Y has sido  parte de mi vida antes de que fuese nuestro 
primer beso; en el primer contacto de nuestros ojos, el rapaz 
de tu pronombre en mi clara consciencia, nunca supuse un 
«nosotros» o un «eterno nosotros».

Todo era un simple juego; las salidas de los viernes, las cervezas
de los domingos y la poesía de Benedetti de los miércoles; y sin 
querer queriendo siempre terminaba ojeando la forma en que agitabas
el cigarrillo o la manera en que acomodabas los rebeldes 
cabellos que se agitaban por el viento.

La constancia de tus bromas… de tus consejos… de nuestras salidas…
de nuestras ojeadas del uno con el otro… poco apoco nos fuimos 
entreteniendo con la risa de nuestras risas, con los brazos de nuestros
abrazos y hasta la interacción reciproca  de nuestros labios.

Y te volviste una mutualidad indispensable de:

-Amanecer a tu lado.   


   

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