La agonía del cerebro

La agonía del cerebro

Teresa Burgos

07/08/2018

Llevaba cerca de un mes detrás del armario viejo que por cierto estaba lleno de polillas y tela arañas, en una caja de cartón no tan grande, donde inundaba la oscuridad tanto de día como de noche, al parecer le habían olvidado, pero insistentemente guardaba la esperanza de que su dueño volviera a buscarle.

no se permitía descansar un misero instante, creía que si se quedaba dormido nunca despertaría, que quizás se sumergiera en un sueño profundo del cual volver era todo un enigma.

poco a poco se estaba agotando, pero era mas su resistencia que solo guardaba silencio; aveces, alguna que otra melodía se enlazaba por el exterior y calmaban sus ansias de salir de ese hueco oscuro.

¡Emilio!, Emilio, pensaba, era su nombre ya que en sus recuerdos vagos así le llamaban; a decir verdad ya se había acostumbrado a su nuevo hogar o por lo menos a aquel lugar transitorio del que creía pronto iba a emigrar, cuando su salvador viniera en busca de él. Para sentirse cómodo había repartido los espacios de aquella caja vacía, fría y oscura.

pero lamentablemente algo estaba ocurriendo, cada vez se sentía mas débil, mas cebil, empezaba a creer que esa agobiante espera era eterna, y que si su dueño no agilizaba el paso para encontrarlo es posible que más adelante fuera demasiado tarde y el reencuentro con su amo no lo vería.

Así que sin mas preámbulos a su vida que ya era algo cotidiana surgió la idea de irle a buscar, así arriesgase su existencia pero era mejor intentar encontrarle que podrirse en aquel agujero sin haber intentado nada.

salto, corrió, pero nada, no lograba salir de aquel sitio, hasta que de pronto unas cuerdas eléctricas que chispeaban azul le sacaron del lugar era algo realmente asombroso, tras esta nueva ayuda sintió nuevas energías pero algo había cambiado, Emilio se encontraba levitando, era como si estuviese en otra dimensión, podría ser en el espacio, era un lugar completamente desconocido para él.

En aquel lugar encontró seres semejantes a él, que también estaban en buscas de sus dueños corrían en cualquier dirección y no necesitaban comunicarse por medio del habla porque inconsciente transmitían lo que pensaban.

Emilio daba vueltas entorno a un eje de trecientos sesenta grados, cada milésima de segundo, y su camino cada vez se hacia mas rápido, sin duda un remolino le arrastraba y su energía fue disminuyendo a grandes cantidades.

ya se consideraba el viejo Emilio porque su color que era un rosado no vivacido ahora era un rosado tendiendo a blanco, no se preocupaba por las arrugas ya que siempre se había caracterizado por poseer arrugas en todo su cuerpo que no era tan ovalado.

por fin cuando pudo salir del remolino de trecientos sesenta grados, se encontró con una zona bien emboscada, se podría decir que era un bosque con miles y miles de árboles de alturas superiores a los árboles normales, solo que se presentaba un fenómeno, los árboles no eran árboles ya que sus ramas estaban en el piso y sus raíces en la punta de la cabecera era como si estuvieran al revés.

Otra situación que ante los ojos de Emilio se consideraba real mente inconcebible era que entre mas profundo fuera el bosque más iluminado y marchito estaba, mientras que cuando entro al bosque se encontraba en una total oscuridad pero era cuando mas florecidos y frondosos se encontraban los árboles.

Debía tener cuidado con los pasos que diera porque si daba un paso en falso se podría paralizar y volverse árbol como había sucedido con los demás que habían dado un paso falso.

Sigilosamente se desplazaba siguiendo la linea recta al sur pisando cada huella como si solo hubiese pasado una criatura por ese sitio, en varias ocasiones titirrito de pánico al escuchar el sonido del bosque, sintió desfallecer muchas veces y por un segundo creyó morir a la deriva, sus memorias latían como un corazón pero en instantes disminuían su rapidez, Emilio decía adiós, pero luego pasaba el susto.

Recorrió todo el bosque y cuando llego a su punto final se encontró con una sola espiral que viajaba en caída libre solo que era más lenta que la gravedad que resistía la tierra, eran uno punto doce metros por segundo, Emilio empezó a retornar en la espirar pero lamentablemente esto fue nefasto para él, la espiral estaba compuesta por espejos y cuando él se pudo ver, no era él, sino era una cosa horrible ante sus ojos, entonces comprendió la situación, durante todo el tiempo que llevaba creía tener la apariencia de su dueño ahora se encontraba ante un desnudo increíble, era verdad solo era una parte perdida en un multiuniverso lleno de dimensiones en las cuales podría encontrarse su amo.

Se desvaneció en llanto, se encontraba ante una melancolía frustrante, una verdadera inundación de paradojas perdidas en el tiempo, tal parecía que el registro de agua que conducía adentro de una casa hubiera estallado y salia litros de agua en todos lados, era la indecisión de la indecisión, un verdadero karma.

Pobre de aquel ser que se hacia llamar Emilio, pobre loco perdido en su conciencia infinita, pobre sin lugar a dudas, porque había olvidado un detalle en su memoria que cada vez se reflejaba más borroso, taciturno como el olvido que no hace ruido.

No era un alma, era un ser sin sentido, extraviado en la nada, en el subconsciente que empezaba a morir, finalmente no recordó nada, ante el último espejo de la espiral, solo se sumergió en un sueño eterno reciproco a la muerte del cual jamás regresaría, allí se unió a su dueño, en ese sueño hipotético lo encontró en ese lugar donde había experimentado lo más bonito en vida.

Emilio nunca se dio por enterado que estaba muriendo, que era el cerebro del verdadero Emilio, y que el lugar oscuro donde se encontraba era en un cajón dentro del cementerio, donde reposaría siendo solo un recuerdo vago consumido como un cigarro y el humo en el tiempo que claudica en el olvido.

Por lo menos Emilio descanso en paz feliz, ya que se aferro a un bello recuerdo de la vida del Emilio humano, no del Emilio organo que a la vez eran uno mismo.

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