La Casa de Muñecas

No puedo seguir estudiando, literalmente mi cerebro no puede procesar más información. Cerré el libro que estaba leyendo, moví mi cuello y este tronó, me levantarme de la mesa donde estudiaba.
Necesitaba una distracción, fui a mi cuarto, tomé mi teléfono y me metí en Facebook.
Fue una sorpresa que entre las solicitudes de amistad hallé una que era completamente inesperada, diciendo poco, de nada menos que de mi tía Susana y no era reciente, era de ayer; y tenía un mensaje. Valla no sabía que supiera cómo usar una computadora, mucho menos el Face. Fíjate en las cosas que pasan. Acepte su solicitud y leí su mensaje.

Saludos cordiales Sara.
Tengo el agrado de solicitar me aceptes como amiga en esta Red Social. Asimismo también quiero invitarte a una tertulia en mi casa este sábado a las 4:00 de la tarde. Tengo un asunto de extrema urgencia que tratar contigo en persona. Por favor responde pronto.
Adiós.
Atte: Susana Cárdenas


Típico de tía Susana, dirigirte a ti como esa formalidad tan fuera de moda, podía ser un mensaje en el Face, pero bien podría ser una invitación para tomar el té de una condesa. Le respondí enseguida, conociéndola no le gusta la impuntualidad y ya estaba retrasada en responder.

Hola tía, disculpa la demora. Estoy con mucho trabajo en la universidad. Me gustaría ir a verte allí estaré. 🙂

Lo mandé y no pensé mucho en eso.


Horas más tardes, retomé el estudio cuando alguien tocó a mi puerta.
-Sara, es mamá.
-Hola mami. Pasa. Al entrar vi que esta triste, me puse en alerta.
-Hija…- Dudó.
-¿Qué ocurre mamá?- Pregunté preocupada
-Hija, -suspiró- tu tía Susana murió. -dijo de forma muy compungida.
-Yo… ¡¿En serio?! -Qué forma más estúpida de responder algo así, cómo si mi madre hiciera bromas con algo como eso. Pero supongo que la mayoría no sabe que decir cuando le anuncian ese tipo de noticias.
-Espera. -Alcé la mano para que me diera un momento. -¿Cuándo?
-Hoy. Le dio un infarto en la madrugada, al parecer la encontró una Indígena amiga suya de mucha confianza, de tanta confianza que tenía llaves incluso; fue hasta su casa a media mañana entró y la encontró en su cama. -Hubo algo en su tono que no supe identificar cuando me explicó esto ¿irritación?
Continuamos hablado un poco más sobre los preparativos del entierro. Todo era tan repentino, creo que todavía no lo asimilaba.


Mis padres organizaron el velorio y el entierro, menos mal que mi papá tenía un seguro funerario que cubría hermanos, porque no sé cómo hubiésemos pagado un funeral con todos los gastos que implica estando en la grave situación económica.
A pesar del esfuerzo, fue todo un acto fúnebre muy triste, no porque hubiese muchas personas llorando, sino por la inmensa cantidad de asistentes que fueron por compromiso social de dar el pésame, más que por sentirse dolido por la pérdida. Eso habla muchísimo de la persona que era mi tía y la vida que vivió.
Pero sí vi a alguien que mostró una gran pena. Mamá me presentó a la indígena; se llama Meryl, era una mujer aún joven, pero no muy bonita, su cutis estaba muy manchado por el sol, sus ojos eran grandes y melancólicos y los tenía llorosos y enrojecidos por el llanto.
-Mi sentido pésame. –Nos dijo con vos ronca y me tomó de las manos. Mamá la llamaron por su celular y se excusó dejándonos solas, sin saber que decir.
-Yo encontré a la Señora Susana. -Me dijo de repente, rompiendo nuestro incomodo silencio, por un momento me pareció que sus ojos reflejaron miedo, pero después volvieron a ser tristes.
– Valla. Sí, eso me dijo mamá. -Dude un momento- ¿Eras buena amiga de mi tía? -Pregunté porque no sabía que más decir.
-Conozco a la señora Susana desde hace años, era buena conmigo y mis niñas. Con ella mandaba arreglar la ropa y pagaba poco a poco. Otras costureras quieren cobrarle a uno de una vez. La señora Susana no. ¡Ah! Y antes de que lo olvide debo devolver la llave que tengo.-Dijo mientras rebuscaba en su cartera.- ¿Te la doy a ti o…?
-Yo me la quedo no te preocupes. ¿Ella te la dio? -Pregunté con auténtica curiosidad, la tía Susana no tenía muchas amistades, pero tenía mucha confianza con Meryl.
-Sí, algunas veces le ayudaba limpiando su casa. Yo fui a su casa a las nueve porque le quería encargar que me arreglara unos pantalones. Vi las luces encendidas de afuera y como tenía la llave entré. – Esta vez sí que estaba asustada.
-Debió de ser muy impresionante- dije adivinando el motivo de su miedo.
-La señora… la señora tenía cara como de espanto, los ojos muy abiertos-y los suyos se humedecieron con nuevas lágrimas, se sorbió la nariz un poco.-Sin estar muy segura de que hacer le di palmaditas en el hombro. Parecía extraño que yo estuviese consolándola a ella en lugar de al revés, pero así eran las cosas.
-Y esa muñeca fea estaba sobre su pecho, sus horribles dedos le tocaban la cara. Me asustó.
La miré con cara de extrañeza.
-¿Muñeca? Bueno a tía Susana las coleccionaba…
-Esa muñeca era distinta.-Me cortó.-Es una muñeca mala, tiene demonio por dentro. –Para darle énfasis a sus palabras se persignó.- Le chupó la vida a la Señora Susana- Se estremeció.
No supe que responder después de eso porque era obvio que en verdad creía lo que decía. Mostrándose muy apenada me dijo:
-Perdóneme, no debí decir eso. Hablé demás. No puedo hacer que la gente me crea y no está bien decirlo. Mejor me voy, chao.
Se fue así sin más, la gente puede creer munchas cosas, pero no puedo estar molesta con ella, bueno solo un poco, pero era una de las pocas personas que se lamentaba de verdad por tía Susana. Además debe estar alterada por la pena.
Preferí no darle más vueltas al asunto y pronto lo olvide.


A mí tía se le dio cristiana sepultura un viernes. El sábado aun cuando todavía tenía que estudiar para finales, mi padre me pidió el favor de entrar a la casa de tía Susana y empezar a catalogar sus cosas. Había mucha humedad en la vivienda y a él eso le hacía daño por su rinitis alérgica. Mamá estaba de guardia en el hospital y tampoco podría ir.
De mala gana acepté y me dieron un llavero con sus llaves. Al final no podía dejar de ver la ironía de que de todas maneras iría a la casa de mi tía a la hora y el día en que me citó y, ser demasiado tarde para la visita. Supongo que no sabría qué era lo que quería que yo supiera.
Llegué en bus hasta la parada de su casa y de allí caminado.
La vivienda estaba tal y como la recordaba la última vez que la vi, un cuadrado de color azul, siempre le pintó el frente de azul, de estructura simple de cemento, sin ninguna clase de paredón o cerca, ni patio, una sencilla puerta de madera con reja de metal y dos ventanas de bisagras, lo único nuevo para mí era el letrero de letras a relieve en metal, arriba de la puerta que la bautizaba con el nombre “La casa de Muñecas”
Entré a la casa.
Y Que horror encontré: lo primero que alcazabas a percibir era el tufo a humedad de la casa por una filtración en la pared del baño. Trate de respirar por la boca. ¡Que olor! Lo segundo que notabas al entrar a la sala-recibidor eran las muñecas de trapo como decoración, estaban en los muebles, la mesita de café y acaparadas en dos libreros. El lugar parecía estar ahogado entre muñecas. Quise prender la luz. Pero al accionar el interruptor no pasó nada. Lo más probable es que no tuviera luz este sector, por racionamiento o alguna falla ¿Quién sabe?
Pero así no podía hacer mucho, suspiré un poco irritada ¿pero qué podía hacer? Había perdido el viaje para nada.
-Perfecto. Simplemente perfecto.-Me dije un poco molesta.
Pero como tenía la vaga esperanza que fuera una falla temporal y no algo más prolongado decidí quedarme y dar un vistazo a la casa.
Empecé a inspeccionar a las muñecas, varias tenían la cara pintada y sonriente, algunas con ojos de botón y los demás detalles cosidos, todas tenía vestidos al menos la que alcance a ver. Cuanto silencio hacía, salvo el ruido ocasional de la calle, la casa tenía un silencio antinatural.
De la sala me fui a la cocina. Estaba incluso más oscura y tenía el doble de muñecas, a donde quiera que miraba estaba alguna viéndome de frente. La tía se las ingenió para colocarlas en tantas posiciones que no importaba donde me pusiera alguna siempre me observaba, el efecto era un poco inquietante sumado a la penumbra reinante.
Casi podía jurar que al menos una me sonreía con aire de malicia. ¡Que tonterías Sara! No llevas ni cinco minutos aquí con un poco de oscuridad y las muñecas y ya comienzas a pensar tonterías. ¡Ni que fueras una niña! Continué decidida a no tener miedo, saqué mi celular para poder iluminar mi entorno. Mesones de granitos, una nevera de dos puerta, una cocina de seis calentadores y horno, un lavaplatos y como treintas muñecas con temática de chefs alrededor, incluso alguna tenía ese sombrero largo blanco que los antiguos chefs tenían, otras usaban delantales, todas con la mismas sonrisas estáticas e inocuas.
Nada raro, bueno aparte de la obsesión por las muñecas, nada aterrador. Avance hasta llegar al pacillo que conducía con los tres cuartos y el único baño de la casa.
En el fondo al final había un espejo de medio cuerpo y sentada en un banquito había… sí otra muñeca, pero, por un segundo vi que empuñaba un cuchillo. Di un respingó y un paso hacia atrás dispuesta a correr…
…Hasta que logré enfocarla mejor con la luz detallando que era solo tenía una brocha en una mano y en la otra un espejito. Solté el aire de golpe.
Temática de maquillaje.
Ojala volviera la luz.
Bien, la primera puerta a mi izquierda era su cuarto de costura, el baño se encontraba a la puerta siguiente, los cuartos a la derecha eran su cuarto de depósito, y el principal.
Entre al cuarto de costura.
No había dado ni tres pasos adentro cuando pisé algo blando y mullido que me hizo resbalar; busqué aferrarme a lo más cerca que tenía a la mano y eso era una cesta con telas, que me llevé por delante. Caí sobre mi costado dolorosamente con un montón de rollos de telas alrededor y encima de mí.
Con una maldición me levanté despacio quitándome los rollos de encima, me frotaba la zona dolorida, mi mano derecha tenía un gran arañazo en la palma, debí hacérmela al agarrar el borde de la cesta, no era profunda y no sangraba.
Me puse a tantear en busca de mi teléfono que solté al caer. Lo encontré debajo de una tela floreada. No le pasó nada, lo que era un alivio. Antes de recoger con cuidado, viendo el piso me acerqué a la ventana y descorrí la cortina iluminando el cuarto. Así me aseguraría de no tropezar con nada más.
Mire a mi alrededor; el desastre del piso, la máquina de coser, la repisa donde estaban los hilos, agujas, tijeras… y sí, muñecas pequeñas usadas como alfileteros; con sus rostros placidos y sonrientes, me parecían que mostraban una satisfacción inquietante por su masoquismo con sus múltiples perforaciones que me es desagradable y cambié la dirección de mi mirada.
Me fijé en la silla donde supuse que iba la cesta y un banquito a su lado.
Me puse a recoger los rollos de las telas y las fui enrollando. Dios, menos mal que todo lo filoso y pulso penetrante estaba arriba, pues como sigue mi suerte y me hubiese empalado con algo. ¿Qué habré pisado…?
Y entonces al levantar una tela vi a la culpable. La enorme muñeca en el piso, con su enorme sonrisa de satisfacción, tenía los ojos pintados, ligeramente entrecerrados, supongo que con un estilo coqueto, seductor tal vez, si es que acaso ese tipo de muñeca puede ser seductora, pero con mi humor y su expresión me parecía un gesto insolente de lo más chocante. Como si dijera: sí, te metí el pie apropósito Sarita ¿Qué harás al respecto?
La levanté y sin ningún miramiento ni ninguna clase de cuidado la puse en el banquito acostada boca abajo. Su falda se levantó mostrando una pantis blancas.
Ahora con la burda pose tenía un aspecto obsceno a lo que antes solo era un simple coqueteo inofensivo. Fruncí el ceño. Lejos de sentirme mejor, esa idea me molestó, sin saber por qué me sentí manipulada como si le hubiese seguido el juego al ponerla así, dándole lo que quería. Me recorrió una sensación de miedo, la agarré, le acomode la falda, la senté derecha e inclusive le cruce las piernas como una buena señorita.
Al verla la cara otra vez, aun cuando sabía que su expresión no se había alterado, eso era imposible (y una locura), pero de todas maneras me pareció que su expresión era más forzada, contenida, como cuando alguien está tratando de mantener una emoción desagradable oculta, por un momento casi podía jurar…
Cerré los ojos con fuerza y negué con violencia la cabeza, al volver a abrirlos esa sensación desapareció pero siguió la inquietud.
Le di la espalda, terminé de recoger todo con movimientos rápidos y sin mucho cuidado. Puse la cesta en la silla, salí y cerré la puerta al irme sin volver a verla. Tenía más miedo.
-¡Basta! ¡Solo son impresiones tuyas, nada más!
Trate de calmarme, pero ya no estaba segura de querer quedarme más, con luz o sin luz. Pero no era ninguna niña asustada con un poco de miedo a su sombra, era una mujer adulta perfectamente racional y por lo menos entraría a una última habitación. Solo eso, además no es que estuviera haciendo mucho, solo mirar aquí y allá. Así que si me fuera después de ver otro cuarto no pasaría nada. ¿Qué podía hacer yo? había partes de la casa que no les llegaba el sol, tampoco esperaría para siempre.
Todos estos pensamientos estaban bien pero seguía en el pasillo y tenía que moverme. Veamos, la puerta del frente es un depósito, no tenía ventanas y no quería repetir la experiencia de torpeza, muchas gracias. Una caída al día bastaba. La puerta de al lado era el baño y eso es un nop. Y eso me deja…
La segunda puerta al lado derecho.
La habitación principal, la misma donde falleció tía Susana.
¡Oh Cielos!
Mientras avanzaba con piernas temblorosas y el corazón inquieto, trataba de recordar que en serio no era supersticiosa, que yo no creía que los lugares donde se muere la gente quedan con alguna clase de mala energía, maldición o lo que sea. En serio que no, para nada.
Giré la perilla con lentitud y abrí despacio la puerta, que por supuesto chirrió fuerte y largo como un lamento agónico. Me asomé al cuarto en penumbra y di un paso vacilante dentro.
La exagerada quietud y el olor de encierro y humedad se percibían mucho más fuertes que el resto de la casa, no pude evitar estornudar, que en medio de tanto silencio sonó muy alto. Extrañamente no había muñecas en el cuarto. Peculiar.
Me acerque a las dos ventanas y las abrí para que circulara oxígeno, se atenuara el olor y poder con claridad. Había un tocador desnudo de adornos, la cama estaba un poco desarreglada como si alguien se acabase de recién levantar, un armario y una mesita de noche. El cuarto parecía muy impersonal comparado con el resto de la casa.
Fui hasta la mesita, en ella estaba una lámpara y un cuaderno, lo agarré y lo abrí por la mitad.

11 de marzo de 2018.
Querido Diario.
Hoy tuve un día muy ocupado, terminé el encargo especial de la Sra. L y casi acabo las blusas que me mando encargar la Sra. M. Debo recordar comprar más tela azul, casi se me ha terminado. Hoy hice por azahar un descubrimiento muy interesante, cuando me dirigía para deshacerme de mi basura en el contenedor del barrio, encontré a una pobre muñeca, pero en aun perfecto estado. La revise y no tiene grandes desperfectos; al menos nada de que no pueda arreglarse: Su vestido esta machado y un poco deshilachado, su cara que está compuesta por bordados de hilos negros para sus ojos y nariz; rojo para su boca, que en esta última se soltaron un poco, tiene un inusual cabello, creo que es una peluca de cabello real ¡Y está entero! solo algo enredo; pero lo más peculiar de la muñeca en sí son sus manos. ¡Cielo! La persona que la fabricó hizo un trabajo terrible con ellas, tiene seis dedos que son demasiado largos para sus manos, ni siguiera parecen dedos.
La lleve a casa para arreglarla, cuando termine con ella quedará como nueva.

<< Y esa muñeca fea estaba sobre su pecho, sus horribles dedos le tocaban la cara>>-Me vino de repente a la cabeza esas palabras de Meryl. Sentí un escalofrió recorrer el cuerpo. Si se veía tan mal puedo entender que le tuviese manía a ella. Continué leyendo.
13 de marzo de 2018
Querido Diario.
Hoy vino de visita Meryl y sus hijas, Gladys y Ellen. Me alegra muchísimo que vengan a verme. Pero por desgracia ocurrió un incidente de lo más desafortunado. Cuando les mostré a Mónica, (así le puse a mi nueva adquisición), las niñas rompieron en un llanto e hicieron un berrinche para irse como jamás he visto a ningún infante, lo que me dejó impactada y avergonzó a su pobre madre que no hallaba que decir o que hacer para salvar la situación.
Aun no me explico que les pasó. Conozco a esas dos prácticamente desde que eran unas bebés y siempre, hasta esta tarde, se han portado con apacibilidad y buena educación. Nunca he tenido que llamarles la atención por alguna travesura y hasta las he dejado jugar con alguna de mis muñecas. La podre de Merlyn no hallaba la forma de disculparme mientras era jalada por sus hijas a fuera de la casa…

No era muy tranquilizador ese pasaje y salté unas cuantas entradas más.
21 de marzo de 2018
Querido Diario.
Tal vez sea cosa de la edad, pero últimamente encuentro cosas fuera de su sitio o las pierdo, para luego de mucho buscar encontrarlos en el puesto donde se supone que debían estar en primer lugar. No me considero tan mayor para ser senil. ¡Oh Dios mío! ¡Que no sea el inicio de Alzheimer!
También he empezado a tener pesadillas que me despiertan por las noches, donde siendo que alguien quiere entrar en mi cuarto, lo escucho arañar la puerta. A lo mejor es eso, que estoy cansada. Espero que sea eso, no quiero terminar mis días en una depreciable residencia de ancianos. No sé
(…) en este punto se detuvo abruptamente ese pasaje, busque la siguiente entrada al diario que estaba fechada varios días después, la prolija letra de mi tía se vuelve descuidada y un poco ilegible me costó un poco entenderla.
08 de abril de 3018
estoy exausta casi no puedo escribir, pesadilla otra vez -(no entiendo esta frase)- Monica, monica me habla, ella me hace-(palabra inentendible)- no me deja dormir
no entiendo lo que dice, algo sombre sara????

Ok, este pasaje sí que me asusta. ¿Será que tía Susana se volvió loca? Y más aún esto lo escribió solo 3 días antes de hacerme la solicitud por el Facebook y 4 antes de morir. Pero no podía dejar de leer ya sea por una fascinación morbosa dentro de la mente de alguien que obviamente no estaba sano, o algo distinto me impulsaba a seguir leyendo.
11 de abril de 2018
Pude dormir mejor anoche. ¡Dios Bendito en el Cielo! ¿Estoy loca? O Mónica quiere que me comunique con mi sobrina Sara. Tengo miedo. No sé qué es real y que son alucinaciones, por momentos creo que estoy loca y luego creo que está pesadilla es real. Cada día se hace más fuerte, aunque cierro la puerta todas las noches, creo que no la detendrá mucho tiempo. Está jugando conmigo. Casi se me acaba la comida, pero no me deja irme, me invade una sensación de asfixia cada vez que me acerco a la puerta de entrada y solo se desvanece si regreso ¡No sé qué voy hacer!
Hoy me dio un ultimátum o invito a Sara a la casa o no me dejará dormir, dormí hoy pero no fue suficiente, veo sombras en el cuarto y hasta puedo jurar que tiene al resto de las muñecas en contra mía, riéndose de mí, -¡Yo que las quise tanto!- diciendo cosas horribles que no me atrevo a decir, ni siquiera escribir. Voy a tener que ceder por un poco de alivio de este infierno que se ha vuelto mi vida. ¿Estoy en una pesadilla real o imaginaria? ¡Oh perdóname Sara! ¡Perdóname! Desconozco cuáles son sus viles planes para ti. Pero no creo resistir, solo quiero dormir. ¡Que Dios nos ampare!

Tenía la garganta seca como el papel de lija y aunque hacía calor, empecé a sudar frio, sentí un escalofrío por todo el cuerpo, el olor a cuarto encerrado y moho aún más fuerte que cuando entré, alcé la mirada muy despacio.
Ella estaba allí, por supuesto, sentada tranquilamente apoyada a la pared como esperando que terminara de leer y me diera cuenta de su presencia, no importaba que no estuviera antes, salió mientras no prestaba atención. Sus ojos que no eran ojos sino cuadros negros que me devolvían la mirada, su boca enorme y de hilos rojos, algunos le colgaba de su comisura, dándole el aspecto de una baba sangrienta y sus garras me apuntaban directamente.
<<Hola Sarita ¿Quieres jugar conmigo?>> pensé sin ningún motivo aparente.
Fue en ese momento, en que mi sentido de supervivencia tomó el control. Arrojé el diario contra ella y sin ver si le daba o no salí despedida hasta la puerta. Justo en ese momento sonó la bocina de un camión en la calle o Mónica rugió cuando el impacto la tumbó, no lo sé y no volteé a ver porque lo único que enfoca mis ojos era la salida.
Casi podía escuchar a Mónica arrastrarse en pos de mí. Cuando estaba por llegar una brisa que se coló por las ventanas empujando la puerta amenazando con encerrándonos adentro.
-¡No!-Grité. Sí la puerta se cerraba jamás se abriría de nuevo, estaba por cerrarse y le metí la mano para evitarlo pisándome los dedos en el proceso, pero no importó el dolor porque detuve a la puerta y de un solo tirón la abrí, escapando al pasillo, cerré igual de rápido, respiraba con jadeos entrecortados.
No solté el pomo ¿y si habría? Pero no podía quedarme sosteniendo la puerta, no debía permanecer más tiempo en la casa
¡¿Qué hago?! ¡¿Qué hago?! ¡¿Qué…?!
Entonces recordé que en mi bolsillo tenía las llaves de la casa, podía ponerle el seguro, pero la puerta se podía abrir por dentro a menos que dejará la llave pegada a la puerta. Para hacerlo debía usar ambas manos.
Pegué la oreja a la puerta tratando de escuchar si había ruidos del otro lado. Al mismo tiempo solté el pomo y saqué las llaves lo más silenciosamente que podía, no quería darle pistas que era lo que trataba de hacer.
No podía estar segura si todavía estaba tratando de llegar a la puerta o se había rendido, dudaba de esto último. ¡Dios ayúdame! Me despegue de la puerta y empecé a contar las llaves estaban ordenadas por habitación, no quería usar el teléfono como linterna y darle una pista que estaba todavía en la puerta.
Agarré con una mano el pomo y con la otra sostenía el llavero por la llave que estaba tratando de meter, tintinaron por mis dedos temblorosos y… no, no encajaba ¡llave equivocada! Inserté la siguiente, ya sin importarme que sonaran, mi mano no colaboraba
<<Sara, Sarita, chiquita ¿Qué crees que haces?>>
Estaba cerca si no cerraba la puerta… metí la llave y si era la correcta. ¡Gracias a Dios! El sonido del seguro casi me hizo llorar de alivio. Luego sin quitar la llave de puerta la retiré del llavero. Ahora no podía salir.
Seguí corriendo, pasé por la cocina a la sala, todas las muñecas me miraban ahora, no perdí el tiempo en detallarlas, pero me pareció verlas menos contentas al ver que escapaba.
Casi no podía respirar, estaba hiperventilándome cuando salí afuera, pero no me importó. Me desplomé temblando como hoja en la acera, me sentía casi mareada, tarde un momento en calmarme. Cuando mi corazón volvió a su frecuencia normal, me devolví y cerré con llave la puerta principal.
No volvería jamás a esa casa en la vida.
Mucho tiempo después llamé a papá y le dije que la casa estaba sin luz cuando fui. Y que estaba tan atareada con la universidad que no creía que pudiese ayudarlos, fui tan contundente que no insistió en pedirme más ayuda.
Al final fueron mis padres los que tuvieron que hacer todo el trabajo de colocar las cosas de tía Susana en cajas, (papá con una mascarilla). No les pasó nada o notaron algo extraño. Como no les dije una sola palabra de mi experiencia eso fue un gran alivio. Jamás me hubiese perdonado el no advertirles de haberles ocurrido alguna cosa. Pero eso también me desconcierta.
¿Fue real todo lo que ocurrió?
¿O solo me dejé llevar por la sugestión de una casa oscura y lo que leí del diario de Tía Susana?
Y en cuanto a tía Susana ¿Estaba loca?
A veces, durante el día en la calma y quietud cuando pienso en eso, me doy el lujo de racionalizar los eventos y concluyo que nada de lo ocurrido fue realmente sobrenatural, todo puede explicarse como impresiones mías, accidentes, coincidencias e imaginaciones. No vi a Mónica primero en el cuarto porque este estaba en penumbras, no vi que me persiguiera y ella no me habló fui yo todo el tiempo. Así como la locura de tía Susana nada la acechaba era sus delirios todo el tiempo.
Eso es en el día, la noche es otro cuento.
Cuando no puedo dormir o cuando tengo alguna pesadilla. Mis pensamientos son otros, lo que me parece perfectamente racional se vuelve absurdo y muy rebuscado como explicación. La tía Susana era un poco excéntrica, sí, pero también centrada, era la última persona que te imaginabas volviéndose loca tan de repente.
Pero eso no es lo que me asusta y me mantiene despierta por la noche hasta que caigo por el cansancio.
No, lo que me mantiene despierta es que mis padres no encontraron a Mónica. Lo sé porque se las describí y no la vieron. Desapareció (¿Huyo?) de un cuarto cerrado. Pude imaginarme muchas cosas pero no a esa muñeca. Y no solo yo la vi, Meryl y sus hijas también la vieron y las niñas, (tal vez porque aún son pequeñas y no racionalizan sus temores) actuaron más sabiamente que cualquiera de los adultos a su alrededor, huir inmediatamente.
¿Eso en qué me deja? ¿Qué sea lo que demonios haya sido la muñeca volvió del sitio de dónde salió? O ¿Tal vez este en alguna parte esperando su oportunidad para atraparme?
Cuando menos lo espere estará en una esquina en las sombras, o la vea en mi cama cuando vuelva de la universidad o el trabajo.
Pude escapar una vez ¿podré una segunda?

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