LA ENSEÑANZA ONLINE Y SU ACCESO A LOS CONTENIDOS DIGITALES

LA ENSEÑANZA ONLINE Y SU ACCESO A LOS CONTENIDOS DIGITALES

                                                                           POR: FILOMENA DEL PILAR MEDINA DIAZ

Adoptar un modelo de educación online, aun a causa de una pandemia, es una oportunidad de acercarse más a nuestros estudiantes adaptando la didáctica. Esta se ocupa, dentro de la Pedagogía, de establecer los procedimientos más apropiados para garantizar la transmisión de los conocimientos: técnicas, actividades, ejercicios, todo aquello que, en cada área, se entiende como metodología.

Ahora bien, aunque la didáctica en ambientes educativos es bastante distinta de la que se aplica en ambientes virtuales, en ambos medios el educador, el conocedor de la materia y el experto en realizar la transposición didáctica es el docente.

Lo que hemos visto estos días es que nuestros docentes, expertos sin duda en sus asignaturas y en la didáctica de las clases presenciales, de la noche a la mañana se han visto abocados a manejarse en esa otra didáctica online para la que no todos estaban preparados, dejando ver, además, su propia formación oculta: «las estrategias metodológicas y didácticas que se han ido sufriendo, experimentando y asimilando a lo largo de la propia biografía, a partir de la infancia, de los años de estudiante y que, cuando se es profesor o profesora, pueden aparecer de forma inconsciente».

Al igual que ocurre con los estilos de aprendizaje, donde lo presencial favorece lo teórico y visual, esa formación oculta tradicional puede influir negativamente al abordar la enseñanza online. Sin olvidar lo más importante: en la modalidad online, el otro agente activo del proceso, el alumno, tiene que involucrarse libre y voluntariamente en su aprendizaje, lo cual se opone al modelo de nuestras aulas, basado en la autoridad y en la obligatoriedad.

La enseñanza a online consiste en un modelo «mediado», es decir, que utiliza el ordenador u otros dispositivos como medio de comunicación e intercambio de información entre personas: estudiantes y profesorado. Su éxito depende de cómo estén ambos involucrados, pero también de los materiales didácticos, y de un buen modelo pedagógico, basado en los principios de aprendizaje activo, colaborativo, autónomo, interactivo, integral, con actividades o tareas relevantes y creativas, y una evaluación continua y educativa.

Este modelo «mediado» de la enseñanza online favorece el acceso a los contenidos y las comunicaciones; facilita el aprendizaje cooperativo y el intercambio, y al mismo tiempo permite la individualización de la enseñanza-aprendizaje: el estudiante ve aumentada su autonomía y controla su propio ritmo y horario. Además, dado que el ordenador integra múltiples herramientas (textos, imágenes, vídeos, audios) el alumno puede desarrollar a la vez diversas habilidades a través de una gran variedad de ejercicios y actividades; estos admiten la repetición según las necesidades del estudiante sin presiones externas, y con ello reducen la inhibición, rebajan el miedo a intervenir y la ansiedad producida por el temor a cometer errores.

La tecnología permite correcciones, pero también presenta ciertos riesgos: la dispersión, la sensación de soledad y la de que el esfuerzo que debe hacerse es excesivo. El docente debe velar por minimizar esos riesgos, tanto en grupo como individualmente: también para él supone un esfuerzo nada desdeñable. Pasa a ser facilitador, orientador, supervisor, moderador, examinador, motivador, evaluador, e incluso técnico de soporte. Dispone de enorme libertad a la hora de poner ejemplos, dar explicaciones, aclarar dudas, crear itinerarios didácticos, proponer tareas o debates, etc. No obstante, esa libertad no se aviene con la rigidez de las programaciones de aula y los libros de texto, ni es fácil dar continuidad y seguimiento a lo que se venía haciendo en clase en una plataforma online. El paso del aprendizaje en las aulas al online durante el confinamiento no supone el paso del modelo presencial al virtual.

Una crisis como la que estamos viviendo a causa de la pandemia de COVID-19 desde que se produjo el cierre de los colegios sin que hubiera, por parte de las autoridades educativas, tiempo suficiente para poder establecer directrices o elaborar un mínimo plan de acción, nos confronta precisamente con aquello que no es esencial para poder realizar acciones tan elementales como lavarse o aprender.

Yendo, pues, a lo esencial, en cualquiera de sus modalidades el proceso de enseñanza-aprendizaje consiste en un intercambio de información y habilidades entre personas (en el que, si es a distancia, debemos tener muy presente la brecha digital que existe aún en el alumnado). Dichas personas son en gran parte estudiantes en una etapa de escolarización obligatoria, y profesorado poco experto en el manejo de medios virtuales; y la información que han de intercambiarse viene contenida, básicamente, en libros de texto. Difícil tránsito.

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