Intromisión Tecnológica.

Intromisión Tecnológica.

Abe O.F

01/04/2020

Mi celular último modelo se llama Supermax, con holograma 3D, me habla con la voz sexy de un actor español y puede expresar sus emociones dependiendo de mi estado de ánimo. Con un beso de buenas noches a la imagen virtual, le indicó que necesito dormir. Me acomodo en la cama.

De pronto, se activa en medio de la noche con mi tema favorito y me dice «Despierta, despierta por favor». No es hora de levantarse, tampoco es un llamado de algún familiar o de un amigo. Es él. Él que no puede aceptar que duerma plácidamente cuando una horas atrás me ha escuchado discutir… con una mujer y menos si esa mujer es mi madre.

“No puedes dormir, debes llamar, antes que amanezca y no te responda más…”

Esa es una vieja canción que he grabado en su memoria. Sé que al tercer intento, mis párpados se entornarán. Aprende rápido considerando que solo tiene una semana conmigo. Mi madre me lo ha regalado para mi cumpleaños sabiendo mi afición a la tecnología. Muy inteligente.

Me siento en la cama, prendo la lámpara, miro la hora. «¡Maldición!, Cállate, es la una de la madrugada». Tomo la libreta de apuntes que mantengo en mi velador y anoto: «Borrar canción de su memoria». Mi madre detesta que use una libreta como mi padre, lo encuentra propio de cavernícolas. Hace años que se divorciaron. Apago la luz y me arropo para dormir.

– ¡Qué malhumor! – Escucho que dice por lo bajo – Si quieres dormir entonces, escúchame ¿Por qué eres tan insensible?


– ¡Lo único que me faltaba, un celular sensible! Le doy la espalda y me tapo con el cobertor cubriéndome la cabeza.

Supermax toca dos veces más la canción. Lo apago con rabia pensando en que es demasiado absurdo que un aparato se entrometa así en mi vida. Luego de media hora sin poder dormir…

  • «No te enojes. Llámala, habla con tu madre».
  • Sí mamá, temprano llevaré a Tomasito para que ajusten sus sensores y le cambien el color… Sí, al de la temporada otoño-invierno. No te preocupes, que te vaya bien en tu viaje.

– Grrrrrrr. ¡Ya es suficiente! Tiro el cobertor hacia atrás furiosa, prendo la luz y anoto «Desactivar full system, mañana temprano», tachando la frase anterior.

Me calmo después de ver un programa en la tele. Me acomodo para dormir. Max se hace el dormido.

Por fin podría conciliar el sueño. El dormitorio queda a oscuras después de pulsar el interruptor. Sin querer (o mi subconsciente me traicionaba) mi mano enciende mi celular y suena de nuevo la canción ¡horror! Aparece el holograma de mi madre. He marcado su número y ahí está ella. Escucho su voz chillona al otro lado de mi dormitorio y por el celular. Doble castigo.

No puedo creerlo. Mañana en la tarde tengo la última videoconferencia para defender mi tesis y obtener mi título profesional de psicóloga, y tengo que llevar al gato al técnico (es un gato-robot) mientras mi madre viaja con sus amigas a un centro de regeneración molecular donde también podré trabajar como rehabilitadora neuronal social apenas me envíen el título.

Prendo la luz nuevamente. No quiero desabrigarme, así es que sin sacar los pies de la cama, estiro mi brazo buscando la caja de herramientas de debajo de la cama. La abro, saco el martillo y con un certero golpe, la pantalla se hice polvo. «Descansa en paz Supermax». Mi mano tiembla un poco y me alegro de esa característica tan humana ¿y si la oportunidad ya ha pasado? ¿Y si ya se casó y tuvo más hijo? ¿Y si no me quiere ya? Tomo la libreta y vuelvo a tarjar la frase anterior. En su reemplazo escribo:

– Llamar a Max, mi padre, para irme a vivir con la comunidad del Amazonas.

No estará mal en realidad. Siento que él tiene razón y podemos vivir sin tanta tecnología junto a otras personas.

Ya aprobé mi tesis y mi padre me ha salvado. Un delivery me trae los pasajes aéreos… estoy feliz.

ABE O.F

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