Aquella tarde discutí con alguien a quien quería mucho. Fue una de esas charlas que empiezan como un consejo bienintencionado, pero terminan doliendo más de lo que una espera. Sus palabras fueron filosas. Aún hoy, aunque el tiempo haya pasado, las escucho como si recién las hubiera dicho.
—
no te quiero lastimar —empezó, mirándome con esa mezcla de preocupación y resignación—, pero salí de ahí. No es bueno para vos.
Yo, negada e ilusa, le discutía con fuerza. ¿Cómo podía él decir algo así? Jamás había sospechado lo mala que podía ser la gente. A veces, uno se aferra tanto a lo que quiere creer, que se le nublan los ojos.
Él insistía, firme pero calmo:
—Date cuenta de que esa atención que les das… eso es lo que les gusta. Hasta a mí me gusta.
Esa frase me paralizó. Me dejó helada. ¿Desde cuándo? ¿En qué momento se había cruzado esa línea invisible entre la amistad y algo más? Me sentí expuesta, como si me estuviera mirando desde un lugar que no le correspondía.
Continuó, sin pausa:
—Esos ojos tuyos, que miran como si todo te interesara… Aunque no fuera así, aunque te dijéramos la boludez más grande del mundo, vos estarías ahí, atenta, escuchando con esa mirada linda que parece de verdad. A nosotros nos encanta eso. Nos encanta que nos festejes lo mínimo, como lo hacés. Si no, mirá a tu novio: se sacó la lotería. O al pibe de rulos. O a la chica de la que siempre me hablás. Sos muy adictiva.
Esa palabra. Adictiva. Me hizo ruido. Me dejó pensando. ¿Ser adictiva era bueno? ¿O era una forma disfrazada de decir que, como todo vicio, eventualmente canso, agoto, y soy descartable?
Él bajó un poco la voz y, casi como un intento de redención, agregó:
—Sos algo que muchos seguro consideran pasajero… Pero yo no.
Fue en ese momento que agarré mis cosas. No sabía muy bien hacia dónde iba, solo que tenía que salir de ahí. Pero, como quien lo dice con una risa resignada: malió sal.
Esa historia, la de cómo terminó todo, la dejo para otro día. Lo importante es que, a partir de ahí, empecé a mirar distinto. A desconfiar. A preguntarme quiénes eran realmente mis amistades, y a quiénes tenía al lado… y por qué.
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