Eran ya las 7 de la noche y jory descansaba aun de la jornada cotidiana.
Las últimas lluvias nocturnas salvaron el maíz que ya casi era cosecha perdida de nuevo.
Se levanta rápido luego de escuchar la hora en su viejo radio, toma su toalla desteñida a costa del uso y del tiempo, sale a la quebrada mate en
mano para darse un baño, aparta las bateas y las herramientas del barequeo
diario de la piedra grande y acanalada donde acostumbra bañarse. Siente
como un bálsamo reparador el fluir del agua en su piel, luego del inclemente
sol y del viento, soportado durante la jornada del día.
Fresca la piel de ébano, nuevamente suave y vital deja ver un joven fuerte y vivaz. Seca su cabello ensortijado y sale como todas las noches donde sory; camina hacia el rio, lo atraviesa saltando de piedra en piedra para no mojar sus ropas.
Pasa por las casas viejas y abandonadas, recuerdo de los abuelos que ya partieron de este mundo.
Linterna en mano pasa al terreno de los Camilo. Pequeño terruño recuperado a los terratenientes esclavistas del pasado (aunque para él no es más que un pedazo de tierra), salta la cerca, para ahorrar camino suelta algunas grapas y continúa. Luego de casi una hora puede abrazar a sory y sentir de nuevo el calor de sus brazos sobre su espalda abrazándolo fuertemente.
Nota que libero su cabello de aquel pelo de tienda y luce unas tropas muy apretadas, por lo cual evade el roce con su cabeza pues no quiere escuchar un quejido de dolor, aunque suave, pero de dolor.
Sory le cuenta de la vaquería del día y del nuevo toro que salió bastante bravo, como lastimo su mano al halar el rejo tan fuerte que
cayo de la bestia, su sombrero le tapo la visión en la caída y para completar topó
su brazo con un trozo espinoso de limón ya seco.
Intercambian algunos besos y planean la construcción de su casa de buena guadua y buen bareque cerca del inmenso samán donde jugaran los niños.
De nuevo paso el tiempo más rápido que el relámpago y la fugaz ardilla, luego de una larga despedida empuña
de nuevo su linterna, nota que debe comprar pilas, y toma su camino de regreso.
Ninguna luz se ve a lo lejos.
Continúa por entre los guaduales, los matarratones y los inmensos samanes que cual guardianes de la noche guían y cuidan sus pasos.
Teme pasar por el sendero pedregoso hogar de los ancestros, pero el amor le da valor y avanza por este camino más corto.
El ruido del rio lo acompaña, atraviesa el puente rápidamente, pasa por el camino más despejado
junto al cañaduzal y pronto está dormido en la estera que tiene por cama, luego
de haber trancado la puerta.
El sol inclemente del verano reseca el árido suelo y el rio esta tan bajo que se ven las piedras del fondo claramente.
Jory salió una semana a lavar tierra a Galambao, si tiene suerte hallara un pequeño puñado del preciado metal amarillo; así podrá llevarle a ella algo para celebrar otro año de vida este próximo sábado.
El rio ha bajado su nivel y jory ya no da la misma vuelta de siempre para ir donde sory, aprovecha ahora y acorta camino atravesándolo y pasando por entre los potreros aledaños a la finca.
Cierto día noto que había una pequeña casa semidestruida en medio de una maraña de un monte bastante tupido en la que no se veía a simple vista habitante alguno.
En algunas noches solo una leve luz se notaba a través de la única ventana, enmohecida por las abundantes telarañas y el polvo que durante mucho tiempo se habían acumulado.
Empezó a transitar cerca a aquella vivienda para ahorrar tiempo, noto que había algunas bestias libres además de algunas aves de corral como gallinas, algunas bimbas y varios patos.
Su relación con sory iba muy bien, cada vez crecía más su amor y los planes a largo plazo se hacían más frecuentes.
Un día se le hizo muy
tarde para volver a su casa, perdió su linterna en el camino y al volver por
este rozo un alambre de púa que le rayo un poco su antebrazo, tomo su machete y
rompió la cerca para proseguir su camino y un poco molesto rompió de nuevo la
cerca varias veces más.
Algunos días después paso
de nuevo por ahí y noto que habían cercado de nuevo pero nunca vio ser humano
cerca de aquella casa oculta en la maraña del monte.
Pasaron algunas semanas y todo transcurría como siempre.
Cada verano aprovechaba y acortaba camino pasando por el terreno donde estaba la casa oculta por el monte espeso, pero siempre notaba que el cerco era arreglado cada vez que él lo dañaba; luego de varias veces de hacerlo noto que habían unos símbolos desconocidos para él; mirándolos de cerca noto que consistían en unas extrañas figuras y letras desconocidas acompañadas de un líquido espeso y rojizo, además de plumas y restos de lo que parecía un ave alrededor de aquellas figuras, también siempre estaba un caballo muy blanco de crin muy larga y descuidada en las cercanías.
Luego de sus extensas jornadas de trabajo y aun así no dejando de ir donde sory, cada verano acortaba camino por aquel corto sendero y cada vez que podía tomaba prestada cualquier bestia que encontrase en su camino para avanzar y descansar un poco de la jornada diaria.
Cierto día se encontró con unas ancianos que pasaban por el camino y luego de hablar un rato, le manifestaron cierta inquietud al saber que el transitaba por aquellos senderos solitarios y abandonados, aledaños a aquella casa oculta. Le sugirieron que tomara otro camino y que se alejase de aquella senda no muy recomendable, el pregunto las razones pero no obtuvo explicación alguna, solo se mostraron bastante intranquilos al saber que el joven transitaba por aquellos senderos, le recomendaron sobremanera que no pasase por ahí a altas horas de la noche.
Pasaron los días y jory olvidaba cada vez más las advertencias de los ancianos.
Cierto día luego de despedirse de su amada, jory inicio su
camino de regreso a su casa, misteriosamente el tiempo cambio rápidamente y de
lo que parecía una noche tranquila ya no quedaba nada, la noche se hizo más
profunda y una ventisca fuerte empezó a arreciar en su camino, un poco de temor se apodero de su ser, cosa
extraña pues era una persona poco asustadiza.
El verano había azotado nuevamente los campos y por el rio bajaba una corriente que iba menguando semana tras semana.
Talvez sintió un poco de miedo cuando recordó que las últimas noches unos misteriosos sueños le habían despertado, en ellos una gran serpiente blanca sobre la cual montaba, le hacía perder el sentido luego de que ya no obedeciese sus órdenes y lentamente clavaba su mirada en él, y con su gran y sinuosa lengua bífida soltara una gran bocanada de vapor denso y marrón sobre su rostro pálido y helado.
Avanzaba no tan lentamente por el camino pues una amenaza de lluvia apareció en el ambiente y no quería mojar sus botas puesto que estas demoran en secar y las necesita para el día siguiente muy secas. Varias veces tropezó en el camino, cosa que nunca ocurría pues era un avezado caminante y conocía bien estos caminos puesto que llevaba varios años transitándolos.
Un día como tantos jory salio hacia su casa antes de las 12 de la medianoche, había una gran luna llena que le iluminaba el camino, salió por el sendero de siempre y paso por las antiguas casas escondidas en la maraña de monte, que extraño, pensó al ver que por primera vez había una luz tenue en su interior, llegaría alguien se imaginó, creyó ver una silueta que paso por la ventana.
Siguió su camino, paso por la cerca nuevamente arreglada, pero esta vez no la daño, pues está cerca a la casa y aparentemente hay alguien, decidió ir por el rio, está un poco crecido pero aun permite el paso de piedra en piedra, de pronto vio una yegua muy blanca que parecía mirarle desde la orilla del rio, se acercó despacio hacia
ella contemplando su larga crin y lo bien cuidada que estaba, de quien será se preguntó,
no la había visto por ahí en todo el tiempo que transitaba por estos desolados senderos,
casi instintivamente la tomo y se subió en su lomo, bastante dócil para su
sorpresa, pues su apariencia era muy salvaje.
Sin hacer ni decir nada ella misma se dirigió hacia el centro del rio, en un momento paro, quedándose inmóvil, jory le golpeo el lomo para que avance, le grito y arreo de todas las formas posibles; no podía bajarse pues estaba en lo más hondo del rio y bajarse implicaría lo que no quería, mojarse, por varios minutos permaneció así hasta que la bestia lentamente volvió su cara hacia él, parecía que tuviese desencajada la mandíbula y los ojos totalmente inundados de sangre, soltó una ruidosa y aguda carcajada, se hinco en sus patas traseras y con la crin totalmente erizada parecía una figura salida de la más terrible historia de terror.
Jory cayó de espaldas al rio como pudo se paró y corrió como poseído buscando alejarse de aquella aparición del averno. Es lo único que recuerda luego de haber
corrido y perdido la conciencia en medio de la más profunda noche en los
matorrales del camino por las orillas del aquel ruidoso rió.
Fue hallado por los ancianos 3 días después del incidente totalmente desnudo y con señas de golpes y rasguños en todo su cuerpo, en medio de una maraña de espeso monte, la mirada perdida y totalmente desesperado. Estuvo una larga temporada en el hospital del cual no pudo salir luego que fuera declarado totalmente demente.
Vivió así hasta sus últimos días, quince años después del incidente, nunca volvió a ser el mismo, recobro la conciencia poco a poco pero a menudo tenia
episodios de terrible pánico y las pesadillas lo atormentaron siempre.Paz en su tumba. Fueron las últimas palabras de los ancianos que le acompañaron siempre….
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