Cómo huir desprendiendo mis pasos de tu sendero, escondiendo la sombra de mis labios cada vez que tu boca me nombra;

Cómo callar mis latidos si fueron tus caricias las que aplacaron mi soledad, como el suave suspirar de un niño cuando recién concilia el sueño;

Cómo pretender que éstas manos mías sujeten tu cintura, si en el regazo de tus culpas, quedo atónito, buscando en la esperanza de tu mirar algo que sé jamás hallaré, pero que por inercia, solo persigo sin causa alguna;

Me entregaste un cielo que no supe llenar de estrellas para ti, por temor o ignorancia, por creer que nada me alcanzaba, así convertí las noches de invierno en una triste postal por demás repetida.

Me entregaste tu sonrisa, y sin embargo los amaneceres llegaron cada vez más temprano a tu puerta, tanto que ya ni sé hacia donde van mis pasos.

Intento y no logro repetir tus letras, esas que a diario escribí, esas que al oído siempre me negabas, solo por creernos dos amantes del montón, sin saber que los sueños se destrozan con cada palabra regalada.

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