Esposa, hoy es Once de Septiembre, los delirios y las ondas nocturnas de amor que nos fue esquivo, son olas sin retorno en un mar de ilusiones.
Los gránulos de hojas marchitas, escapan de la soledad, se dispersan, para acompañar tu espíritu, camino a la gloria.
Mujer labriega de amor, árbol legendario lleno de gavinas y turpiales; esparciste tus ramas en el inmenso biombo verde, donde caminas como fantasma entre soles.
Mujer hermosa, perseverante, de exhortaciones sutiles, filosofía de vida, de jovialidad perenne, esposa osada, nunca sucumbiste ante el infortunio y la perplejidad.
Madre mediadora, afectiva, de corazón complaciente y servicial, que labró familia, hogar y bienaventuranzas, moriste entre las súplicas de vida.
Tu corazón, de revestimiento metalizado y radiante, ¡paró en el tiempo!, capituló ante la fuerza impetuosa de la enfermedad sedienta de vida.
Tu último suspiro; fecundó las sombras, donde solo los muertos conocen sus sendas.
Esa esperanza de vida y el aviso de tu muerte, son tragos amargos, funden el alma con una creencia que resulta imposible.
La aurora, cosecha resplandores de vida y sin saber el porqué, no aceptamos el infortunio y la desdicha de una persona querida.
¡Rut!, para los que transitamos por el camino de la vida, para los frutos de tu carne, tu legado, es una renovación sacramental.
Tu sacrificio es, un pacto con el creador para interpretar los pensamientos y verdades.
Tu ausencia material, nos convoca a la meditación espiritual, al encuentro con el padre celestial.
Tu espíritu, reconforta nuestras creencias en una fe, que había perdido la vanguardia de lo solemne, para empezar a atesorar vanguardias místicas futuras.
En los recuerdos de un pasado, cómo no encontrar las solemnidades de un amanecer.
¿Cómo no redimir, en los naufragios vivientes, tu sonrisa y tu bondad?
¿Cómo no rescatar del desierto incólume, tu calor de madre?
¿Cómo no pernoctar en la cofradía de evocaciones los momentos familiares y efusivos?
Es tiempo de la resignación, labraremos rótulos de unión, construiremos panales de hermandad.
Tu amor familiar será, el lazo poderoso que se dilata del uno al otro y nos guía con la gracia.
Nosotros, haremos de tu legado espíritus solidarios, benévolos, libres, bienhechores, estas cualidades son un hálito del poder divino y una emanación de la gloria de Dios.
Tu sacrificio será, la fuente que calme la sed espiritual.
Será el volcán destructor que sepulte el egoísmo y los malentendidos.
Será, constructor de amor, caerán sobre nuestros cuerpos, lluvias benditas de la paz y la sabiduría.
Tu sacrificio navega, en mares celestiales, al lado del creador.
Tu alma es el escudo benefactor de los hijos y nietos; a los que tu ausencia entristece.
¡Tu espíritu sonríe de amor y paz! ¡Adiós!
¡Esposa mía!
Tu alma, reine; en la paz del Señor.
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