La casona y el molino.

De Sotelo Luciano.

Muchas veces llevamos un monstruo que nos cuesta matar y es una lucha que muchas personas no ven y solamente vemos nosotros.

Capítulo 1:

-Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas Sofía, que los cumplas feliz- cantaban familia y amigos.

-Pedí tres deseos- Se escuchó gritar con alegría.

Sofía miro a su mejor amiga al escuchar ese pedido y cerró los ojos desconectándose del mundo. El primer deseo fue que el hijo que llevaba en su vientre hace 15 semanas naciera sano y fuerte, el segundo deseo fue tener una hermosa casa donde criar al niño y el tercer deseo fue que nunca falte el trabajo para poder educar al niño en camino. Cuando Sofía empezó a abrir los ojos no pudo contener la emoción al ver a sus amigos y familiares, los cuales todos empezaron a acercarse para abrazarla y saludarla.

Fue un cumpleaños en pleno invierno bonaerense de esos días de lluvia molesta que se mezcla con el frio y te mojan la punta de las zapatillas hasta llegar al pie, esos días de invierno que hacen a la ciudad más gris de lo que es. El cumpleaños se festejó con personas cercanas, algunos amigos y familiares, en un bar de un amigo de Miguel, novio de Sofía, amigo de la infancia, el Tucu, el bar es de barrio cerca del centro.

Entrada la madrugada cuando todos se habían ido quedaron adentro del local, con las persianas ya bajas Sofía, Miguel y El Tucu.

-Ahí vengo chicos, voy al baño. – Dijo Sofía.

– ¿Y Migue, como vienen con el tema de la casa? Tenían que ir esta semana a la inmobiliaria, ¿no? – dijo El Tucu mientras repasaba las mesas con una rejilla.

-Si- contesto Miguel mientras guardaba los regalos de Sofía. -Tenemos que ir esta semana y si todo está bien ya vamos a hablar con el escribano para la escritura de la casa, con Sofí ya no vemos la hora de mudarnos y comenzar esta etapa como padres primerizos.

-Jajajaja- Estallo en carcajadas El Tucu -Ya te va a tocar levantarte a la madrugada o renegar con el colegio, te lo digo por experiencia, pero bueno amigo, me pone contento la familia que vas a tener, Sofí es buena mina siempre te lo dije. Todavía me acuerdo los nervios que tenías en la primera salida. Cualquier cosa que necesiten no duden en llamarme.

-Gracias Tucu, te quiero hermano- dijo Miguel mirando a su amigo y largándole una sonrisa.

-Mira la hora que es Tucu! – dijo miguel mirando su celular- viene Sofí del baño y nos vamos que mañana tengo que ir al hospital.

Miguel era robusto, siempre usaba barba larga pero cuidada y de pelo revuelto. Era un Cardiólogo especializado en la Universidad de Buenos Aires y trabaja en hospitales privados y públicos. Sofía era alta, de pelo enrulado y era una licenciada en Artes Visuales, manejaba el Dibujo, la Pintura y la escultura. Los dos se conocieron en un bar, se intercambiaron teléfonos y ahí empezó a entrelazarse su historia.

-Vamos amor, mañana me levanto temprano- Dijo miguel mientras veía que Sofía volvía del baño y se dirigía hacia donde estaba el.

-Si dale. ¿Vos te quedas Tucu? – dijo Sofía mientras agarraba algunas bolsas de regalo.

-Si me quedo para cerrar la caja y ya me voy, vayan tranquilos.

-Dale querido, cuídate- Dijo miguel mientras se acercaba para saludarlo.

-Chau Tucu- dijo Sofía mientras ella también se acercaba a saludar.

Una moto pasaba mientras Sofía se agachaba en la puerta de la cortina de metal del local para poder salir.

Todavía seguía lloviendo y Sofía sintió más frio que durante el día cuando logro salir, en ese momento sintió como una mano pesada la empujaba, haciéndola caer con todo el peso hacia el costado, pero boca abajo, sobre la vereda mojada, golpeando su cabeza y haciéndose un corte en la frente.

-Dame todo o te quemo- Se escuchó en la calle vacía mientras la moto que paso daba la vuelta hacia donde estaba el bar y se subía a la vereda.

-Sofí! – se escuchó de adentro.

Era Miguel que soltando las bolsas que llevaba salió corriendo al rescate de Sofía. Al salir a la vereda Miguel vio como el ladrón gatillaba sobre Sofía, ya desmayada, sin éxito.

Seguramente la bala no había salido no porque dios no quiso, sino por la falta de mantenimiento del arma, un ladrón no tiene entrenamiento de armas, solo sale a robar y gatilla, dijo alguna vez Miguel viendo los policiales del noticiero.

Miguel al ver que los disparos no salen se lanza sobre el ladrón, el cual responde a culatazos hasta dejarlo inconsciente y con varios cortes en la cabeza.

– ¡Dale pelotudo, dale! – gritaba el cómplice del ladrón que manejaba la moto, ya dispuesto a huir por el lado contrario por donde llegaron.

El ladrón le saco la billetera y el celular a Miguel y huyo con su cómplice.

Para cuando El Tucu salió todo había pasado. – ¡Migue, migue!, sofí estas bien? ¡Ayuda, ayuda!, llamen a la policía! – empezó a gritar.

Sofía se encontraba en la ambulancia sentada con la cabeza vendada cuando vio que miguel se empezó a despertar, con quejidos de dolor.

-Amor?, ya paso. Solo sentí el empujón, estoy bien, ahora vamos al hospital para que nos vean. A vos seguramente te hagan puntos en la cabeza- Dijo Sofía mientras empezaba a sollozar.

-Tranquila. No lo pude ver, tenía la cara muy tapada- Decía miguel mientras le tomaba la mano.

Sofía empezó a sentir un dolor que nunca antes había sentido, un dolor muy visceral, algo frio empezaba a correr por sus piernas, era un sangrado, un sangrado que venía de su zona vaginal. Había empezado un aborto espontaneo.

– ¡Medico, medico! – comenzó a gritar Sofía.

Capitulo 2:

Miguel, cuando llego al hospital en la ambulancia fue intervenido en el shockroom por sus heridas cortantes y traumatismo en la cabeza, recibió algunos puntos y quedó internado en sala común por observación. Sofía en cambio fue llevada de urgencia a la sala de maternidad del hospital donde confirmaron la pérdida del bebe.

Al día siguiente un policía se acercó para escuchar la entrevista sobre lo sucedido junto a la psicóloga del hospital.

Cuando entraron la psicóloga y el policía a la habitación donde se encontraba Sofía, la luz estaba apagada, ella estaba en la cama de internación dormida, tenía puesto una solución fisiológica con un calmante, en la mesa de la habitación había flores que decía –te amamos, mama y papa- y una canastita con caramelos y chocolates que decía –para la mejor amiga del mundo-.

-Buenas tardes. – Dijo la psicóloga, el policía también saludo y prendiendo la luz.

Sofía, sin entender si estaba soñando fue abriendo los ojos hasta incorporarse en el mundo, -Buenas tardes- dijo, con voz media dormida.

-Soy Laura la psicóloga del hospital y él es Alberto un policía que viene a acompañarme para ver si puede recabar alguna información que ayude con lo que te paso, ¿Cómo estás? –

– No sé qué decirte, trato de no pensar en lo que me paso, para no ponerme mal. – Dijo Sofía mientras se le llenaban los ojos con lágrimas y empezaba a sentirse angustiada, con una presión en el pecho.

La psicóloga sentándose sobre la cama y tomándole la mano –Veo que te trajeron regalitos- dijo mirando hacia la mesa donde se encontraban las flores y los caramelos con los chocolates.

-Sí, mis papas y mis amigos que vinieron a verme hoy. – Dijo Sofía pasándose la mano por la cara para secarse las lágrimas.

– ¿Querés contarnos algo de lo que te paso?, algo que te acuerdes, sin apuros y sin presión para que hables. – Le pregunto la psicóloga mientras el policía sacaba una lapicera para tomar nota en un anotador que traía encima.

-No, solo me acuerdo que estaba saliendo del local de nuestro amigo y después el momento en que desperté, estaba en el piso y “El Tucu” se acercó para asistirme, solo eso- termino de hablar y comenzó a llorar de nuevo.

-Está bien Sofía, nosotros nos vamos a retirar, descansa, que te va hacer bien. –dijo la psicóloga cuando se puso de pie para salir de la habitación.

La psicóloga se dirigió a la enfermería para recoger el teléfono y marcar al departamento de médicos, comentando el estado de angustia de la paciente, para que le indique alguna medicación para que duerma por las noches.

Ya estaba atardeciendo y estaba entrando la oscuridad invernal en el hospital cuando la psicóloga colgó el teléfono luego de hablar con el departamento de médicos.

-Vamos al cuarto piso Alberto, vamos a ver como esta Miguel-. Le dijo la psicóloga al policía dirigiéndose al ascensor de la institución.

La psicóloga llamo al ascensor, esperaron un momento, se abrió la puerta, entraron los dos y el policía toco el botón que tenía el número cuatro.

-No sé si vamos a obtener mucha información señor oficial, es muy reciente todo lo ocurrido.

-Sí, lo sé, pero lo tengo que hacer por rutina policiaca, tenemos algunos videos de las cámaras de la zona, pero nada claro. La patente de la moto nos dice que es una moto robada, ya dimos aviso para que nuestros compañeros estén atento a esta moto, ya tenemos el pedido d captura. Pero bueno ya sabemos cómo es todo, después de cada robo todo se desarma y va al mercado negro.

-Sí, ya veo. Ojalá puedan atraparlos, hacer mierda a una pareja de este modo, merece prisión para siempre – contesto la psicóloga mientras el ascensor llegaba al cuarto piso.

Se escucharon tres golpes antes de abrirse la puerta de la habitación donde estaba Miguel, Él se encontraba sentado sobre la cama, apoyado sobre su mesa, ido, pensativo, mirando los edificios de alrededor del hospital.

-Hola, te agarre pensando.

-Hola Lau, ¿cómo estás? – Dijo Miguel volviendo de sus pensamientos, Laura era una colega conocida para Miguel.

Vos, como estas después de lo que te paso. Te molesta? –Pregunto, señalando al policía. -viene a ver si puede tener algo de información. –

-No, está bien. Hoy me entere lo de Sofí, llore mucho. Lo estaba esperando, estaba contento por nuestro primer hijo.

-Y ahora cómo estás?

-Pensando en irme del país, soy médico, tengo una especialización y se hablar inglés. Tendría que convencer a Sofía solamente.

-Vos pensas que se va a querer ir, que eso la va a ayudar a olvidar lo que paso. Ella no va a necesitar irse, va a necesitar contención, perdió una vida que llevaba dentro del vientre.

Miguel la miro a Laura en silencio y no contesto.

-Querés hablar de lo que paso Migue?

-No, solamente quiero irme a casa y estar con Sofí.

Laura miro al policía, y volviendo la vista hacia miguel dijo –Esta bien, descansa, mañana te vengo a ver de nuevo por la mañana.

-Bueno Alberto, es todo muy reciente y es difícil que los pacientes traigan a la memoria estos hechos, más si acaban de perder a un hijo. – Le dijo Laura al oficial de policía parándose sobre el pasillo.

-Estaba convencido de que así iba a ser, tendremos que seguir buscando a estos ladrones, usando otros medios. Gracias por todo Laura. –dijo el policía mientras guardaba su lapicera y su anotador-, cualquier novedad llama a la comisaria que yo personalmente me acerco.

-Ok, buenas noches. – saludo Laura y se fue a su consultorio.

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Todo se oscureció, todo era silencio en la habitación de Sofía, ella se encontraba durmiendo, cuando se empezó a escuchar el llanto de un bebe.

Sofía se despertó asustada, cuando entre dormida escucho el llanto. Se levantó apurada y se tropezó con el pie de la mesa que estaba al costado de la cama, haciendo que caiga el jarro con flores y la canasta de dulces. Ella se cayó y se le salió la vía que tenía con la solución fisiológica y el calmante. –¡Ay! – grito. Se puso de pie rápidamente y se patinó con el agua del jarro, tuvo el reflejo de sostenerse sobre la cama, se volvió a levantar, quiso prender la luz y no prendió. Abrió la puerta y las luces del pasillo titilaban, el llanto del bebe se escuchaba más fuerte del otro lado de la puerta.

-Hola!, ¿hay alguien? ¡Enfermera! Grito Sofía sosteniéndose en las barandas de la pared.

Paso por debajo de los dos tubos de luz que titilaban y estos hacían ruido en corto, ella los miro y siguió caminando lentamente. Llego a una zona llenas de incubadoras y las luces se prendieron, el llanto y el chillido de bebe ya era ensordecedor. Se acercó a la incubadora de donde venía el llanto, y cuando miro dentro había un feto. Sofía se quebró en llanto y empezó a gritar desconsoladamente sosteniéndolo.

Una enfermera de la zona de neonatología entro corriendo y vio a Sofía sentada al lado de una incubadora abrazando una sábana llena de sangre, sangre de ella misma por la lesión que se ocasiono cuando tropezó en la habitación y se le salió la guía con la solución fisiológica.

-Tranquila. – Dijo la enfermera que la abrazo para tranquilizarla.

– ¿Qué paso? – pregunto una colega de la enfermera que entraba a la zona de incubadoras, sorprendida por la situación.

-No sé, escuché los gritos en el ala nueva y vine, llama a los médicos.

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-No sabemos bien que paso, encontramos a Sofía en el ala que todavía no estrenamos de Neonatología, la abrimos la semana que viene. – Contaba el jefe de los médicos a los padres de Sofía que se acercaron cuando se enteraron de lo ocurrido- Seguramente sea algún estrés por lo que ella paso, quédense tranquilos, acompáñenla esta noche si quieren.

Capítulo 3:

Había pasado una semana del robo que habían sufrido Sofía y Miguel, ambos estaban de licencia, la pareja se encontraba en casa, casa que alquilaban, estaban en la cocina hablando sobre lo que querían hacer.

-Es así Sofí, las cosas en este país no van a cambiar, yo me quiero ir, tengo a mi abuelo italiano, podemos irnos para allá. – Decía miguel mientras serbia dos tazas de café.

-Amor, yo no me quiero ir del país, me gustaría mudarme a un lugar donde no haya mucha población, algún pueblo o alguna casa lejos del pueblo. Con paz voy a poder seguir dibujando cuadros para luego venderlos por internet, eso también me va a ayudar a no pensar en lo que nos pasó.

Miguel suspiro y dijo, está bien quedémonos en el país, yo te amo y siempre voy a estar con vos en estas decisiones. Mañana pasamos por la inmobiliaria de Raúl para saber si sabe de alguna casa en algún pueblo.

-Tengo miedo de salir, pero está bien, vayamos a averiguar. – dijo Sofía mientras miraba a la nada y tomaba un sorbo del café que preparo Miguel.

Al día siguiente Miguel condujo hasta la inmobiliaria de Raúl que quedaba en el centro de la ciudad. Estaciono en el estacionamiento de la oficina su camioneta Suzuki grand vitara y ambos bajaron. Tocaron el timbre y después de esperar unos segundos sonó el timbre de la cerradura de la puerta que los dejo entrar.

-Buen día Raúl. –Dijeron Miguel y Sofía cuando ingresaron.

-Hola chicos, buen día. Pasen y tomen asiento. – Dijo Raúl, que se encontraba detrás de un escritorio de roble sentado en un sillón de escritorio, señalando las sillas. – como están después de lo que les paso?

-Esperando novedades en el caso. –Contesto Sofía de manera cortante.

– ¿Qué tal? Raúl. Venimos a ver si tenés idea de alguna casa cerca de algún pueblo. – Contesto miguel y miro a Sofía con una sonrisa obligada. –¿No amor?

– Vinieron en el momento correcto. En dos días tengo que viajar al sur de la provincia para el lado de Balcarce, un colega me pidió que lo acompañe, tiene que subastar una casa, si quieren después les mando la dirección.

-Perfecto! – Dijo Sofía con entusiasmo.

– Espera Raúl! ¿Sabes en qué precio va a comenzar la subasta? – dijo miguel agarrándole la mano a Sofía.

– Si no me equivoco la puja va a empezar en US$10.000, es una casa que una familia se quiere sacar de encima, creo que es de dos pisos un enorme parque, no se más que eso.

-Bueno tendremos que pedir dinero prestado, para pujar. – Dijo miguel.

-Ok, yo les mando la dirección por privado para que vayan, al mediodía es la subasta. – dijo Raúl estrechándole la mano a los dos.

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Pasado los dos días Sofía y Miguel viajaron hacia el sur de la provincia y llegaron a la dirección de la casa cerca del mediodía, como se había acordado. La casa se la podía ver desde la ruta, era de dos pisos con algunos árboles al rededor y junto a ella había un molino, para entrar al terreno había que pasar por una tranquera y conducir varios metros sobre una huella de autos. Se notaba que la casa era antigua se podía apreciar algunas zonas de la pared con moho debido a la humedad.

Miguel estaciono la camioneta al lado de una vieja camioneta Ford f-100 seguramente de algún vecino de la zona que venía a curiosear lo que estaba por suceder. Al bajar de la camioneta Miguel y Sofía notaron que Raúl se encontraba hablando con una persona mayor acorde a su edad y otros tres hombres escuchando alrededor.

-Buen día. – dijo la pareja mientras se acercaban dónde estaban reunidos los hombres.

– Hola, veo que llegaron los que faltaban, les presento a Damián mi colega. Ellos tres son vecinos que vienen a ofertar por la casa. – presento Raúl.

-Bueno, viendo que estamos todos, vamos a hacer las cosas rápido así disfrutamos un poco la ciudad de Balcarce que está ubicada a varios minutos de acá. Como verán la casa es una casa antigua, con varias habitaciones y baños en planta baja y en el piso de arriba, una cocina y comedor amplio y el hall de entrada. La subasta comenzara en…

-20000.- Dijo Miguel interrumpiendo a Damián.

-US$25000. – Dijo uno de los hombres que se encontraba en el grupo de tres.

-30000. – Grito miguel clavando su mirada a los hombres.

-35000. No te gustara vivir aquí, la casa te rechazara. – Contesto desafiante otro hombre del grupo.

-50000, última oferta. – Dijo Sofía con un tono tranquilo.

– Chicos, quieren subir la oferta. – Dijo Damián mirando al grupo de tres hombres.

El tercer hombre que hasta el momento no dijo nada, escupió en el suelo seco y dijo –No, que se la queden, seguramente terminen como todos sus anteriores dueños. Vámonos. –

Los tres hombres del lugar se subieron a la vieja camioneta f-100 y se fueron.

– ¿Que quisieron decir con eso de sus anteriores dueños? – Le pregunto preocupada Sofía a Damián.

-No les des bola, seguramente es para asustar. Vamos por un café así les explico cómo seguir.

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Pasado el mes y con todos los papeles legales en mano miguel y Sofía se mudaron a la antigua casa, durante unos días la pareja se dedicó a refaccionar la casa por dentro y a limpiarla. Miguel consiguió trabajo en el hospital municipal de Balcarce y Sofía preparo un cuarto para ella en donde empezaría a pintar cuadros, el cuarto tenía una particularidad de un ventanal que daba al gran parque de la casa.

Hubo una noche de niebla, esa misma noche después de haber cenado Sofía estaba arriba de Miguel teniendo relaciones sexuales en su habitación. Las Manos de Miguel bajaban por la espalda de Sofía hasta llegar a los glúteos y apretarlos. Sofía lo besaba y le decía –Te amo. –

Se escuchó un fuerte mugido afuera de la casa. Sofía levanto la cabeza y miro hacia la ventana de la habitación, volvió a mirar a Miguel y siguió moviéndose encima de él. Se volvió a escuchar un mugido mucho más fuerte y más estirado que la primera vez, Sofía se asustó y paró.

-¿Que es ese ruido? Pregunto cansada.

Pum pum pum pum, se escuchó en la puerta de entrada. Miguel se levantó rápidamente para ponerse el pantalón.

-Migue no, no vayas. – Dijo Sofía tapándose con las sabanas.

Miguel la miro.

-Migue por favor, no bajes.

-Quédate acá.

Miguel bajo y salió de la casa, empezó a mirar alrededor y vio que la bolsa de basura estaba rota, -Algún jabalí- pensó, se escuchó el sonido de una botella de vidrio romperse.

-Quien está ahí? – Pregunto Miguel girándose rápidamente

Silencio.

-Que quien está por ahí? – volvió a gritar miguel mirando hacia la nada de la niebla.

Silencio.

Miguel corrió hacia la entrada de la casa, entro y cerró la puerta.

Al día siguiente Sofía se encontraba sola en la casa, había estado toda la tarde pintando el paisaje que le regalaba el ventanal de la habitación donde se instaló para dibujar. Era la tarde y el día se encontraba nublado, ella estaba merendando unos mates con tostadas y mermelada. Afuera se empezó a escuchar gotas de lluvia y cuando Sofía se acercó a la ventana de la cocina para mirar afuera veía unas pelotitas blancas que caían, ella se quedó estupefacta en silencio. Fue caminando hasta la puerta trasera de la casa y al salir vio que no eran gotas de lluvia y mucho menos granizo, ella se agacho y agarro lo que parecían dientes. Sofía entro corriendo a la casa y llamo a Miguel por celular.

Después de un tiempo miguel llego a la casa, Sofía estaba afuera esperando angustiada. El bajo y ella lo abrazo temblando.

-Ya está, ya paso. – Dijo el dándole un beso en la frente.

Ella le explico lo sucedido y llevo a Miguel hacia atrás, cuando salieron no había nada. Sofía se quedó anonadada.

-Amor, solo fue algo de lluvia, me toco pasarla cuando venía para acá.

-Yo sé lo que vi, no era ni lluvia ni granizo, eran dientes lo que vi y estaban por todos lados. – Dijo Sofía poniéndose a llorar.

– Pasamos por mucho sofí, yo te creo. – Dijo miguel abrazándola.

-Siento que no me crees, me siento una tonta.

-Shh, tranquila. – La calló y la abrazó más fuerte.

Durante la noche miguel salió a hacer las compras al pueblo y Sofía se quedó haciendo la cena. Estaba cortando tomates para una ensalada mientras disfrutaba de una copa de vino. Hubo un viento repentino que tiro una maceta que estaba en la ventana de la cocina, cuando cayó y se rompió Sofía salto del susto, ¡-Dios! – dijo, sonrió y siguió cortando el tomate. Tomo la copa de vino y se fue a sentar en el sillón del hall de la entrada, apoyo la copa sobre la mesa que tenía en frente del sillón y vio pasar dos sombras humanas, ella se puso rápidamente de pie y se quedó en silencio.

– ¿Quién anda ahí? – pregunto.

Silencio.

Sofía se acercó nuevamente a la cocina y no vio nada. Respiro profundo, se tomó la cabeza, y luego de un suspiro fue por la copa de vino.

La casa antigua tiene la particularidad de que en la planta de arriba tiene una bañera, el sueño de Miguel y Sofía para esos baños relajantes, a Sofía le pareció buena idea relajarse un poco en el agua mientras esperaba que vuelva miguel con las compras, así que empezó a llenar la tina, puso jabón líquido en el agua, dejo la copa de vino sobre el borde de la bañera se desnudó y se metió en el agua. Tomo un largo trago de vino nuevamente y volvió a apoyar la copa al borde de la bañera. Sofía dejo que el agua la tocara hasta el mentón y cerró los ojos y una mano tomo toda su cara y la hundió al fondo del agua, Sofía empezó a querer zafarse y golpeo la copa de vino que la hizo caer y romperse.

Cuando miguel cruzo la tranquera empezó a ver la luz de la sirena de la patrulla rural y vio que un policía estaba parado en la puerta.

-Dónde está?, ¿está bien? – pregunto miguel preocupado.

-Está dentro de la casa. –Contesto el policía.

– Usted es su pareja?, ella llamo y dijo que fue atacada, que la quisieron ahogar en la bañera, ella asegura que se resistió hasta donde pudo.

– ¿Cómo?

-No vi huellas de zapatos en el piso con el agua, o alrededor de la casa. También dice que afuera de la casa había gente con ropa antigua y antorchas. ¿Ella es alcohólica?

-Yo sé quién hizo esto, cuando vinimos a la subasta de la casa había tres tipos de la zona que no pudieron comprarla. Seguramente nos quieren asustar. – Dijo Miguel sin contestar a la pregunta de si Sofía era alcohólica.

El policía suspiro y dijo – Deben ser los Wagner, déjame que hable con ellos, son unos alemanes reservados y a veces no se los encuentra así nomas. Cómprese un arma por las dudas.

– ¿Qué? Usted nos tiene que dar protección. – Dijo Miguel sorprendido y entro a la casa cuando vio que el oficial rural se retiraba.

– ¿Fueron los hombres que estaban cuando compramos la casa? Dijo preocupado miguel a Sofía.

-No sé.

-Lo que me conto el policía no tiene sentido Sofí.

-Yo conté lo que me paso y lo que vi.

– ¿Entonces te hundieron en el agua y te soltaron?

– Estaba asustada y peleando para no desmayarme, por Dios. – Dijo Sofía gritando. –Cuando Salí del agua no había nadie, corrí a buscar el celular, llamé a la policía y después a vos.

Miguel la miro.

– ¿Qué? Dijo ella.

-El policía me pregunto si eras alcohólica.

-No estoy alucinando cosas por el alcohol, eso no es.

El asintió con la cabeza, -jum. –

– ¿Crees que te estoy mintiendo?

– Ay no, claro que no, yo te creo. Te creo en todo lo que me decís.

Durante la noche miguel no podía dormir y empezó a escuchar ruidos fuera de la casa, él se levantó despacio para no despertar a Sofía se calzo y bajo a la entrada, nuevamente se escucharon ruidos afuera. Miguel fue hasta la cocina tomo el palo de amasar y salió. Al salir se topó con una cabeza de toro en la entrada asustándose muchísimo.

Durante la mañana Miguel decidió enterrar la cabeza de toro y no contarle nada a Sofía. Para que no se asustara aún más por las cosas que sucedieron, él no podía dejar de pensar de que todas estas cosas que pasaron era obra de los Wagner. Fue al pueblo para buscar cámaras de seguridad, consiguió unas que tenían la particularidad de que se podían ver en vivo por el celular con una aplicación. Él le pregunto al vendedor si las instalaba y le dijo que si, durante el día el vendedor las instalo por los cuatro lados de la casa.

Como Miguel no quería dejar sola a Sofía llamó a su hermana menor para que le haga compañía. Su hermana se llamaba Martina le decían Martu, él sabía que ambas no se llevaban bien, sabía que su hermana pensaba que el arte no es trabajo, o le daba bronca que su cuñada sea alérgica al gluten. Martu decía que Sofía era muy falsa, que tenía enfermedades que ningún humano tenia. Martu tenía un título en psicología deportiva. Ella fue deportista y empezó a tomar analgésicos por dolores en lesiones, se hizo adicta a las pastillas, de tomar una pastilla por día paso a tomar una por hora, un día tomo muchas pastillas y se accidento con el auto. Cuando se recuperó por completo estudio psicología y después el posgrado para que a ningún otro le pase lo que a ella le paso.

El día paso y volvió a caer la noche. Sofía se encontraba preparando la cena con una copa de vino, estaba cortando verduras con una cuchilla grande, ella empezó a escuchar como alguien respiraba, dejo el cuchillo en la mesada y se asomó al hall, miro la puerta de entrada luego miro la escalera y volvió a la cocina. Cuando se acercó a la mesada noto que la cuchilla no estaba, miro alrededor y vio que el cuchillo estaba clavado en una manzana de una frutera que había en la cocina.

-Huele bien.

– ¡Dios, Martina, que susto me diste! ¡No seas silenciosa, casi me infarto con el susto que me diste!

-Mi hermano esta juntado con una loca que sufre de histeria. ¿Y desde cuando sos cocinera vos?

– ¿Por qué ese sarcasmo? No entiendo. Es algo que me relaja.

-Ah veo que dibujar y cocinar te relaja.

– ¡Si! – Dijo Sofía, se sirvió otra copa de vino e hizo fondo blanco.

-Me gustaría que no tomes mientras yo esta acá, tengo la garganta seca, pero tranquila hace mucho no me alcoholizo. Además, alguien tiene que protegerte de los salvajes del campo. Jajajaja.

-Bueno, lo voy a intentar. “Cuñada”.

Esa noche miguel estaba de guardia, Martina y Sofía se encontraban durmiendo en habitaciones separadas. Martina se despertó cuando empezó a escuchar mugidos, cada vez más fuertes. Se sentó en la cama y luego se paró para mirar por la ventana. La puerta de la habitación donde se encontraba Martina se abrió lentamente. –Sofí. – Llego a decir Martina cuando una botella de vino rodo por el piso. Martina tomo la botella y fue a la habitación de Sofía enojada.

-Porque haces esto Sofía eh, te parece gracioso. – Sofía se despertó sin entender.

– ¿Hacer qué? Pregunto Sofía mientras se fregaba los ojos.

– ¿Esto? –dijo Martina mostrando la botella.

-Yo no hice nada, estaba durmiendo y mucho menos me terminé ese vino. Por ahí te lo tomaste vos y vos sos la de las alucinaciones.

– ¿Qué? ¿Que yo veo cosas? Si yo estoy acá es porque vos las estás viendo, tarada.

El celular de miguel empezó a sonar, él pensó que era algún mensaje de Martu o Sofí pero el celular sonaba por una alerta automática del sistema de seguridad de las cámaras que habían instalado en su casa, el sensor se activó porque había movimientos fuera de la casa. Cuando miguel miro vio personas alrededor de la casa con antorchas. El rápidamente empezó a llamar a su hermana.

-Cómo voy a hacer rodar una botella de vino vacía loca de mierda. – Seguían discutiendo sin darse cuenta del llamado ya que el celular estaba en silencio.

Miguel, colgó el llamado a su hermana y cuando volvió a mirar por el celular las cámaras veía una manada de humanos con antorchas. Recordaba a su hermana diciendo que nada da más miedo que el humano en manada.

– ¿Dónde estabas cuando tu hermano estaba internado en el hospital, ahogada en alcohol?

-Shh, shh, shh. – Martina calló a Sofía. – Alguien se metió en la casa.

Martina salió al pasillo donde estaban las habitaciones y se escuchaba un chillido.

-Hey no me dejes sola. – Dijo por lo bajo Sofía tomándole el brazo a Martina.

-Shhh. – Volvió a callar a Sofía.

-Ayúdenme. – Se escuchó desde el hall y en ese momento se cortó la luz, ambas empezaron a gritar y a correr a la habitación de Sofía.

Miguel sin tener respuesta de su llamado a su hermana y de la policía tomo las llaves de la camioneta y salió al rescate.

Sofía y Martina estaban encerradas en la habitación y se empezaron a escuchar pasos en el pasillo de afuera. Tac, tac, tac, se escuchaban pasos como si sonaran tacos de borcegos. Todo empezaba a pasar más lento empezaba a ser una eternidad. De golpe no se escuchó más nada.

-Aprovechemos a salir. –Dijo Martina.

Ambas salieron y cuando bajaron al hall se toparon con un montón de dientes. Las dos se quedaron mirando el lugar sin decir nada.

-No puede ser. – Dijo Sofía.

Cuando Miguel llego a la casa encontró a las chicas en shock.

– ¿Como hicieron esto tan rápido? – pregunto miguel mientras miraba los dientes.

-Eso es lo de menos. Se metieron en nuestra casa Migue, como si nada. Nos asustaron y nos encerramos en la habitación, cuando todo paso salimos y nos encontramos con esto. – Dijo Sofía.

Miguel seguía mirando los dientes. –No quiero pensar que son los Wagner para sacarnos de la casa. –

-Voy a salir a fumar un cigarro. – Dijo Martina.

Martina subió a la habitación por un cigarro, bajo y salió a la parte de atrás. Mientras fumaba escucho ruidos donde se encontraba el molino del terreno. Cuando se acercó al lugar no vio nada y al darse vuelta había una cabeza de toro, se tapó la cara empezó a gritar y cuando se volvió a dar vuelta para salir corriendo hacia la casa había cabezas de toros colgadas en el molino. Martina se desmayó.

Capítulo 4:

A un kilómetro de la casona, al costado de la ruta había un bosque pampeano con pasto largo, malezas con espinas, arboles bajos y altos, algunas palmeras y arbustos con hojas que cortan.

Martina se despertó del desmayo al oír un camión pasar, estaba a unos metros de la ruta sobre el pasto largo, todavía estaba media mareada cuando comenzó a ponerse de pie, no entendía dónde estaba, miro hacia un lado y hacia otro, al darse vuelta vio el bosque pampeano y se preguntaba si seguía en la casona, se refregó los ojos y se quedó mirando el bosque.

-Reina mía, sacrifica para la purificación de las almas. – Se escuchaba en forma de canto y de susurros dentro del bosque con golpes de bombos.

Martina hizo un paso para atrás sorprendida y del susto. Los bombos parecían seguir el ritmo del corazón de ella. Sentía la curiosidad por adentrarse al bosque y ver que estaba pasando, y a la vez sentía miedo, tanto miedo que sudaba. Sin más preámbulos se secó el sudor de la frente y comenzó a caminar bosque adentro.

Había una mujer alta, rubia de ojos muy azules con un vestido blanco bañado en sangre frente a una gran fogata diciendo una oratoria delante de otras personas.

-Yo soy la reina de este bosque, el escudo protector y la lanza de batalla. Yo soy la protectora de las tormentas y de los traidores que usurpan nuestras tierras y como reina del bosque exijo castigo divino para este desertor de nuestro bosque. Limpiemos las almas sucias y purifiquemos nuestra tierra. Pónganlo en la cruz, cuélguenle la cabeza de toro y limpien su alma. – Dijo la mujer rubia señalando a un hombre.

Las demás personas sujetaron al hombre y este empezó a forcejear y a llorar pidiendo perdón. Lloro aún más cuando lo clavaron a la cruz, luego de clavarlo una mujer le puso una cabeza de toro susurro unas palabras y dijo –¡Levanten la cruz de la purificación! – y las personas que se encontraban ahí pusieron la cruz sobre un pozo para que esta quede elevada, luego de eso comenzaron a poner ramas alrededor de la cruz. Apareció un hombre alto y robusto con unos borcegos y un pasamontaña blanco manchado en sangre, sujetando una antorcha, se puso al pie de la cruz miro a la reina del bosque esperando una orden.

– ¡Quemen a este animal impuro! – Gritó la reina y el verdugo del pasamontaña acerco la antorcha a las ramas para prenderlas en fuego.

-¡Nooooo, aaaaaaah!- grito el hombre que ya gritaba del dolor de los clavos en su cuerpo.

Martina se encontraba atrás de un árbol mirando desconcertada y llorando lo que sucedía.

Una mujer se acercó a la reina y le susurró al oído, la reina del bosque miro hacia donde estaba Martina y grito -¡Agárrenla!.

Todas las personas que estaban ahí se dieron vuelta y comenzaron a correr a Martina gritando e insultando. Martina se dio me día vuelta y empezó a correr por el bosque salió a la ruta y cuando cruzo la mitad de la calle la camioneta de miguel freno a un metro de ella. Martina se volvió a desmayar.

Miguel y Sofía iban en la camioneta, levantaron a Martina y la llevaron al hospital de Balcarce, cuando Martina se despertó explico todo lo sucedido y miguel decía que las cosas que decía no tenían sentido, Miguel realizo la denuncia, la policía fue al bosque y no encontró nada. A Martina le hicieron laboratorios completos para ver si estaba intoxicada y no salió nada en las muestras realizadas.

Sofía se encontraba en el hall del hospital hablando con Miguel.

-Quiero irme de esa casa. – Dijo Sofía.

– No podemos, gastamos todos nuestros ahorros y más en esa casa. Tendríamos que vender la casa para poder irnos.

-Siento que estas cosas son realizadas por amigos de los Wagner para sacarnos de ese lugar. Y si es cierta esa teoría, me quedaría para hacerles la guerra. Vamos a hacer valer hasta el último peso invertido en esa casa.

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Días antes de tener el accidente Martina perdió la custodia de su hija llamada Florencia, quien la tuvo con su ex esposo Leonel por todo lo que venía viviendo con las adicciones. Luego de recuperarse en una granja volvió a ver a su hija por medio de un pedido de su abogado al juez. Días anteriores Martina llamo a Leonel diciéndole que la traiga con ella a Balcarce a la casa de su hermano, que estaba en el medio del campo para aprovechar las vacaciones de invierno y pasar unos días con ella.

Leonel llego con Florencia a la casona en su wv gol trend. Ambos bajaron del auto y Leonel saco del baúl el bolso con ropa de la niña.

-Mama dice que es una casa de campo quiero ver las vacas y las gallinas. – Dijo Florencia mientras agarraba su muñeca pepona del asiento de atrás del auto.

En ese momento Martina abrió la puerta con alegría y dijo – ¡Bienvenida!

Abrazo a la niña tomo el bolso y sin saludar y mirar a Leonel entraron a la casa.

Por la tarde madre e hija estaban jugando al juego de la oca, A Martina se la veía sonriente y feliz como nunca.

– ¿Tenés hambre mi amor? ¿Querés tomar la leche? – Pregunto Martina mientras agarraba el dado para tirar.

-Si mami. – Contesto Florencia.

-Ok, espérame acá mientras preparo la merienda.

Cuando Martina volvió con dos chocolatadas y galletitas surtidas vio que Florencia no estaba donde dijo que se quedara. Dejo la merienda sobre la mesa del comedor y salió a buscarla por la casa. Ella escuchaba que la línea hablaba, pero no sabía con quién.

Martina llego a la habitación donde hospedo a Florencia y vio que hablaba dentro del ropero.

– ¿Con quién hablas? – Pregunto Martina.

-Con Paloma, es mi amiga. – Respondió Florencia que no dejaba de mirar el ropero.

Martina miro dentro del ropero y no vio nada, se sonrió pensando en amigos imaginarios, cerro el ropero y tomo a Florencia de la mano para bajar a merendar.

– ¿Me querés contar de que hablaban con Paloma? – Pregunto Martina una vez sentadas en la mesa para merendar.

-Me dijo que me iba a dar un regalo si la ayudo. – Contesto Florencia mientras agarraba una galletita y la mojaba en la chocolatada.

-Ah, un regalo que lindo. ¿Ayudarla con qué?

-A pararlo.

-A parar que mi vida.

-Dice que ver a tanta gente en la casa ya la hizo enojar.

En ese momento se escuchó romperse un vidrio. Martina se dio vuelta volvió a mirar a la niña y le dijo –No te muevas, quédate acá. –

Fue hacia la cocina donde se escuchó que se rompió el vidrio, y vio un florero caído y junto al florero ropa vieja y gastada de una muñeca pepona.

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Durante la noche se volvían a escuchar mugidos fuertes fuera de la casa.

– ¿Sofí? – Pregunto miguel levantándose y dándose cuenta que ella no estaba en la cama.

-Esta vez no me voy a quedar muerta de miedo y llorando bajo las sabanas, voy a salir a ver quien anda. – Dijo sofí mientras agarraba un bastón extensible de protección personal.

La pareja se encontraba afuera buscando algo o alguien a quien culpar de los mugidos molestos.

-Sofí, entremos no veo nada. – Dijo miguel mientras bostezaba.

-Shhh, shhh. – Lo calló sofí y empezó a correr hacia el bosque.

-Espérame, no corras. – Dijo miguel mientras salía corriendo atrás de Sofía.

– ¿Migue, amor? –Pregunto Sofía ya dentro del bosque pampeano.

– ¿Sofí? – Grito miguel.

Hasta que Sofía de tanto correr llego a un lugar donde había una cruz prendiéndose fuego con una cabeza de cerdo en la punta de la cruz. Al rato llega miguel al lugar donde se encuentra Sofía, tira la cruz de una patada y empieza a querer apagar el fuego.

Miguel llamo a la policía con la locación del lugar y esta vez la policía les tuvo que creer.

En el lugar estaba el oficial que le recomendó a miguel comprarse un arma, Sofía estaba con los ánimos alterados y a los gritos pedía que el oficial de explicaciones.

-Ya mandamos un patrullero a la casa de los Wagner para que declaren, quédese tranquila.

-No me puedo calmar sabiendo que esos locos andan sueltos, hoy es esto quemándose y si mañana es mi casa.

-Hagamos una cosa señora, que le parece si dejamos un patrullero custodiando su casa las veinticuatro horas.

-Por mi está bien, por lo menos van a estar haciendo algo por nosotros. – Contesto Sofía de muy mal humor.

Entrada la madrugada, miguel empezó a escuchar el teléfono de la entrada a la casa, ring, ring, ring. Sonaba una y otra vez. Miguel se asomó por la ventana y vio que el patrullero estaba donde tenía que estar, bajo las escaleras y atendió el teléfono.

-Hola – Respondió al teléfono.

-Ayuda – Se escuchó en modo de susurro con interferencia.

-Perdón?, ¿qué?

-Ayudam… – se volvió a escuchar interferencias.

Miguel miro al piso y vio que el cable del teléfono estaba desconectado. Colgó el teléfono y al levantar la vista vio una cama de internación vieja.

-Ayúdenme. – Dijo una abuela que se encontraba en la cama en mal estado, parecía estar durmiendo.

-Si no tomas tus medicinas te vas a sentir peor Marta. – Dijo una mujer vestida de enfermera, pero con la vieja vestimenta de enfermería.

-Qué pasa? ¿Otra vez no quiere tomar su medicación? Dijo un hombre vestido de médico, pero también con vestimenta de época.

-Ya me canso esta paciente, ¿podremos hacer algo? – Dijo la enfermera.

-Sí, vamos a cambiarle la medicación.

El medico fue por una bandeja que tenía un revolver. Tomo el revolver apunto a la abuela a la distancia y le disparo a la cabeza haciéndole volar los sesos por toda la pared.

Ambos profesionales se empezaron a reír, la enfermera mojo sus manos con sangre y en la pared escribió una M.

-M de marta- Dijo la enfermera tentada a carcajadas.

Miguel viendo esta situación salió corriendo afuera hacia el patrullero.

-Despierte oficial, la mataron como si nada – Gritaba miguel afuera del patrullero.

El oficial entro a la casa con las manos en posición de tiro, cuando paso por las escaleras Sofía y Martina se encontraban bajando las escaleras por el alboroto ocasionado, miguel se quedó con ellas sin saber cómo explicar lo que vio. El oficial de policía siguió su recorrido por la planta baja sin encontrar nada.

-Aquí no hay nada, señor. –Dijo el oficial suspirando.

-Pero, no entiendo. Estaban los dos ahí con una anciana.

-Debió ser un sueño, señor.

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Al otro día Leonel fue a buscar a Florencia porque ya habían pasado los días de estar con la madre.

-Pasa. – Dijo Martina

-Gracias. –Respondió Leonel.

-Acá te prepare todas las cosas de ella.

– ¿Bien, y la nena? Me tengo que ir llevo prisa.

-Seguramente este jugando a las escondidas. Últimamente juega mucho a eso.

Ambos comenzaron a buscarla. Cuando los dos subieron a la habitación donde se estuvo hospedando Florencia la escucharon hablar. Se escuchaba que la niña hablaba dentro del ropero.

-Ya te encontré, jajaja. –Dijo Martina abriendo la puerta del armario.

– ¿A dónde se fue? – Pregunto Florencia.

– ¿A dónde se fue qué? – Pregunto Leonel.

-Paloma, papa, paloma. La niña de la ropa rara le estaba ofreciendo la muñeca.

– ¿La muñeca, para qué? – Pregunto extrañada Martina.

– Para que no nos mate. Dijo que nos va a matar a todos y a mí me va a dejar para el final – Respondió Florencia.

Leonel tomo indignado a Florencia y la llevo al auto.

-Leo, espera. Solo déjame despedirme.

Leonel dejo a la niña en el asiento de atrás y le dio la orden de que se ponga el cinturón. Mientras Florencia empezaba a llorar y pedir por su madre.

-Como puede ser que una nena de ocho años aprenda algo como que nos van a matar. No sé qué te pasa, pero ya no te va a ver nunca.

– Por favor.

-Le voy a decir al juez.

Leonel prendió el auto y acelero a fondo.

Esa tarde Miguel y Sofía encontraron a Martina en la cocina, borracha a tal punto de no poder pararse. Miguel la tomo como pudo y la llevo a la habitación.

-Es hora de volver a tomar el control de tu vida hermana.

-El no, el no… – Martina se durmió en la cama.

– ¡Amor! – Era Sofía llamando desde la cocina.

– ¿Qué pasa? – Pregunto miguel al entrar a la cocina.

-Mira.

Miguel se acercó para mirar a través de la ventana.

– ¿Ves lo que veo? – Pregunto Martina.

-Sí, la estoy viendo.

Era una niña que estaba parada en el medio del patio de la casa. Ambos salieron a buscarla y al salir ya no había nadie.

-Migue, mira. Dijo Sofía señalando una tapa de madera.

Miguel se acercó corriendo a la tapa, corrió pasto seco que había sobre ella y la abrió. Al abrirla tenía unas escaleras que bajaban a lo que parecía un refugio. Ambos bajaron y encontraron una cámara filmadora Sony de los 90, una televisión de tubo vieja, una mesa y una silla. Miguel tomo la cámara filmadora y la llevo a la casa. Una vez en la casa conecto todo a la tv para ver que tenía grabado, Sofía se encontraba junto a él.

En el video había un hombre, desprolijo y sucio con cara de no dormir por varios días, con la barba muy larga al igual que el pelo.

-No soy lo que fui. – Arranco diciendo en el video.

-No soy la persona de cuando llego y eso se debe a que no puedo dormir, porque me pasan cosas horribles, peor por cada noche que pasa. Miren lo que ellos me hacen. – Se bajó la remera y mostro rasguños.

-Me da miedo volver a esa casona, tengo miedo porque en esa casa intentan matarme. Entonces no me queda otra que quedarme en este sótano frio y con olor a humedad. Quiero que sepan que no estoy loco, que yo soy un académico, investigador. Hoy 27 de Julio del año 97, esta grabación quiero que sea mi último testamento y quiero decirles lo que hasta acá se.

Dato: Yo soy el doctor Elías Fernández, soy un profesor de la UBA.

Dato: vine hace dos meses a investigar para mi nuevo libro sobre crímenes reales. Mis sujetos iniciales eran dos profesionales una enfermera y un médico que eran pareja, tenían una casa para ancianos en los años 80, y se sospechaba de la desaparición forzada de personas mayores. Anteriormente en la misma casa vivieron por unas semanas otra familia que se fue forzosamente.

Dato: la casa de ancianos de esta pareja tuvo el apoyo de los militares los cuales implementaron un plan sistemático de terrorismo de Estado. Los militares les traían personas mayores que ya no tenían familia por desaparición forzada, los cuales nadie iba a reclamar. Esta pareja decía que cada vida quitada les agregaba un año más de vida a ellos y que su amor perduraría en la eternidad.

Dato: 29 de octubre del 85 la policía allano la casa, encontrando todos los cadáveres de los ancianos y sin rastro de la pareja asesina. Lo único que dejaron fue una palabra inconclusa pintada con sangre en la pared y esa palabra era muerte.

La casa se puso en venta y volvieron a dejar la casa presentable. Pero en la pared de la palabra inconclusa muerte, siempre que era pintada volvía a reaparecer…

-M de Marta. – dijo miguel exaltado.

Salió corriendo al comedor miro el papel de revestimiento de la pared y empezó a arrancarlo con desesperación. Cuando saco todo el papel hizo tres pasos hacia atrás y vio la palabra incompleta “MUERT”. Miguel volvió corriendo al televisor para seguir viendo el video de Elías Fernández.

-Esa es la historia oficial, pero yo sé que no es que no las encontraron nunca se fueron, algo las detuvo, antes de terminar con su última víctima. Para terminar de escribir la palabra muerte. No voy a la casa hace días, sé que hoy es el día de volver y no sé si voy a sobrevivir. Pero tengo que buscar la verdad, para que todo esto se haga justicia. – Elías se levantó y apago la cámara.

La grabación de la cámara se volvió a encender con un Elías desnudo, agitado y asustado dentro de la casona. En el video se veía a él caminando por el pasillo de las habitaciones intentando mostrar algo.

-Sé que estas acá. Muéstrate. – Dijo entre lágrimas y apretando los dientes mientras seguía mostrando el pasillo en silencio.

-Que te muestreees!!!!

En ese momento el video se cortó y a la vez se escuchó abrir la puerta de entrada. Sofía pego un salto del susto y cuando ambos se acercaron a la entrada vieron un cuchillo con sangre clavado en la puerta.

Capítulo 5:

Miguel había pedido tener una reunión con Raúl y Damián los martilleros inmobiliarios que remataron la casa, le pidió que se acercaran al café del centro de Balcarce. Sofía también se encontraba en esa reunión y fue la primera en disparar.

-Queremos que nos devuelvan la plata de la casa, ya no queremos vivir más ahí, en esa casa pasaron crímenes atroces en plena dictadura, tendríamos de demandarlos por fraude.

-Tuvimos que enterarnos por casualidad a través de un video-, dijo miguel mientras tomaba la taza de café.

-Ustedes pujaron por la casa y firmaron un contrato aceptando la casa tal cual esta, ustedes tendrían que haber investigado antes de pujar- Dijo Damián.

-Pero eso no hubiese cambiado en nada, googleamos la historia del doctor Fernández y no coincide en el GPS. Ustedes cambiaron la dirección de la casa. ¿Cuántas cosas más nos escondieron? – Dijo Sofía con enojo y levantando el tono de voz.

-Ustedes firmaron un contrato y nosotros cumplimos con las obligaciones del mismo, lo hecho, hecho esta. – Dijo Raúl que tomando su portafolio se preparó para irse.

-Mi consejo es que ahora la vendan a un precio competitivo para la zona- Dijo Leonel que tomo un sorbo más de café y se levantó para retirarse con Raúl. – Que tengan un buen día. – Finalizo.

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Cuando Miguel cruzo la tranquera de la casona vio que su hermana Martina jugaba con su sobrina Florencia.

-No puede ser. –Dijo Miguel por lo bajo.

Cuando estaciono la camioneta en el frente de la casa miguel bajo enfurecido y le clavo la mirada a su hermana.

-Anda para adentro amor que ahí voy. – Dijo Martina.

– ¿Qué haces? – Pregunto frunciendo el ceño.

-Solo hago lo correcto.

– ¿Leonel sabe lo que hiciste?

-Leonel no es el que toma las decisiones.

-Estás loca hermana.

-Solo hago lo correcto, Leonel quiere asegurarse de que yo no la vuelva a ver.

-Lo que estás haciendo con Florencia es secuestro y lo sabes. Va a ir a la policía y seguramente que ya fue. Esto está mal hermana.

-Es mi hija y tengo derecho a verla cuando yo quiera.

-Él tiene la custodia.

El celular de Sofía en ese momento comenzó a sonar, ella lo sacó del bolsillo y vio que decía Leonel.

-Es el, voy a atender. Hola Leonel… Si, si, acá esta Florencia está dentro de la casa y está bien. Nosotros estamos hablando con Martina… Claro, estás enojado y estas con todo el derecho de estarlo… No Leonel no llames a la policía, no te gustaría que Florencia vea a su mama esposada y llevada con la policía… No fue con mala intención solo quería ver a su hija… Ok, te esperamos.

Sofía corto el teléfono y dijo, está en camino y no va a hacer la denuncia.

-Gracias. –Dijo Martina de manera sobrada dejando que las lágrimas cayeran por su rostro. – Me voy a despedir de Florencia antes de que llegue Leonel del centro.

-Es lo correcto hermana. – Dijo Miguel pasándose la mano por la frente.

-Supongo. – Contesto Martina.

Miguel se quedó abrazado a Sofía en la entrada cuando escucharon el grito desgarrador de Martina de adentro de la casa.

Sofía y Miguel entraron corriendo y vieron que Martina tenía en sus manos una remera de Florencia con sangre.

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Habían pasado 24 horas y la policía empezaba a organizar el rastrillaje para encontrar a Florencia con algunos vecinos se acercaron a ayudar. Se dividieron en grupos de tres cuatro personas para buscar en sectores.

Martina, Sofía y Miguel comenzaron a buscar en el bosque pampeano no por logística de la policía sino por seguir a Martina, ya que ella sostenía que su hija estaba secuestrada en el bosque.

Después de buscar por unas horas los tres se quedaron petrificados al ver un vestido de la niña dentro de un circulo de sangre, en las mangas del vestido donde debería ir los brazos había alas de gallinas con sus plumas y en la parte inferior del vestido había patas de gallina.

Cuando Martina se acercó con desesperación para tomar el vestido miguel rápidamente grito. –No lo toques puede ser evidencia. –

-Sigamos buscando, Florencia no debe estar lejos. – Dijo Sofía.

Martina miro el vestido y siguió caminando.

Después de caminar por otra hora sobre el bosque encontraron lo que parecía una granja abandonada. Entraron a investigar dentro de la casa y solamente encontraron hojas secas de otoños pasados. Al salir al fondo vieron el torso sin alas, piernas y cabeza de una gallina con las zapatillas de Florencia dentro de un circulo de sangre.

– ¡Dios, no! – Grito Martina que fue en busca de las zapatillas de la niña.

Sofía y Miguel se acercaron para abrazarla y contenerla cuando se empezaron a escuchar llantos de bebes.

-Es de allá. – Dijo miguel señalando un viejo pañol maltratado por el tiempo.

A medida que se fueron acercando los llantos mermaron y el lugar volvía a estar en silencio. Cundo Miguel pudo abrir el portón del pañol se quedaron atónitos con lo que veían. Eran dos niños amamantándose de una cerda que tenía sus cuatro patas cortadas.

Sofía fue a dar aviso a la policía para que vinieran a la granja abandonada. Una vez en la comisaria constataron la salud de los niños y los médicos habían dicho que eran gemelos de unos 6 años de edad, pero estos tenían la particularidad de comportarse como animales, que no se comunicaban solo hacían ruidos con la boca de animales salvajes de la zona, el medico también informo que un equipo de psicólogos ya se encontraba con ellos.

-Siempre que tenemos problemas, aparecen ustedes. – dijo el Comisario de la comisaria primera de Balcarce.

-Nosotros no tenemos nada que ver con estas cosas, tengo a mi sobrina perdida en el medio del campo y ya es de noche. – Dijo miguel.

Se escuchó un portazo y a paso decidido hacia Martina entro Leonel.

-Estoy tan arrepentido de haberme enamorado de una ebria asquerosa como vos hija de puta, porque no te secuestraron a vos en vez de a mi hija.

-Qué te pasa pelotudo. –Respondió Miguel defendiendo a su hermana.

Ambos se enredaron en algunos golpes hasta que la policía los pudo apartar.

Ya han pasado 72 horas desde que desapareció la niña, hay que empezar a pensar que estamos buscando un cadáver. – Dijo el comisario fríamente. – Quieren seguir peleando o buscar a la niña, hace frio y si sigue con vida debe tener frio, volvamos a los rastrillajes y dejemos que los profesionales trabajen con estas dos criaturas.

Leonel se había sumado a la búsqueda de Florencia cuando nuevamente acuso a Martina.

– ¿Dónde está? Vos la tenés escondida, yo sé que todo esto es una farsa tuya, que es todo un teatro. ¿La policía, la DDI? ¿En serio?

-Deja de hablar pelotudeces. De donde sacas esas ideas. Contesto Miguel defendiendo a su hermana nuevamente.

-Está bien, voy a buscar por mi cuenta, voy a volver a esa casona de mierda, porque seguramente la tengan ahí. – Dijo Leonel con enfado.

Sofía, Martina y Miguel quedaron en silencio, llorando por un rato, ahogados en angustia.

Martina dijo –Creo que es momento de parar un poco y descansar, estamos pasados de revoluciones y nos vendría bien un baño y un descanso, dejemos todo en mano de la policía por un rato.

Miguel y Sofía contestaron – Esta bien. – al unísono.

Los tres cayeron k.o en la cama esa noche provocado por el cansancio. Entrada la madrugada sonó el celular de Miguel, era el comisario.

-Hola… si, ahí vamos.

Miguel se levantó de un salto a buscar a su hermana entro a la habitación, la sacudió para despertarla. Martina se despertó asustada y pregunto – ¿Qué paso?

-Es de la comisaria, parece que encontraron algo, un cuerpo, hay que ir a reconocerlo me dijeron.

Los tres salieron rápidamente de la casa y fueron donde se encontraba la policía, al bosque, en la camioneta de Miguel. Cuando llegaron al lugar, al costado de la ruta se encontraban todos los patrulleros con las luces prendidas, casualmente era el lugar donde Martina se despertó de su desmayó y vio cómo una secta prendía fuego a un hombre.

Corrió lo más rápido que pudo y cuando llego al lugar donde habían quemado a aquel hombre vio otro cuerpo adulto carbonizado en posición fetal sobre la tierra.

Un policía se acercó a Martina y le mostro una bolsa de evidencia preguntando – ¿Señora usted reconoce este anillo? – Mostrándole un dedo anular con un anillo.

Martina comenzó a llorar y grito –¡Es Leonel!

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