Un trovador perdido en una infinita ilusión vagando en las calles de una ciudad donde lo único imposible es dejar de soñar se detiene en una aldea donde se cosecha amor y la gente se embriaga con felicidad, su única medicina es ayudar.

Al ver tanta belleza el iluso decide acampar , con parsimonia procede a su guitarra afinar, y de sus manos sale la música mas dulce que puedes imaginar, fueron pocos minutos los necesarios para que la amable gente le comenzara a rodear, para unirse al extraño que invadía su aldea atacando con música y poesía:

«Le canto al sol y a la luna que por amor nos bendicen todo el tiempo con su luz, le canto a las mascotas que con emoción nos reciben luego de una larga jornada, le canto a los niños que alegran nuestras mañanas y llenan las calles de absurdas y divertidas aventuras, así mismo a las parejas que me recuerdan mis apasionadas historias donde solo encaja las flores y los besos; sin rimas ni sentido le canto a la vida que me permite rodearme de ustedes bellos desconocidos.»

A medida el viajero concluía su poesía la gente se maravillaba y así poco a poco se retiraba.

Al caer la noche se pregunto si podría quedarse ahí pero recordó que es un caminante perdido en una infinita ilusión y su maldición era volver a la realidad; Así lo posible resulto ser imposible, lo infinito comenzaba a terminar, el amor que se cosechaba se llenaba de gusanos y se convertía en odio, la felicidad resulto ser no mas que un vicio repugnante y los poemas eran tragedias…

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