Jim-Boo

Lo que sucedió fue en ese lado poco conocido del planeta.

— ¿En ese lado del planeta? — ¿Cuál planeta?

— Quien sabe. — Pero en ese lado se encontraba Jim-Boo quien era digno representante de la curiosidad, buscando la manera más correcta de contar su historia al resto del mundo. Entonces, se encontró con aquel que las personas de ese lugar del planeta llamaban Hidalgo.

— Si quieres contar tu historia —dijo en tono serio —, la mejor manera es de forma muy elegante, casi que en prosa, describiendo lugares y personas muy profundamente, además mucho mejor si es extensa

Pero nuestro héroe quería algo único y además que pudiera trascender entre los años como cuando las historias se relataban en las hogueras, no quería narrar hazañas de manera extensa para que se pudieran recordar fácilmente.

Entonces encontró a otro que llamaban Gilga o Bilba, la última parte de su nombre sonaba como un susurro pero no la entendió.

—Tu historia debe contarse con la ayuda de divinidades, con acciones dignas de recordar y todo tipo de hazañas y actos heroicos —dijo Gilga

—Quiero un final enigmático, no heroico, algo que se pueda contar con las palabras y para eso debe ser corto. —Respondió Jim-Boo

Entonces se encontró más hacía el norte con un ermitaño de atuendo blanco hasta los pies con un curioso acento norteño del caribe. Su nombre al parecer era de un pueblo fantástico donde sus fundadores tenían el nombre de las primeras palabras de la mañana: Buendía.

­—La mejor manera de que cuentes tu historia es de manera corta, porque no es la extensión sino la importancia de lo que cuentas, de esta manera pasarás de generación en generación como las estrellas.

—Mucho más importante mi amigo —añadió—, tu historia debe ser contada por medio de las palabras puesto que ninguno de ustedes puede usar sus ojos para ver las letras que están escritas.

Le dijo a nuestro protagonista al oído las palabras que más adelante darían nombre a este planeta, sus habitantes los de los ojos que no ven lo llamaron finalmente cuento.