Inesperadamente sorprendido con ironía de por medio

Inesperadamente sorprendido con ironía de por medio

El pequeño intervalo después del verano y poco antes del otoño suele traer momentos «peculiares». No sabes si hace más frío que calor o si habrá sol en la mañana. Vientos fríos, hojas con manchas y un cielo que se va apagando. La ciudad se rehúsa volver a la depresión de su cielo gris.Y como suele pasar en tiempo inseguro ,tienes nuevas dudas.
¿Es raro cuestionar el hecho de ser un hombre?¿Como debería ser «ser ya un hombre»? Pienso en el momento donde dejas de recordar ser aprendiz y se supone debes dar lecciones de todo lo que viviste en ese, aparentemente inevitable, pasado oscuro. Ese tiempo también ha pasado y las huellas que dejaron aseguran que ya no eres un niño. Has madurado. El miedo no forma parte de tus enemigos; llegaste a calmar tus inseguridades; y el mundo te importa un poco menos que cuando te sentías juzgado. Los sueños terminaron y debes levantarte a diario con promesas a tu alrededor. Algunas ya cumplidas son objeto de orgullo; otras se esconden en la esquina disfuncional de tu vida; y algunas nuevas resaltan el carácter de quien eres ahora. Como fuiste joven después serás viejo, uno testarudo probablemente. Los segundos, horas, días y años, tu tiempo, te han dado lo necesario para llegar aquí. Ahora, «sorprendes» a tu conciencia con una pregunta.
¿Qué clase de hombre crees que eres?
Mucho se podría decir y palabra a palabra terminarías más confundido.
Quizá, en un día peculiar, esas preguntas deberían quedarse en la olvidada e irónica retórica.

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