Como siempre estaban reunidos ahí. Probablemente todas las mañanas de sus ahora sosegadas vidas de jubilados de toda actividad laboral. No sé si lo harían también por las tardes o los sábados, domingos y feriados, pero estaban allí.
Cuando noté que algunos me vieron venir, me acerqué a saludarlos y tras escuchar lo que charlaban, me percaté que eran puras bromas y algunos chismes, la mayoría inocuos y otros que jamás pensé que se divulgarían en esas reuniones.
Cuando acabé de entrar en el ambiente de la reunión, yo por mi parte lancé una de las mías, pero cuidándome de que no sea del Internet, pues vi que cada uno de ellos llevaba un teléfono móvil en las manos y a lo mejor porque tenían todo el tiempo del mundo, no sería ninguna novedad para nadie que yo me pusiera a decir algo que para ellos ya era súper conocido.
Son las gentes de estos tiempos o por lo menos de mi tiempo. Son los paisanos que crecieron conmigo hasta antes de partir a otros sitios a buscar mayores horizontes para su educación. Son las gentes de la escuela, de los juegos infantiles, del colegio, de la calle, de la bicicleta, del estadio, de la radio, de la Nueva ola, del billar, de la cantina, de la carretera afirmada, del cinema, de la televisión en blanco y negro, de la carretera asfaltada, de la televisión a colores, del reproductor de videos, de la llegada de los celulares y del internet con todos sus beneficios y perjuicios. Son la gente adulta de estos tiempos que tranquilamente pueden vivir más de 80 años.
Por ahí alguien preguntó. ¿Ustedes creen que la comadre haya tenido un Rolex antes de ocupar el cargo? Y alguien con tono muy sabiondo le respondió. “No se trata de uno solo. Son 15 relojes de alta Gama. Son joyas que ningún honrado paisano de la región que, a pesar de trabajar como un burro y ahorrar como un avaro, podría darse lujo de tenerlo sólo para saber la hora. De todos esos, tres son Rolex”.
Estaban en eso hasta que alguien terció diciendo. “Quién podría imaginarse que todo lo que ahora nos está pasando con este gobierno, se haya podido iniciar en ese localito departamental que en Lima fundaron los diputados y senadores que por esos tiempos eran todos hacendados y gamonales, solo para no quedarse atrás con relación a los demás departamentos que también estaban fundando sus propios centros de reunión social y de negocios de la “jaylay” de su época, pero jamás fueron centros populares y menos culturales. Hasta que en estos tiempos casi todos acabaron siendo restaurantes y cantinas. Tanto así que hasta a la tía le tocó administrarlo.
Entonces otro tomó el hilo de la conversación contando que cuando la comadre estaba al mando de aquel círculo, no se sabe cómo ese local había sido escogido por un mandamás regional que dizque había estudiado en Cuba y Rusia, y que según él había sido concienzudamente preparado para que por la vía electoral llegar a ser presidente de la república y desde allí revolucionar la política nacional para siempre.
Al comienzo fue para pequeñas e íntimas reuniones sociales y más tarde con el consentimiento de la tía, poco a poco, ese narcisista, prácticamente lo había convertido en su centro privado de operaciones, para reunirse con toda clase de proveedores de su gobierno regional, así como con alcaldes provinciales y distritales y demás burócratas y políticos de su tierra, para festinar toda clase de negociados, sobornos y mordidas que le rindieron millonarias ganancias, gracias a las cuales logró inscribir su partido político ante el jurado electoral.
“¿Y tú de dónde sabes todo eso?” Le preguntó alguien con incredulidad. “¿Cómo no voy a saber lo que sabe todo el mundo? Acaso soy un sonso como tú que, que pagando un celular con Internet no sabe que todo está en la web, ahora compadre no hay nada oculto bajo el sol”. Le refutó burlonamente. Sin embargo, el otro se defendió diciendo que en cualquier caso, qué tenía que ver la comadre en todo eso, tanto más cuando para nadie es un secreto que todos los corruptos hacen sus trapacerías en lugares aparentes donde ni la policía pueda sospechar algo turbio.
Y la charla siguió recibiendo la participación de quienes tenían algo que decir sobre ese tema. Incluso de cuando en cuando, metía mi cuchara para animarlos a que siguieran construyendo esa curiosa historia que más o menos quedó dicha así.
Y fue que al comienzo eso no tenía nada de especial, tanto más cuando algunos grupos de limeños habían convertido ese local en su cantina favorita. Pero a medida que las reuniones que fomentaba aquel “cutrero” se hacían cada vez más grandes, concurridas y prolongadas, el consumo de cerveza, comida y otros antojos, hacían más abultadas las ganancias de la tía, y como para eso aquel futuro presidente de la república tenía un piquichón que era un contador encargado de pagar todas las cuentas, a veces a cargo de su gobierno regional y otras a cuenta de una municipalidad o una empresa privada, y no solo eso, sino que la comadre se ponía de acuerdo con ese “pendejerete”, qué gastos debían consignarse en cada una de las boletas de consumo y cuál sería el porcentaje que les correspondía a cada uno del sobreprecio que le ponían a todo lo que se consumía.
Eso tampoco era un secreto, porque así es cómo funcionan todos los tesoreros de la corrupción. Más adelante a medida que se iba armando el partido político de aquel sinvergüenza, comenzaron a tomar en cuenta a la administradora del lugar que además se la pegaba de ser una gran cantante folklórica, una sobresaliente intelectual y una lideresa popular, y quizá sea por eso o solo por el local que la hicieron socia de aquella aventura política. A partir de ese momento aquel salón departamental, ya no solamente era un popular “restobar”, donde los paisanos se reunían para contarse las una y mil mentiras que suelen expresar cuando de echarse sus autobombos se trata, sino en la sede institucional de un pequeño partido político.
Por esos tiempos, llamaba la atención nacional el hecho de cómo al interior de un sindicato magisterial comenzaron a surgir disputas internas por el control de una entidad financiera a cargo de esa corporación, donde por ley y obligatoriamente se descontaba a sus miembros una parte de sus salarios, para ser destinado al financiamiento de un partido político. En esos pleitos internos destacaba un líder regional que visiblemente no ocultaba sus ambiciones políticas y para cumplir esos sueños, lo primero que debía hacer era apoderarse de aquel botín gremial, porque en estos tiempos la actividad política no se hace con ideas, y programas políticos que analicen la realidad nacional, sino con dinero y cuánto más abundante, mejor.
Bueno, nos guste o no, pero así se hacen los líderes políticos en este país y por eso cuando llegaron los tiempos electorales, y en vista de que ese bellaco no podía ser candidato por las varias investigaciones penales que tenía en su región y en Lima por eso de la corrupción, de modo que no tuvo más remedio que llamar a postular por su partido a ése dirigente sindical y como todos los candidatos a la presidencia, sean hombres o mujeres, deben presentar como su vicepresidente a un ciudadano del otro sexo, entonces nadie sabe por qué se le ocurrió inscribir a la comadre, para que acompañara a su preferido, sólo con el propósito de obtener el porcentaje necesario de votos para que el partido político de su propiedad pudiera superar la valla electoral y así no perder su inscripción en el registro de organizaciones políticas. Eso era todo y nada más. Ya después de resolver sus problemas judiciales, sería él, quién en las próximas elecciones se lanzaría al ruedo.
Del resto de esta historia ya todos sabemos varias versiones. Se podría decir que no todas son verdaderas ni todas son falsas, pero lo cierto es que gracias a la ignorancia del “pueblo imbécil” como lo llaman los cómicos ambulantes, como entre sueños la tía resultó siendo elegida vicepresidenta. ¡Vaya suerte!!
-Si a pesar de conocer todos los números del boleto ganador, no te lo compras, entonces cómo podrías ganarte la tinka. Y como en esa ocasión la comadre apostó, ganó. Ésa fue su habilidad y por tanto: “A quién Dios se la dio, San Pedro se la bendiga”. Aunque después de todo no te haga feliz. -Comentó uno de ellos.
Y como este país es corrupto desde que llegaron los españoles trayendo el invento del dinero, la escritura y el derecho romano, y también porque todos los cholos tenemos metidos hasta en los genes la idea de que los políticos llegan al gobierno para mandar y disponer a su antojo y hasta robar los dineros de nuestros impuestos como si fueran de su propiedad, más no administrarlos a través de una institucionalidad democrática y honesta. Entonces, sin querer queriendo, el flamante presidente, sus familiares y todos sus allegados, como quien dice, “en arca abierta, el justo peca”, comenzaron a meter la mano por angas y por mangas.
-Pobrecitos, no tenían la culpa. Solo pensaron que les llegó su turno de echarle el guante a todo lo que es de todos los peruanos, y como para eso están los proveedores del Estado con la plata en la mano haciendo su cola para pagar lo suyo y agarrar su tajada. No es que sean unos corruptos de mierda, sino unos conchuditos nomás, pues en esta patria, no es que robarle al Estado sea malo, sino no saber cómo hacerlo. -Comentó alguien con tono de fingida compasión y los demás lo miraron con un gesto burlón como diciéndole. “!Que se jodan por cojudos!!”
Pero como suele suceder en este país, los otrora ladrones convertidos ahora en ejemplares moralistas, con la Ley en la mano comenzaron a acorralarlo llevándolo hasta el extremo de que el elegido, alucinándose un líder todopoderoso o un Rock Star, se atreviera a anunciar en cadena nacional el cierre de la cueva de los otros ladrones, para hacernos saber que a partir de ese día la cueva sería una sola y que él sería el único Alíbaba de la nación.
Entonces solo bastó una hora para que se diera cuenta que no era el gran líder popular que le hizo creer su anciano maestro Splinter y que todos los que le juraron lealtad eterna y obediencia militar, lo traicionaran, para que los inquilinos de la otra cueva lo destituyeran de su cargo. Lo peor fue que cuando la comadre que debía renunciar a tomar la presidencia y convocar a nuevas elecciones, no lo hizo, porque no quiso perderse la oportunidad de ser la nueva presidenta. Tres horas después de aquel anuncio cagón, se juramentó hasta el fin del mandato.
Inmediatamente después de meter en la cárcel al fracasado golpista, la moledora de carne que se llama poder judicial comenzó a hacerlo picadillos hasta que al cabo de algunos años desaparecerlo moral y físicamente. Más tarde se armó el chongo nacional que duró más de un mes, donde murieron varios desarmados que votaron por ella y fue entonces que para mantenerse en el poder, su gobierno tuvo que girar hacia un populismo de derechas.
-Seguramente los poderosos industriales, mineros, comerciantes y los otros grandes importadores e inversionistas extranjeros le han regalado todos los relojes que vanidosamente exhibe. -Opinó uno de ellos.
-Esos patas te no regalan relojitos por muy caros que sean. Esos compadres te abren cuentas en dólares en los paraísos financieros del Caribe y así te aseguran tu supervivencia y la de tu familia por cinco generaciones. Esos relojitos, aunque todos sean Rolex se lo puede regalar el presidente regional o el alcalde provincial de aquisito nomás, o de cualquier otro lugar, pues qué gran cosa pueden ser para ellos unos miserables 14 mil dolarillos o más cuando esos huevones manejan más dinero que Atahualpa. Tanto esas y otras chucherías más caras aún, se la pueden colgar los políticos provinciales sin tanta alharaca, si son capaces de regalarles a sus “queriditas” departamentos completos. -Sentenció otro.
-Así es esa huevada de la corrupción, no importa si nos joden desde la derecha o por la izquierda, para ellos la cosa es tomar el poder para llenarse los bolsillos. Eso es lo que nos hunde y no nos deja progresar. Esa es la huevada que nos está matando. -Comentó alguien con mucha pena.
-Y ahora como una “lacla mamayloca” dice que es la madre de todos ustedes. -Dijo alguien del grupo y en voz alta agregó como ordenando. -¡Adoren a su madre carajo!!
Después mirando mi reloj me despedí diciendo. “Mi Rolex me dice que debo retirarme”. Y todos se echaron a reír. Ya por las calles me puse a pensar. “!Qué geniales son estos paisanos!” Además, están bastante bien informados, y aun cuando sus conclusiones puedan ser un tanto fantásticas, no dejan de compartir sus preocupaciones por el futuro del país.
Unas horas después me puse a pensar. “Y si todo eso fuera cierto”. Luego comencé a especular sobre qué tipo de gobernantes tendrán las nuevas generaciones plagadas de reguetoneros, tictokeros y las otras variedades más de estos huevas tristes adictos a las redes sociales que no quieren estudiar o trabajar y que sólo están pensando en que sus padres deben mantenerlos hasta que se mueran o que en todo caso lo haga el Estado.
Y sin fin colorín colorado, que este cuento, todavía no ha acabado.
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