde la región del Maule ciudad de Talca donde siempre vivieron hasta Santiago la capital donde estaban todos los demás familiares para estar cerca de ellos y tener mejores oportunidades de vida, era una calurosa mañana de febrero habían viajado desde la madrugada.

  • Bueno hemos llegado a la casa – murmuro Adán abriendo la puerta de su nuevo hogar justo al medio día, habían llegando cerca de las 11 a Santiago y tardaron otra hora más en llegar a su nueva casa
  • Esto es un basurero papá ¿Por qué nos tuvimos que mudar? Estábamos bien en la otra casa – respondió Adrián groseramente luego de examinar la casa, era algo chica solo tenía 3, uno matrimonial el otro para los 3 niños y el otro para las niñas
  • Adrián basta de groserías ya te expliqué porque nos mudábamos y no me hagas darte de nalgadas de nuevo ¿Eh? Porque te daré el triple de la cantidad que te di –amenazo Adán mirando enojado a Adrián tomándolo por los hombros

Unos dos días antes Adrián hizo un berrinche que les retraso el viaje y pues se ganó unas buenas nalgadas por parte de su padre.

Ese día Adrián había entrado a su cuarto enojado y tirando patadas como todo niño de 10 años y en eso entra un furioso Adán viendo la actitud de su hijo, se alistaban para ir al terminal y tomar el bus que los llevaría a Santiago.

  • ¿¡Que te pasa!? ¿¡Porque haces ese tipo de berrinches y a tu madre!? ¿¡No vez que no puede pasar malos ratos porque está resfriada!? – pregunto Adán enojado cerrando la puerta tras suyo
  • ¡No quiero irme de aquí! ¡Tengo amigos! – grito Adrián tirándose enojado a la cama
  • ¡Ya te expliqué que debemos irnos! – Adán ya se estaba cansando de los berrinches de Adrián y para mala suerte del niño Adán había heredado casi el mismo carácter de su padre, era un hombre de poca paciencia cuando le hacían un berrinche
  • ¡No quiero! – volvió a chillar Adrián haciendo pataletas
  • ¡Cuando seas mayor de edad harás lo que quieras ahora debes obedecerme a mí y a tu madre! ¡Y ya me cansaste! – con eso agarra a Adrián del brazo sentándose en la cama poniendo al niño sobre su regazo empezando a darle nalgadas a Adrián – Plaf… Plaf… Plaf… Plaf… Plaf… ¡ahora!… ¡Plaf… Plaf… Plaf… Plaf… Plaf… DEJA DE HACER PATALETAS!… Plaf… Plaf… Plaf… Plaf… Plaf… ¡Y a respetar Plaf… Plaf… Plaf… Plaf… Plaf… a tu madre!…
  • ¡BUAAAAAAAA ya papá! – grito Adrián a todo volumen
  • Plaf… Plaf… Plaf… Plaf… Plaf… ¡Y nos cambiaremos te guste o no! Plaf… Plaf… Plaf… Plaf… Plaf… – Y con eso deja a Adrián en la cama llorando

Mientras él baja las escaleras entrando a la sala donde estaba Mónica soplándose la nariz, llevaba un descomunal resfrío y le dolían todos los huesos.

  • El taxista se fue hace rato amor… Ya no llegaremos al terminal a tiempo – dijo Mónica mirando la hora mientras Adán se sentó en el sillón enojado todavía y poniéndose de peor humor
  • Toda una pérdida de tiempo y dinero además con este niño – Responde Adán enojado poniéndose la mano en la cara
  • ¿Y lo nalgueaste verdad? – Mónica había escuchado como su marido nalgueaba y regañaba a Adrián
  • ¿Y qué querías? No iba a dejar que te faltara así el respeto – le contesto Adán muy enojado
  • Igual lo entiendo amor… Solo es un niño y esto será nuevo para el, serán muchos cambios – le dijo palmeando su mano; no era secreto, Adrián era su consentido al ser el primogénito además era muy parecido a Adán cuando era niño
  • Pues yo no y si para que se comporte como la gente tengo que darle de nalgadas pues lo hare y va para todos nuestros hijos
  • Bueno, bueno… ahora ¿crees que podamos posponer el viaje? – Mónica prefirió cambiar de tema
  • Eso hare, iré al terminar a comprar nuevos boletos y llamare al negocio a mi padre para decirle que llegaremos más tarde de lo planeado…

Dos días más tarde estaban por fin en Santiago y ya habían empezado a saltar las primeras banderas de guerra entre Adán y Adrian, de seguir a ese ritmo lo más seguro era que el cabro chico termine nuevamente en las faldas de su padre.

  • Ya déjalo, amor… Mejor llévame al cuarto el viaje me dejo algo agotada… – Mónica como siempre trato de ser pacifista y que mejor que cambiar de tema mostrándole las maletas a su marido
  • Bueno amor ¿Qué te parece la casa? –finalmente Adán prefirió seguir el silencioso consejo de su mejer, él quería que su familia se sintiera cómoda en la nueva casa donde empezarían una nueva vida
  • Está bonita amor… Aunque yo le pondría una mano de pintura al menos por fuera no me gusta tan oscura… – la casa en si era café oscuro y Mónica estaba acostumbrada a los colores claros, llenos de luz como el blanco, o los tonos marfiles – Amor ¿Y dónde trabajaras? Eso me preocupa más que el cómo vamos a vivir
  • Tranquila, ¿crees que tome la decisión de querer mudarnos sin saber qué haremos? mi padre quiere dejarme al mando de su negocio, la fábrica ha ido de generación en generación la tuvo mi bisabuelo después mi abuelo mi padre y ahora me toca a mí tenerla y seguir con el negocio familiar y mañana iré a ver eso – sonrió Adán besando a su esposa en la boca
  • Entonces me toca a mí ir mañana a ver escuelas para poner a los niños – y con eso tenían prácticamente las tareas del hogar repartidos
  • Gracias por hacerme feliz, te amo – Adán le acaricio el rostro cansado de su esposa mientras oía las risas de sus niños
  • Tú también me haces feliz y te amo más –Mónica devolvió el gesto apoyando su frente en la de su marido

Adán él podría ser muy estricto con sus hijos y a Mónica no le gustaba que Adán les diera de nalgadas, quizás porque ella no fue criada así, pero Adán si y agradecía a su padre porque gracias a esas nalgadas se convirtió en una persona de bien y un miembro respetable de la sociedad.

  • Papá tenemos hambre – gritaron los niños a coro

Y Mónica y Adán tuvieron que hacer una pausa a su pequeño descanso, no era posible cocinar nada así que debían ponerse en marcha para ir a casa de un amigo suyo quien al enterarse que se venían a vivir los invito a almorzar a su casa, como no conocían la ciudad volvieron a tomar un taxi que como muchos otros tenía la radio encendida, la gente parecía estar toda inmersa y pendiente de las últimas noticias.

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