Ahí está de nuevo,
la bruja de cuatro ojos.
Se esconde del resto,
excepto de mí.
Se oculta en la suciedad de la ventana,
entre las grietas del piso y
en el misterio de los resquicios.
Me observa, me escudriña.
Nadie puede rechazar
un castigo bien merecido.
Nadie cree,nadie escucha.
Aun así la veo…
y ella también me ve.
Todo el tiempo nos observamos.
Entre los dos,
coleccionamos docenas
de miradas.
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