Ella era demasiado especial, cada vez que la tenía enfrente me veía en la obligación de analizarla completamente, y detenerme varios minutos en sus ojos, siempre me preocupo lo que veía, la mayoría del tiempo no lograba identificar nada, solo vacío.
Pocas veces observe algo diferente, y muchísimas menos noté algo positivo, en esas ocasiones, me sentía capaz no solo de ver sus ojos, sino su alma, inundada no sólo de una tristeza profunda, había más, ira, angustia, resentimiento, culpa, y otro lío de sentimientos que a pesar del tiempo, no lograba entender.
Debo admitir que intente descifrarla por mucho tiempo y a pesar de eso me rendí mucho antes de comprenderla, sin embargo, había algo en ella que me hacía creer que tal vez podría definirla; cuando la observaba, recordaba el cielo, específicamente las nubes, siendo tan pequeñas al inicio, soportaban tanto que resultaban por desencadenar una tormenta, ese concepto era lo más cercano que había estado de describirla, la desconocía mucho y en realidad eso me asustaba, por qué al fin de cuentas ella solo era yo…
OPINIONES Y COMENTARIOS