La bestia roja.

La bestia roja.

TavovaT

09/02/2019

Ha pasado tiempo, después de que la gran guerra terminó y por un lapso corto nuestras vidas volvieron a la normalidad, muchos de nuestros padres perecieron , con su sacrificio nos procuraron vidas libres lejos de la opresión del Este, mi padre jamás volvió a casa después de la caída de Berlín, también hay días que recuerdo a mi madre y sus últimos momentos con vida días después de la rendición , la enfermedad que padecía me la arrebato y quedé sólo, los medicamentos escaseaban y por tanto era un horrendo sinónimo la enfermedad y muerte, había ocasiones en que el pueblo quedaba aislado del mundo, cuando podíamos leíamos por los diarios el camino de esta guerra que parecía no tener fin, gran parte de mis amigos de la infancia al finalizar esta, se movieron al oeste, siempre se quejaban de la monotonía de este aburrido pintoresco pueblo norteño, sin embargo yo amo este lugar, me embarga una nostalgia de mis días más felices con o sin guerra. A pesar de que el mundo había cambiado, mi padre me protegió y de lo que ocurría en con él. Cuando todo empezó, negó mi ingreso al mi servicio militar, decía que la causa por la que peleábamos era una locura sin sentido y que nuestro “líder” caería en cualquier instante. Era sabida la obligación con nuestra madre patria, alcanzar la prosperidad que el estado nos prometía no era gratis y que los sacrificios de cada uno de nosotros es fundamental para prevalecer en el mundo que por derecho este nos pertenecía.

Sin embargo mi padre no me dejo envenenar por aquel ideal, viví y crecí en un cuarto secreto que mi padre construyó, recuerdo el primer día que dormí en él, siempre fue mi cuartel por el cual peleaba contra dragones, trolls, y en donde me unía con los burgundios para combatir y conseguir la mano de Krimilda donde Etzel Attila era mi aliado, recuerdo había un reluciente piso que mi padre perfectamente talló sobre el escritorio había un candelabro que era de mi abuela, además cada pared estaba adornada con libreros repletos y en cada uno de ellos colgaba de la parte superior banderines con frases y citas de los escritores favoritos de mi madre, siempre fue un lugar que a pesar del intenso invierno, me parecía tan cálido como las playas de Usedom donde con mis padres iba de vacaciones a playas del mar Báltico.

Mi padre fungió en mi educación y lo único que me acompañaba era la basta biblioteca de mi viejo, además con poemas de Schiller y obras de Goethe crecía, siempre quise conocer Weimar, aún no pierdo mi esperanza en que mi viaje por fin se realice. Cuando terminó la guerra había que buscar trabajo, e hice mi examen para dar la cátedra de historia en el Gymnasium de Erzgebirge donde ahora felizmente soy titular. Erzgebirge es un pueblo al sur de Schwarzenberg donde he crecido y vivido todo este tiempo.

De mi pueblo puede decirse como mis amigos de la infancia comparaban como una postal aburrida e inerte, además han ocurrido cosas que si les cuento, jamás me creerían.

Todo empezó cuando algo abrupto rompió la tranquilidad de Schwarzenberg, contaba mi vecino el señor Grumpy y la soltera Hammer que habían escuchado un tremendo alboroto en la región norte del bosque negro, la policía que desde hace mucho tiempo al fin de la guerra ha sido jurisdicción de los bolcheviques, han llamado a un toque de queda a partir de las ocho de la noche de hace unos días atrás, en este pueblo nada permanece abierto tan tarde, además todos los que habitamos aquí o somos maestros, artesanos, escultores, pintores, lo que podría decirse un verdadero pueblo de artistas, así que no creo que sea algo para exaltarnos, sin embargo…

Un golpe empuñado y violento sobre mi puerta sonó, despertándome violentamente salte, pero con pereza de mi cama me levanté, eran vacaciones no había ninguna prisa por responder a aquel exaltado visitante, fue cuando entonces con insistencia volvió a repicar la puerta… bueno, si mi reloj estaba en lo correcto, serían quince para las ocho cuando me aliste a abrir la puerta a aquel insistente visitante, fue cuando vi aun oficial de policía o al menos eso parecía, venia uniformado de verde con una insignia en forma de estrella roja, y su gorro indudablemente era de un kosako, fue cuando por fin entendí sobre la guardia rusa cuidando nuestra villa

-Señor Heidler, veo que aún sigue en pijama, me apena molestarlo a estas horas, pero la situación se está saliendo de nuestro control, y debemos informarle a cada vecino sobre los últimos acontecimientos de la noche de ayer.

-Tiene toda mi atención oficial, respondí.

-Se han venido presentando crímenes en casas de la localidad y es imperativo que ante cualquier motivo de sospecha avise a cualquier oficial de su región.

-¿Mi región?, es extraño que lo diga si sobre esta calle solo hay un par de casas y los otros bloques habitacionales están separados por bosque, pero le agradezco. Repliqué. Realmente lo que me pareció increíble es como en tan poco tiempo nuestros guardianes kosakos contaban con un acento hochdeutsche a la perfección tal vez durante la guerra este guardián trabajaba en inteligencia pero pues no es algo que importe, avisado de la situación ya estoy y me dispuse a tomar mi baño de la mañana y prepara mi desayuno cuando de nuevo alguien toco a mi puerta.

-¡Herr Gustav!, ¿está en casa?

Claro que al escuchar esa chillona y molesta voz identifique a mi vecina la solterona Hammer, en ese momento ya no podía decir que no estaba en casa y negarme a abrir la puerta, ya que su modus vivendi era posarse día y noche sobre su ventana del segundo piso y espiar todo lo que los vecinos hacen o dejan de hacer.

-¡Qué bueno que lo encuentro! ¿Ya se enteró? Por fin los guardias vinieron a informar sobre los crímenes infames que están ocurriendo en nuestra inmaculada villa!, ¡Imagínese que va pasar ahora que estos matones andan sueltos!

¿Matones?, me dije a mi mismo, sé que frau Hammer tiende a exagerar, pero esto es increíble ahora sí que se superó a sí misma, sin embargo no le preste mucha atención, ya estaba demorado a mi cita con el psiquiatra en Erzgebirge, ¡Claro! ¿Cómo pude ser tan despistado? Y omitir que en cierta forma estar aislado del mundo en un sótano durante más de 5 años, además de no ver la luz del día por lo menos cada mes para que los vecinos no sospecharan y delataran a mi padre que me ocultaba, para esto el fingía que yo yacía en la fallida toma de Leningrado como héroe de guerra, pero ¡en fin!… no le tomé seriedad a frau Hammer, aunque en más de una ocasión me he peguntado porque frau Hammer no está en el loquero, ella en verdad lo necesita más que yo.

El Dr. Scrhöeder siempre me ha intrigado como persona, desde que lo conozco ha sido muy reservado y además brillante, nunca se le va nada, no he conocido a persona más conocedora y acertada que él, es fanático del teatro además nunca falla cada diagnostico que da, el estudió en Chemnitz y ahora es el médico del pueblo, a la muerte de su padre él vino a ocupar su puesto el me cuenta. Ha sido mi loquero durante un año y fuera de consulta nos hemos vuelto buenos amigos, y yo he sido su conejillo de indas además por eso me daba derecho a reclamar un descuento por su consulta y mi tratamiento de Largactil, siempre me recomendaba ser muy precavido con el uso de este medicamento puesto jamás se debe mezclar con alcohol, nunca me intereso el motivo puesto yo nunca acostumbre a tomar alcohol, mi padre si era todo un conocedor de coñac, él lo almacenaba de una damajuana pero jamás mostré interés en ello y se ha mantenido intacta desde la muerte de mi padre.

Como era de costumbre por las tardes salía al pórtico de mi casa y me sentaba en la banca que estaba sobre el jardín de mi madre y me ponía a leer, o simplemente ver como el sol se ocultaba, además el sol es algo que escasea gran parte del año aquí en Schwarzenberg.

Esa noche mientras dormía, entre sueños logré escuchar un alboroto en la casa de Herr Grummpy, sin embargo no me pude poner de pie, puesto que mi medicamento y había hecho su efecto y mi cuerpo no respondió para aprestarme y acudir en ayuda de mi vecino solo supe que mis parpados cedieron y me quede dormido. Al despertar en la mañana mi primer pensamiento fue acudir a la casa de Grumpy, sin embrago al abrir mi puerta, una gran banda con un letrero estridente que decía “Achtung Polizei” rodeaba su casa, con varios sujetos entre ellos soldados rojos estaban tomando huellas y pruebas tratando de indagar el motivo de aquel crimen.

-¿Oficial que ha ocurrido aquí?

-Ha sido algo espantoso, ¿usted es familiar del señor que vive aquí?

-No pero lo conozco de mi infancia, solo sé que el hombre ya tiene tiempo que había enviudado.

-No recuerdo haber visto semejante saña, en algún otro lugar, ni en la misma guerra pude ver algo que supere esto… -Que ha pasado oficial. Replique con voz alarmada y ansiosa.

-Herr Grummpy, ha sido asesinado y no solo eso, ¡le han quitado la piel…! -Solo sentí como mi cuerpo de helo de una forma que nunca había sentido, todo era tan irreal, y por momento quede absorto y no pude escuchar lo que los oficiales estaban alegando. Cuando de pronto, alguien tomó mi brazo y me dijo.

-Tav, es una pena que haya pasado esto, no tiene nombre lo que ocurrió, -En nada calmó mi malestar sobre lo ocurrido, sentía más que nauseas al imaginarme lo que pudo haber sufrido el pobre Grumpy.

Gire la cabeza y vi al capitán Horace Hummel, antiguo camarada en armas de mi padre, cuando mi padre murió en combate él se ha hecho cargo de mi cuidado es un buen hombre y se ha convertido en mi mentor y protector.

Al ver a Horace solo con su gesticulación puede notar la gravedad del asunto y pude deducir con su mirada que este no era un evento aislado, es más pude haber apostado que esto ya la había visto antes y peor aún, Schwarzenberg no sabía a merced de que bestia estaba.

La conmoción ante aquel suceso trajo consigo oficiales de la policía secreta roja, los cuales merodeaban indagado por cada rincón pistas que dieran con aquel sádico asesino, al parecer por los rumores del pueblo, se decía que este coleccionista de pieles, ya era buscado desde lares de Praha y era conocido como la “Bestia Roja”.

El morbo del pueblo a veces puede más que la razón de un ser civilizado, y esto llego a convertirse en una atracción cirquera donde más que alegres visitantes, venían buitres de la inteligencia roja con soldados reforzando, aunque, ¿Quién lo iba pensar?, podía ser posible que con tal vigilancia, la llamda Bestia se iría a otro pueblo con menos suerte que este.

Nadie en el pueblo quería salir por las noches e incluso donde antes eran puertas sin seguros ni candados, llego a convertirse en un bunker particular cada casa de mi pueblo, todo cambió de una forma indeseable e incómoda , yo he crecido en este hermoso pueblo y no quería permitir que un alborotador me robara la tranquilidad, días después acudí con mi amigo Schröder a merendar a un pequeño café que frecuentamos , no era el mejor café del mundo sin embargo Heidi, la camarera era todo un sueño de mujer, su largo cabello rizado negro la hacía única entre todas, así como su gracia al caminar y ¡claro! Su buen gusto y porte al vestir, ella era dos años mayor que yo, no me atrevía a cruzar palabras con ella que no fuera, ¡la cuenta por favor! A Schröder le regodeaba ponerme en evidencia con Heidi, al aprovecharse y saber sobre mi timidez, no escatimaba en sus ocurrencias con tal de dejarme en ridículo.

Aquella noche iba con la intención de que nada me paralizara, ni el miedo de la tal “bestia roja” o la bella Heidi que me hacía ruborizar.

La tarde transcurría mientras en la plática Schröder me preguntó.

-He escuchado que la tal Bestia asesinó a tu vecino Grumpy, y que los agentes no han encontrado pista ni idea del asesino, sin embargo, ¿tú crees que la tal Bestia atacará de nuevo por estos lares?

-No lo sé, pero creo que no tomaré mi medicamento por las noches no vaya ser que el diablo se aparezca. Y reí sarcásticamente.

-Tu todo lo tomas a broma Tav, se muy cuidadoso con tus palabras y deseos… ahí viene Heidi, te dejaré con ella a ver si por fin logras perder el miedo y rinden frutos mis consultas si no, me sentiré fracasado como tu Doctor, mientras fui al baño, pague la cuenta, ten buena tarde –Acto seguido se levantó y se marchó.

Mientras tanto, hurgaba en mis bolsillos para dejar la propina a Heidi, cuando de pronto ella tomó el asiento donde Schröder estaba y me cuestiono.

-¿Tan pronto se retira mi señor? Ha pasado mucho tiempo y solo noto que me mira y no me dirige la palabra si no es para mediar tratos mercantiles –Vaya que además de bella era sagaz, así que si mis ideales estaban firmes no debería poner marcha atrás en mis motivos y sin miedo le conteste.

-Ha sido una larga espera la de usted madame, sin embargo mi caballerosidad me pide que me ponga de pie le retire la silla mientras se levanta, la tomé de la mano, y educadamente le pida que me deje encaminarla a su hogar para poderla resguardar de la bestia roja rondando por aquí, sin embargo mi timidez solo me hará agachar la cabeza darle su propina y marcharme…

Ella solo sonrío y contesto…

-Espere, iré por mi abrigo mi cabal comensal.

Era curioso como las palabras además de comunicar, cumplen deseos si las voluntades firmes son.

Aquella noche después de encaminar a Heidi y dejarla en su casa, volví a la realidad y un nerviosismo me atrapó, recordé el toque de queda y me di cuenta que ya estaba dilatado, el sol ya se había ocultado, así que apresuré mi paso hacia mis aposentos, el bosque parecía más oscuro de lo que aparentaba. De pronto escuché un crujir detrás de mí, mi piel de erizó y decidí no voltear y acelerar mi andar, pero esto no dejó que mi presumible persecutor desistiera… De pronto sentí un ser pesado abalanzarse sobre mí, seguido de un grito, pude reconocer a Schröder, con un palidecido rostro quise tirarle un golpe al hombro, pero con carcajadas de su parte no pude hacer más que casi desfallecer con mis temblantes piernas.

-¡Vamos! No te asustes Tav, ¿Cómo te fue con Heidi?

-¡De maravilla! Ella me dio un beso en la mejilla y… – De manera impetuosa un grito a lo lejos se escuchó, un grito de mujer, Shröder me tomó del brazo y me dijo – ¡Vamos alguien necesita ayuda pronto!

El grito había sido no más lejos de doscientos metros en la dirección de mi casa. Al llegar al sitio del suceso frau Hammer estaba histérica, tirada en el piso fuera de sí con un desgarrador llanto, al interrogarla ella solo se limitó a señalarnos a espaldas nuestras.

-¡Que rayos es eso! – señale en voz alta, de pronto el oficial de ocupación interrumpió la escena gritando.

-¿Qué ha pasado aquí? , ¿Ustedes que hacen aquí fuera del toque de queda?, pasan treinta de las ocho de la noche, -acto seguido, pidió refuerzos con su silbato que no tardó en hacer efecto y refuerzos llegaron de igual manera silbando para hacer la cadena de emergencia.

Al llegar la guardia de ocupación, la escena era de lo más mórbida y grotesca, mi casa estaba llena de vísceras y sangre, como si un ritual de alguna especie me quisiera advertir de algo de yo desconocía. Schröder dándome palmadas en la espalda trató de tranquilizar mi horrorizado gesto.

Frau Hummel fue reintroducida en su casa y esa misma noche se marchó del pueblo con su familia de Chemnitz, sin embargo a nosotros nos esperaba un destino distinto, violar el toque de queda y más durante una ocupación, es sospecha mayor y nos arrestaron y llevaron al cuartel.

Esperando nuestro destino sobre las camas de piedra en una celda fría y húmeda, llego Horaca Hummel, sin embargo no se alegró mucho de verme ahí metido.

-No creo que tu padre se sienta orgulloso al verte aquí, es probable que…

-¡Es mejor que cierre el pico chusma de quinta! – en forma iracunda Schröder replicó la reprimenda de Horace, su rostro se transformó, de hecho nunca lo había visto perder la calma. La escena se convirtió en un evento surreal.

-¡Es increíble como las mordaces fauces del lobo están aquí! , ¡Tú has traído la desgracia a esta villa Hummel! nadie más que tú ha sido el culpable del destino del anciano Grummpy, tu receloso del ario, haces bañar su casa de viseras y miserias de cordero, el cazador ahora será casado como el animal que eres.

No daba crédito a lo que estaba escuchado en ese momento, fue mas confuso y no sabía si dividirme entre dos personas que aprecio, sin embargo Horace ha sido mi mentor al haber terminado la guerra, siempre me contó que la voluntad de mi padre recayó en sus enseñanzas y cuidado en mí, contra el tiempo corto que he conocido a Shröder.

Con una mirada concentrada en Schröder, Horace de una cara de completa extrañeza se tornó en un solo instante en palidez como si Schröder conociese un secreto oscuro de él.

-¡No lo conozco a usted joven doctor! , así lávese bien los ojos si no puede distinguir a un representante del orden y una sabandija cuando mira a su espejo. –acto seguido se retiró.

-¿Qué fue todo eso? –pregunte.

-¡Él es la bestia roja!, ¿Qué acaso no te das cuenta? , el sujeto es frío y calculador, conozco a los de su tipo, es un lobo vestido en piel de cordero, me sé a detalle su historial… ¿Por qué de toda la reserva que quedaba en Schwarzenberg al terminar la guerra, él no fue llevado a campo de prisioneros cómo los demás?, ¿no crees que es sospechoso?

-¿Cómo es que conoces a Horace Hummel?

-Al terminar la guerra muchos de nuestros camaradas se rindieron, pero hubo otro que no les bastó rendirse, mi padre fue delatado y asesinado por hombres como Hummel que se vendió a los rusos…

-¿Cómo es que estas seguro que es él y no alguien más?

-¡Vaya! No seas ingenuo por favor, en este pueblo todo mundo se conoce, y él ha sido de los únicos Hummel que han vivido aquí.

-y si él es la Bestia Roja ¿Por qué mato al viejo Grummpy? , Repliqué.

-¿no lo ves? es más que obvio que quiere silenciar cómplices, ¿Hace cuánto que conoces al viejo ese? ¿Acaso antes de la guerra?

-Sí, él siempre ha sido nuestro vecino e incluso fue a combate, a pesar que su esposa fue aprendida por el régimen, además él tenía toda mi confianza porque nunca me delató cuando yo estaba oculto en el sótano, él era la única persona que lo sabía.

-¡Entonces Tav!, es más que obvio que tú estás en la mira de la “Bestia” y no te has dado cuenta.

Acto seguido un “kosako” irrumpió…

-¡Heidler está libre de irse!

-¿Qué hay de Schröder?

-Schröder se queda, él tiene credenciales falsas de Erzgebirge por lo cual es sospechoso y debe permanecer aquí,

Con un gesto Shröder me hizo un guiño para hacerme saber que él estaría bien.

A la mañana siguiente después de dormirme gracias al Largactil, mi cabeza daba vueltas por los eventos ocurridos la noche pasada, sin embargo ya se me hacía tarde para el encuentro que tenía con Heidi, así que decidí tomar un baño y tratar de tranquilizar mi mente de tanta actividad la noche anterior, sin embargo las palabras de Schröder respecto a Horace me taladraban.

-Buen caballero, que puntual ha sido, ¿Qué pasa con tu rostro? Lo veo preocupado

-Lo siento mucho, no pude dormir bien, ha sido una noche muy agitada la de ayer, pero ¡en fin! Sugiero que vayamos al parque del ayuntamiento a caminar.

-Me parece correcto mi caballero. –con una dulce mirada Heidi contesto.

Durante el paseo por el parque mi mente no se alejaba en tomar una decisión cuando…

-Tav tenemos que hablar – grito Horace mientras se acercaba hacia nosotros.

-¿Qué ha sido lo de ayer Horace?

-Buen día Herr Horace –con una voz muy familiar Heidi se dirigió a Horace, de hecho un poco extraño me pareció esto, no tenía idea que se conocían de algún modo.

-Fraulein Heidi, es un gusto volver a verla, ¿me permite un momento a Gustav?

Acto seguido Horace me tomo del brazo.

-Aprenda a escoger mejor sus amistades, su amigo es buscado desde de Checoslovaquia hasta Sachsen.

-¿Cómo puede ser posible eso? Él ha sido mi psiquiatra de hace tiempo

-¿Qué? Eso no es posible, ¿desde cuándo vas al psiquiatra?

-No es algo que se deba contar al mundo ¿o sí?

-Ese no es el punto, estas bajo mi cuidado Tav, tienes que entender lo que te digo, esta tarde lo procesaremos y deportaremos, Schröder no es quien piensas, ya no indagues más, en la tarde me contarás sobre eso del psiquiatra y de una buena vez aclarare tus dudas. –Acto seguido se marchó con prisa.

Un poco desconcertada Heidi me tomó la mano

-¿Qué ha pasado mi señor?

-¿Te puedo preguntar algo? –Heidi asintió

-¿Cómo es que conoces a Horace Hummel?

-Es pretendiente de mi madre de hace tiempo, mi madre es viuda no vaya a malpensar, ayer cuando me fue a dejar a mi casa, estaban él y mi madre tomando un café.

-¿y tan tarde?

-¿Qué trata de insinuar?

-No me mal interprete, ¿Qué acaso él no tomó en cuenta el toque de queda solo porque es colaborador de los rojos?, eso no me parece cabal de su parte.

-se me hizo extraña su presencia tan tarde, aunque me pareció poco común que se excusara de más de lo usual, según esto habían llegado noticias de Praha que lo tenían intranquilo.

Como era lo usual, di el paseo con Heidi sin embargo no pude disfrutarlo como hubiera querido, así que me pareció un desperdicio del tiempo de Heidi, pobre de ella, no estaba en mis cinco sentidos y a su causa ella solo pidió permiso en el café solo para pasar el tiempo en silencio a mi lado, aunque debo admitir que por una compañía así me sentía un hombre afortunado.

Sin más remedió después de encaminar a su casa a Heidi, me regresé a casa con un mal sabor en la boca, no tenía más que una maraña en la cabeza, abrí la puerta, entré y al encender la luz…

-¡Se ha demorado mucho Herr Heidler!

Schröder estaba sentado en un sillón sosteniendo una copa en la mano y fijando una mirada siniestra sobre mí, tenía la ropa manchada de sangre, pronto se dispuso a ponerse en pie y continuó…

-El plan está a punto de consumarse, no me importa que esto se vaya el demonio conmigo pero tú no te irás con vida, tu ignorancia por los pecados de tu padre no te eximirá de tu destino… Así que toma asiento, y prepárate contemplar mi obra final…

Pensé que se había resuelto mi cuestión sobre quien tenía razón de Horace y Schröder sin embargo ahora desconocía la causa del motivo de mi pronto asesinato según me habían dejado claro en ese instante, al estar en jaque no tenía más remedio que seguir las órdenes de mi verdugo, no perdía la esperanza en que Horace llegara en cualquier momento…

-Mi amigo Tav, aun veo rastros de esperanza en su mirada, usted es tan predecible y no puede disimular nada, antes de su fin… ¡mire lo que tengo para usted!

De manera brusca con un escarpelo empuñándolo en mi cuello, me hizo sentar en el sillón que estaba él ocupando, lo giró y me hizo ver la puerta del pequeño cuarto que está situado debajo de las escaleras, al abrirlo sólo mi fin irremediable comprendí.

Yacía Horace con la cabeza ensangrentada, maniatado y con la boca tapada e inconsciente. Acto seguido Schröder hizo oler a Horace sales de amoniaco para que este recobrara conciencia.

-¡Abrir los ojos traidor Horace! No puede quitarme mi momento de gloria, necesito verlo sufrir y retorcerse mientras disfruto al máximo su fin, a su compinche Grummpy lo despellejé por su cobardía al seguir órdenes tuyas, no le bastó casarse con esa judía, me dio tanto placer como ese corderito se desangraba, el miedo en sus ojos me daba lo que necesitaba de él, su lenta y agónica partida. Pero a ti Hummel, por tu complicidad con los bolcheviques y la chusma de la resistencia te vestiré de gala con la lengua como tu corbata… Algo que aprendí en Praha es que el destino de los soplones e informantes de la resistencia tiene que ser el siguiente…-Schröder se dirigió a mí y continuó con una macabra sonrisa – Pon atención mi querido Tav… Primero tomaremos este filoso escarpelo seguido de una cuidadosa incisión en la tráquea para no dañar arterias importantes, algo así como una traqueotomía, pero ahí no termina esto, con mi mano abriré la ranura en su cuello y con mis dedos sacaré su lengua por su garganta para que se vista de gala como un traidor, su lengua adornará su deshonroso destino… –No podía dar crédito a lo que escuchaba, sin embargo no podía esperar que mi fin fuera algo parecido al de Horace, no podía abalanzarme contra Schröder, puesto él era más corpulento y fuerte que yo, pero tenía que hacer algo y pronto.

Como un impulso extraño, gire la cabeza para buscar algo con que atacarlo pero él era un genio que prevenía todo y cualquier detalle, no había ningún objeto contundente, en ese momento ya estaba desesperanzado por mi trágico final. Así que lo único que se me ocurrió es, decirme a mí mismo…-si es que he de morir que sea de la manera menos dolorosa, -y recordé que en la bolsa de mi saco tenía mi Largactil, un frasco que podría darme calma en mis últimos momentos de vida, tome ventaja de que no estaba incapacitado como el pobre de Horace, entonces sigilosamente abrí el frasco y levante el brazo para empuñármelo todo y de reojo hallé la solución… ¡que tonto he sido al pensar en mi fin de esta manera!, Observe la copa que Schröder dejo en la mesa junto al sillón, en ese instante a su descuido pude vaciar el contenido del frasco en su copa, lo cual podría darme cierta ventaja y tiempo. Recordé lo teatral que suele ser Shröder, siempre pavoneándose en pose de “ario perfecto”.

Y entonces lo incité…

-Schröder, ya vi que te acomodaste como en tu casa, veo que la damajuana de mi padre esta destapada, ¿Qué tal te ha parecido su coñac?, presumo que tuviste la osadía de abrirlo y servirte. –a lo que el volteó y como lo esperaba con su gran montaje teatral, me miró.

-Tav, Tav… tu padre… he de admitir, no tuvo mal gusto en su bebida, lo único malo que tuvo, fue su mal gusto por escoger sus amistades. –Acto seguido levanto la copa y bebió toda de golpe.

Era increíble que el gran Schröder haya caído en un truco tan infantil. Al terminar de beberlo, se quedó extrañado y fue cuando entonces me abalance sobre él, sin embargo era demasiado fuerte para mí y de un golpe me tiró y comenzó a patearme en el cuerpo, pero ante su acto de violencia el flujo sanguíneo se aceleró y el Largactil con el alcohol comenzó su efecto y fue cuando el perdió el equilibrio y así pude aprovechar el momento y lo tumbe de un golpe.

Con la poca fuerza que me quedaba, tome el escarpelo y desamarre a Horace, salí a pedir ayuda, cuando abrí la puerta, en el camino pude ver un camión de soldados hacia mi casa por lo cual agité las manos, al bajar pude ver que Heidi descendía y corrió hacia mí, no comprendía que hacia aquí, entonces ella me abrazó…

-¡Tav pensé que ya no te volvería a ver!, mi madre me contó que Horace fue informado que los guardias el cuartel habían sido asesinados y que había un fugitivo suelto, y así que él apresurado vino a tu casa a buscarte porque corrías peligro, después que me dejaste en casa mi madre al verte por la ventana ella me pregunto por Horace y ya no supo nada de su paradero y que no regreso a verla, así que hilé lo que me habías contado de la noche anterior y fui de inmediato a avisar a la armada rusa, ¿Está Horace bien?

-Sí, él está dentro de la casa recuperándose pero Schröder esta inconsciente. –Al oír esto los rusos entraron rápidamente y apresaron a Schröder, y Horace un poco tambaleante salió con ellos…

Ninguno de mis amigos del oeste jamás me creerían que soy héroe local y me volví parte de la historia de Schwarzenberg.

Horace al día siguiente después que saliera del Hospital por fin me contó todo y por qué no me había dicho nada. Después de los juicios de Núremberg tiempo atrás, quedaban fugitivos del viejo régimen regados por Europa, todo resulta que mi padre no murió en Berlín tras la caída sino un año antes el ya no regresó porque fue fusilado por colaborar en heroica Operation Walküre, sin embargo Horace quien logró zafarse de la responsabilidad de la operación fallida, había esperado el momento de atrapar a Schröder (Ernst Luther).

El destino de Grummpy no se pudo evitar fue ya que al cubrirse su nombre en la lista de archivos de la S.S. como objetivos traidores que pertenecían a la resistencia Alemana. Ernst Luther se adelantó a Horace, sin embargo Luther en su juicio antes de ser condenado a la horca por múltiples homicidios durante y después de la guerra, mencionó que el móvil fue la venganza de su padre por parte de la resistencia aunque unos días después se descubrió que además era fiel discípulo de Reinhard Heydrich, el “carnicero de Praha”, y participó en ejecuciones y torturas a sospechosos de pertenecer a la resistencia. Aunque era un excelente psiquiatra y médico, siguió el camino de su padre al perseguir la causa errónea.

¿Quién lo diría? mi padre fue más que un héroe de guerra, fue un verdadero héroe Alemán en contra de la opresión de Nacional Socialista.

Mientras tanto, en mis merecidas vacaciones junto a Heidi, escribo esto para compartir con mis alumnos de la clase de historia. Gustav Heidler, Weimar Agosto, 1946

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